* Textos, mentiras y juegos de vídeo.
Chris Roberts es, con toda probabilidad, el mayor ganador de la era del crowdfunding. Donde Kickstarter coloca el listón de sus récords en los 20 millones de los relojes inteligentes Pebble Time, su proyecto Star Citizen acumula más de 90 millones de dólares en tres años de desarrollo e intensiva interacción con la comunidad. Desde fuera la cifra provoca mareos, pero desde dentro de la compañía de Roberts, Cloud Imperium Games, podría haber quien no las tenga todas consigo respecto al futuro de la empresa y la hipotética finalización de un juego tan extremadamente ambicioso.
Eso es lo que transmitía
el flamígero artículo que The Escapist publicaba la semana pasada: según ellos habían contactado con nueve empleados de CIG dispuestos a hablar de las interioridades del proyecto, eso sí, desde el anonimato. Y lo que descría el texto de tres páginas era un verdadero sindios: se hablaba de que de los 90 millones solo les quedaban 8 por culpa de una pésima gestión de los recursos y mucha inversión en ideas que no podían funcionar, que se está despidiendo a muchos empleados, que se va a cerrar uno de su estudios en Austin, Texas, acusaciones de haber utilizado los fondos de los backers para hacer negocios con terceros e incluso señalaban al propio Chris Roberts y su mujer, Sandi Gardiner (jefa de marketing en CIG), por haberse gastado dinero del crowdfunding en «excentricidades personales» además de mantener relaciones conflictivas y hostilidades con varios empleados, de acosarles e insultarles y de demostrar una mala capacidad para el liderazgo.
No es la única controversia que envuelve a la compañía. Los continuos retrasos en el módulo del juego en primera persona, la falta de comunicación con la comunidad cuando se trata de dar malas noticias, la hoja de ruta de desarrollo hecha pública y expandida cada vez más en objetivos y tiempo, o
la guerra contra Derek Smart, autor del MMO Line of Defense que inició una campaña contra Star Citizen después de que su aportación al Kickstarter inicial (que acumuló 2 millones de dólares, el cuádruple de lo solicitado) fuese rechazada y su cuenta en los foros de CIG baneada por considerar que estaba utilizando la plataforma para dar visibilidad a su juego.
Pero esta vez parece que la mierda que ha tocado el ventilador tiene también un ticket de regreso. Al final del artículo The Escapist añadía que Cloud Imperium no había respondido a su solicitud de comentarios al respecto de la información, pero nada más publicarse el texto Chris Robert hacía público un correo electrónico en el que refutaba, una a una, todas las acusaciones: que lo de los 8 millones era falso y tenían otras fuentes de ingreso extra; que no solo no se estaba despidiendo sino que se estaba contratando a más gente; que el dinero de los backers jamás se ha usado para asuntos privados y que él vive de los royalties, de la venta de Origin a EA, de la venta de Digital Anvil a Microsoft y de inversiones prudentes; que del estudio en Austin no cierra y solo se ha reestructurado a una minoría y que todos han sido reasignados a Los Angeles o Europa por temas de eficiencia; y que la asociación de CIG con otras compañías ha sido siempre en beneficio del proyecto. Roberts dice que el email fue enviado más de tres horas antes del límite que les dio The Escapist, y The Escapist
dice que solo recibió la respuesta su redactor jefe, John Keefer, y que tendrían que haber puesto en copia a otros miembros del staff. En cualquier caso, la revista ha editado el artículo agregando las réplicas de Chris Roberts.
Todo habría quedado en un tenso malentendido de haber terminado así, pero el domingo por la tarde Cloud Imperium
hacía pública una carta de cinco páginas firmada por el vicepresidente de la compañía y el abogado Ortwin Freyermuth donde denunciaban la naturaleza difamatoria de varias acusaciones incluidas en el artículo, de mala praxis y de ignorar la ética periodística por no dar la oportunidad de defenderse a Sandi Gardiner tras acusarla de racismo y homofobia, y pone en duda el testimonio de los entrevistados, dos de los cuales eran completamente anónimos. The Escapist los verificó al recibir fotos de tarjetas de identificación de CIG con el nombre censurado, pero Freyermuth asegura que la compañía no ha utilizado nunca tarjetas de identificación en ninguno de su estudios y especulan con un nuevo ataque de Derek Smart.
El caso es que la carta termina con tres exigencias dirigidas a The Escapist y la compañía a la que pertenece, Defy Media: una disculpa personal a Gardiner y otros miembros de CIG por el daño emocional y de potencialmente repetitivo que les han ocasionado, una disculpa pública en su web y una retractación del artículo hasta que se haya aclarado todo, y una investigación profunda e independiente sobre las circunstancias que rodean al artículos y los posibles intereses del staff en colaborar para conspirar contra Cloud Imperium.
De lo contrario, aseguran, las palabras mágicas: demanda judicial. La compañía habla de acciones legales simultáneas en Estados Unidos y Reino Unido (donde al parecer las leyes contra la difamación son muy estrictas) si las exigencias no se cumplen con fecha límite en el lunes día 5 de octubre.
Y, efectivamente, no se cumplieron.
El lunes por la tarde The Escapist publicaba una breve declaración:
"A pesar de las advertencias de Cloud Imperium Games, The Escapist mantiene su cobertura de Star Citizen y pretende seguir investigando y desarrollando esta historia. Desde que publicamos el artículo hemos sido contactados por fuentes adicionales a las que estamos entrevistando y que corroboran varias de las alegaciones expuestas. Además, si la oferta del Sr. Roberts de "conocer a los desarrolladores que están haciendo el juego y ver de primera mano cómo estamos creando uno de los más ambiciosos juegos de PC" sigue en pie, aceptaríamos la invitación para ofrecer al público la información suficiente como para vetar esas alegaciones y declaraciones por sí mismos. También le hemos comunicado esto directamente a Cloud Imperium Games."Como dicen en
Game Informer, ahora la pelota está en el tejado de Chris Roberts, que deberá cumplir sus amenazas de emprender acciones legales si quiere mantener la credibilidad de un proyecto que podría caer en desgracia si la razón se pone de parte de The Escapist.
Por otro lado, para llevar a cabo los planes de demanda que anuncia Freyermuth está claro que la compañía debería tener pruebas absolutamente irrefutables y evidentes de que lo que dice el artículo de marras es falso e infundado. Ninguna empresa sensata emprendería este proceso si no sabe que tiene las de ganar, sobre todo frente a antecedentes que crearon jurisprudencia como el del caso
New York Times contra Sullivan de 1964, en el que la Corte Suprema de Estados Unidos dio la razón al periódico (demandado por el comisionado de Alabama, L. B. Sullivan, por verter alegaciones de racismo y segregacionismo por parte del ayuntamiento contra unos manifestantes negros liderados por Martin Luther King) y acuñó
la doctrina jurídica de la real malicia, según la cual se entiende que no puede producirse una calumnia o difamación si no hay un conocimiento previo de la falsedad de los hechos o una imprudencia manifiesta en la búsqueda de la verdad.
Veremos cómo evoluciona el culebrón, pero parece claro que, tratándose Star Citizen de un proyecto mayormente financiado a través de la confianza de los jugadores, y The Escapist de un medio que se subió al tambaleante carro del GamerGate enarbolando la bandera de la ética periodística, aquí solo puede quedar uno.