- ¿Hola? ¿Estás aquí? - y esas fueron sus últimas palabras.
Valientes últimas frases de un capullo integral. Siempre queremos imaginar nuestra muerte como algo noble, algo con honor, algo simbólico, una muerte en paz rodeado de los tuyos o una muerte heróica salvando al ser amado. Una muerte despues de una vida larga y fructífera, o una muerte joven exprimendo al máximo tu existencia.
La muerte...todo se queda pequeño cuando llega, es un acontecimiento tan único en la vida que nunca podemos estar plenamente preparados...nunca nadie hace todo lo que desea en la vida, nunca nadie obtiene todas las respuestas, ni conoce todos los lugares, ni todas las emociones ni...la muerte llega siempre pronto para quien quiere vivir y siempre tarde para quien quiere morir. Es un incordio.
El caso es que, si bien es cierto lo dicho, que nunca estamos preparados y que esperamos que sea algo memorable (por aquello que dicen de que hasta que no dejan de recordarte no mueres del todo) nunca antes se vio muerte mas lamentable, ridícula y patética que la de nuestro amigo, que, mientras a sus 32 añazos jugaba al escondite con su hijo de cinco, al que adoraba; estando en la flor de la vida con una mujer preciosa a la que amaba con locura; y estando a punto de lograr el auto perfeccionamiento personal y económico, una abeja le pico en la sien derecha cuando apartaba aquel arbusto o pequeña connífera. Casualmente la misma abeja que habia protagonizado un instante antes éste valioso momento parental.
- Papa, un bicho, un bicho, mátalo.
- No, luisito, este bicho es inofensivo si tu no le haces nada, las abejas se preocupan de hacer la miel que tanto te gusta.
- ¡¡Mieeel!!
Y eso fue lo último que pensó antes del colapso nervioso: ¡¡Mieeeel!!