Actos y ConsecuenciasCadáveres. Allí, ante nosotros, yacía la respuesta a cada caso de desaparición no resuelto en los últimos años. Desmembrados y violados en lo que parecían rituales, los cuerpos se contaban por decenas. El olor a podredumbre y las moscas que plagaban el lugar eran el broche perfecto para terminar de convertir la habitación en un lugar de pesadilla.
Presentamos nuestro horrible hallazgo a la capitana, y pronto se realizó un registro a fondo de la casa. Aparecieron muchos más cuerpos, ocultos y violados del mismo modo.
El descubrimiento impactó sobre Bravil con una fuerza terrible: los Bravilianos, horrorizados e indignados, pedían sangre, y en cuanto se conoció de qué modo habían sido profanados los cadáveres, las cabezas se giraron rápidamente hacia el gremio de magos y sus nigromantes.
Sí... los hechos de Bravil: uno de los principales incidentes que llevaron a la reforma de Traven y el cisma del gremio de magos. Sin embargo, por aquél entonces los nigromantes aún contaban con poder en el gremio, así que lograron repeler temporalmente a las masas furiosas.
La verdad es que no teníamos pruebas en contra del gremio, pero Bravil estaba apunto de estallar y el conde estaba histérico. Necesitaban un chivo expiatorio, y tenían al candidato perfecto.
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-¿Cómo? Es una broma, ¿verdad?
Tiberius se incorporó y se inclinó hacia su amigo, indignado. El semblante de Garrul no indicaba que estuviera bromeando.
-Ojalá lo fuera. Será dentro de dos días.
-¡Pero es solo una cría! ¡Una niña mimada que se dejó engatusar por historias de ladrones! ¡No tiene nada que ver con esto! ¡Algunos de esos cadáveres llevan más años muertos que ella viva!
-Ya lo sé, Tiberius, y estoy seguro de que el Conde y la capitana también, pero no les importa. El Conde está completamente ido. No lo había visto nunca así. Creo que este hallazgo le ha afectado el juicio. Solo quieren echarle la culpa a alguien y enterrar el asunto antes de que vaya a peor.
-¿Pero por qué? ¿Con qué pruebas?
Garrul se encogió de hombros.
-Entró a robar en el gremio de magos. Dicen que se llevó no-se-qué de nigromancia.
Tiberius esbozó una sonrisa totalmente desprovista de humor y volvió a derrumbarse en su asiento.
-Imagino que dirán eso, sí... aunque sea mentira. Tu viste lo que robó cuando se lo confiscamos: un par de cálices, unos pergaminos mugrientos... ¡No es que pudiera ocultar mucho más en ese traje!- Tiberius se llevó una mano a la cabeza- Oh, por Mara... ¡Fuí yo quien la arrestó!¡Debería haber dejado que...!
-No te atormentes, Tiberius.- interrumpió Garrul- La chica eligió un mal momento y objetivo para jugar a los ladrones. Tentó a la suerte y perdió. No hay más. Tu no debes pagar por sus errores.
Tiberius le escuchaba con la mirada perdida en la nada. Levantó su jarra y echó un trago, pensativo.
Esa noche no durmió demasiado. En cuanto cerraba los ojos, le asaltaban imágenes del arresto de la joven, sólo que, esta vez, en lugar de arrestarla, la atravesaba con su espada.
Se despertó en varias ocasiones, bañado en sudor, hasta que decidió dejar de intentar dormir. Pasó el resto de la noche bebiendo, intentando convencerse de que sólo cumplía con su deber, de que no era su responsabilidad.
Al llegar el alba, sin embargo, ya había tomado una decisión.
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-¡Tú!-gritó- ¿No te burlaste ya lo suficiente de mí? ¿Tienes que venir a humillarme más?
La elfa agarró la coraza de Tiberius a través de los barrotes. Su rostro estaba deformado por la ira.
-¡Tarde o temprano me soltarán, y entonces...!
-Veo que no eres plenamente consciente de tu situación.
-¿Qué quieres decir?
Tiberius suspiró. Mejor ir directo al grano, pensó.
-Te ejecutarán mañana al mediodía.
-¡Si claro!
-¿Tengo cara de estar bromeando?
La elfa observó la cara cenicienta de Tiberius y comprendió que no mentía. Una retahíla de emociones recorrió entonces su rostro: la sorpresa dio paso a la confusión, y luego empezó a emergir el llanto.
-Pero... ¡¿por qué?! ¡¿Por robar unos estúpidos papelajos?!- gritó, llevándose las manos a la cara, horrorizada. La rabia le permitió tragarse su pesar y se giró de nuevo hacia Tiberius- ¡¿Por qué has venido tú a decirme esto y no el carcelero?! ¡¿Disfrutas viendome sufrir?!
Tiberius estaba poniéndose cada vez más nervioso, así que le cogió la cabeza a través de los barrotes y le tapó la boca con la mano. Ella lo miró con los ojos muy abiertos.
-¡Cierra esa bocaza!-le espetó- ¿De verdad crees que he venido aquí a las cuatro de la madrugada sólo para reírme de ti? ¡Vas enviarlo todo al traste!
Tardó unos segundos en comprender, pero pronto la esperanza bañó su rostro de nuevo, aunque la angustia seguía predominando. Cuando Tiberius vió que se había calmado, retiró la mano lentamente.
-¿Vas a sacarme de aquí?- se sorprendió ella.
-No es agradable, pero es lo que hay. Es la hora del cambio de guardia y algunos de mis compañeros son bastante descuidados, así que podrás llegar con relativa facilidad al canal. A partir de allí, todo dependerá de tu habilidad como nadadora y capacidad para evitar ahogarse en la inmundicia.
-¿Tienes mi armadura?- preguntó, esperanzada
-Definitivamente no. Esta tela de saco te proteje mejor que esa abominación. Ahora vamos, tenemos mucho que hacer y muy poco tiempo.
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El plan funcionó, la chica escapó y no la volví a ver. Recuerdo que me fui a dormir con la satisfacción de haber hecho lo correcto.
Pronto aprendería que a veces hay que pagar un alto precio por hacer el bien.
Debería haber pensado más.
A la mañana siguiente, una multitud furiosa esperaba ante el patíbulo, solo para descubrir que se habían quedado sin ajusticiada. “La guardia es inutil” “Están protegiendo a los nigromantes” “Traición!”... El crimen más oscuro de la historia de Bravil y se encontraban con que el gobierno sólo les ofrecía excusas balbuceantes. Hubo disturbios graves por toda la ciudad, especialmente en el gremio de magos y en la entrada del castillo. Eso era previsible, pero nadie se podía imaginar que el conde perdería la templanza y nos ordenaría cargar contra la muchedumbre.
Aquél dia sangriento hubo muertes a nuestras manos. Por obedecer al conde, nos ganamos el justificado odio y recelo del pueblo de Bravil. No solo se habían estado cometiendo atrocidades bajo nuestras narices, sino que ahora las cometíamos nosotros. El pueblo ya no confiaba en la guardia ni en el Gobierno, y el Conde sabía que la prisionera había escapado con ayuda de un traidor, de modo que se sumió en la paranoia y la bebida a partes iguales. Pronto empezó la caza de brujas.
Ordenes de arresto absurdas, interrogatorios extremadamente crueles, leyes sin sentido... todo esto palidecía al lado de las ejecuciones. Terentius se dejó llevar por el miedo, y a la vez lo adoptó como arma.
“Mano dura”, dijo, “Solo entienden el miedo”, así que sembró el terror en la ciudad. Endureció las penas hasta castigar con la muerte casi la totalidad de los crímenes. Bravil se convirtió poco a poco en el muestrario de muerte que es hoy en día... y los macabros escultores de este monumento al horror somos ni más ni menos que los que en su día juramos proteger a los ciudadanos. La guardia.
Durante cinco largos años pagué silenciosamente mi error. Me obligaba a mirar a los ojos a los condenados que no podía salvar por otros medios, y yo mismo los escoltaba hasta el patíbulo, un trabajo que nadie más quería pero yo aceptaba voluntariamente. El conde confundió mi penitencia con devota lealtad y me recompensó con ascensos, cosa que me permitió evitar a algunos inocentes el frío beso del hacha.
Quizá la ciudad habría acabado estallando de todos modos, muy probablemente los disturbios habrían tenido lugar incluso si la elfa hubiera sido ejecutada, pero no puedo evitar culparme de lo que le sucedió a Bravil.
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Ta-dá xD
Vangas92, sospecho que se lo que causa tu error. Puede que se trate de algun problema del juego al pasar a la música de batalla y salir de ella. Para eso, prueba a ir a la carpeta data del juego, encuentra el directorio de musica de batalla y borrala toda. A ver si hay suerte...