Ella miraba fijamente en el reflejo de los ojos de su antiguo amor. "Sonríe, amargamente, pero sonríe”, pensó, mientras sus cuerpos se enfrentaban al temor de dejar escapar el amor que una vez perdieron, aferrándose con fuerza, como si eso evitara que sus sentimientos no fueran a parar en las propias manos de Mephisto.
Sus ojos se escudriñaban mutuamente como si aquello sirviera para ver el fatídico futuro que les esperaban, el tubo la iniciativa, alzo el cabello de ella, para dejar despejado sus oídos. Acerco sus labios y sin apenas rozar, pero lo justo como para que su cálido aliento acariciara la piel de ella, dijo lo que sería el testamento de su amor:
-"Como prometimos."
Un espasmo dejó escapar un jadeó, el hilo carmesí de la esencia de la vida escapaba por la comisura de los labios de el. Ella temblaba observando como la mirada de su adalid de ensueño se volvía a cada momento más vacía. El la calmo con las pocas fuerzas que le quedaban, mientras miraba al Horizonte, ya que sus sentidos empezaban a aletargarse por el mortecino entumecimiento de su cuerpo.
-"...*Arf*... Sentirás un... Pinchazo, n... *Arf*...No será nada, com...Comparado al dolor que... Sentiríamos, si nos... *Hmpfff*...si nos volviéramos a... *Arf*...se... se...separar..."
La chiquilla se estremecía mientras sollozaba, con el puñal que les separaba apuntando a su cuello. El le sujeto con delicadeza las manos, empujándolas suavemente, como la primera vez que la desfloró de su inocencia. La muchacha abrió los ojos en una mueca de horror por aquel recuerdo, mientras apretaba los dientes con tal fuerza que un rechinar quebró el silencio que acontecía tal momento, cerró los parpados y se separó con rudeza.
El calló al suelo. Desconcertado y confuso, gritó el nombre de la chica. Escuchó unos pasos alejarse junto a unos sollozos, solo podía ver la perpetua oscuridad que se le avecinaba para la eternidad, y una suave voz dijo con la misma amargura de el sabor de la hiel que escupía como bilis y sangre por su boca:
-"¡No! , No lo haré por ti, Se acabó..."
Se dio la vuelta, mirando como el hombre que hasta el momento había amado se desangraba, retorciéndose y agarrándose de la herida. Ella culminó:
-"... Es la última vez que me dejo manejar como una muñeca de trapo, si decido morir... Quiero que sea por que yo elegí hacerlo, y por no por otra persona."
Se giró y sin cesar de caminar dejo a su amado atrás, solo una frase que no llegó a nacer hizo atisbos en sus labios:
-"Te quiero."
La triste y moribunda figura gritó mientras un torrente de lágrimas y sangre se mezclaban con las emociones que cruzaban su maltrecha cara por el dolor...
¡No!... tal vez no era el dolor, al menos el físico...
Si no, el de la traición de su amor.
...
Fue ese momento, en el que se dieron ambos cuenta de la auténtica esencia del Ser Humano.