La gente vive con la falsa ilusión de que hay una crisis, falsa ilusión porque piensa que un día terminará, como buena crisis que es y todos los problemas se irán solucionando.
Y la realidad es que no hay crisis, sino que ésto es lo que hay y lo que habrá.
Un país con permanente déficit para sufragar gasto corriente y una desproporcionada y creciente deuda, cuya devolución no sólo no puede asumir, sino que el propio pago de los intereses le supone la principal partida de gasto en sus presupuestos, no tiene margen de maniobra.
Por supuesto que, siempre dentro de un contexto de absoluta mediocridad económica, habrá épocas de breve stand-by entre la vorágine que destruye empleo, degrada la posición económica de los ciudadanos y empeora las cuentas del Estado, como se espera sea 2.014.
Pero los años donde el paro no aumente ó se reduzca un 1-2% serán para celebrar fiesta nacional, porque la España de 2.002 a 2.007, con un artificioso crecimiento económico, basado en la barra libre de endeudamiento para todos los agentes económicos, nunca regresará.
Y el pago completo de la factura no lo verán ni nuestros nietos.