The Who
"This is my generation"
Hablar de The Who es hacerlo de uno de los grupos más revolucionarios de la historia de la música popular contemporánea. Habitualmente obviados cuando se citan a los mejores grupos de la historia, oscurecidos durante sus momentos de esplendor por otras bandas coetáneas más mediáticas (léase Beatles, Stones, Jimi Hendrix Experience o Led Zeppelin), frecuentemente criticados por los proyectos faraónicos de su líder, Pete Townshend, y minimizados, en muchas ocasiones, a lo anecdótico (destrozo de instrumentos, habitaciones, peleas y locuras varias perpetradas por Keith Moon), han acabado ocupando uno de los puestos centrales en la historia de la música, por sus propios merecimientos.
La historia de The Who es la de un grupo que supo moverse con gran pericia en unos años muy fecundos musicalmente hablando. Formados en Londres en 1963 como resultado de la incorporación del bajista John Entwiste y el guitarrista Pete Townshend a The Detours, banda liderada por el cantante Roger Daltrey, pronto incorporaron al joven baterista de los Beachcombers Keith Moon para redondear su formación definitiva. Eran momentos en los que los movimientos juveniles comenzaban a despuntar y The Who, influenciados por estilos tan variados como el surf, el skiffle, la música negra, el rock de los 50 y artistas como Eddie Cochran, Mose Allison, Bob Dylan, los Beatles o los Kinks, no iban a ser menos. Gracias al publicista Pete Meaden se convertirían en la punta de lanza del naciente movimiento mod, bajo el nombre de The High Numbers.
La aparición en escena de Kit Lambert y Chris Stamp, asociados al mundo del celuloide, que descubrieron al grupo de Londres casi por casualidad, aceleró las cosas. Tras el paréntesis de High Numbers, Townshend y los suyos volvían a denominarse The Who, y estaban dispuestos a comerse el mundo. Ficharon por Decca tras ser rechazados por la EMI y, bajo los auspicios de Shel Talmy, productor de The Kinks y patentador del feedback en sus grabaciones, lanzaron al mercado dos sencillos prometedores, I can’t explain y Anyway, Anyhow, Anywhere, poco antes de darse a conocer definitivamente con el himno My generation.
La trascendencia del tema, escrito por Townshend durante un viaje en tren, se basaba en la puesta en cuestión de los valores de la época, además de una exacerbada idealización de la juventud y un deseo de ahuyentar la vejez, muy en la línea de ese Young Man Blues de Mose Allison que interpretaban en directo. Roger Daltrey cantaba con su característico tartamudeo “espero morir antes de llegar a viejo”, y esa frase se convirtió en una máxima que muchos miembros de su generación cumplirían al pie de la letra, desde Jimi Hendrix y Brian Jones hasta Janis Joplin.
The Who unía a sus poderosas letras un sonido inconfundible, un verdadero wall of sound caracterizado por el poderoso bajo de John Entwistle, la guitarra incandescente de Townshend y la furiosa batería de Keith Moon. La actitud del grupo en el escenario también contribuyó a acrecentar su leyenda, con la destrucción por parte de Townshend y Moon de sus instrumentos al final de cada actuación como seña más característica, la pasiva pero efectiva aportación de Entwiste y la desgarradora voz de Daltrey, en la línea de los grandes cantantes de rock and roll.
Con el final de los años 60 a la vuelta de la esquina, The Who sufrieron una metamorfosis. Ya no eran el grupo mod por antonomasia, habían dejado atrás una etapa y se hallaban en la encrucijada que llevaba hacia la música psicodélica y el rock más experimental. Sus discos comenzaron a volverse más complejos (The Who Sell Out es una feroz crítica al consumismo adornada con jingles publicitarios, mientras que A Quick One contiene una opereta de nueve minutos) y cristalizaron, en medio de sus apoteósicas actuaciones en los festivales de Monterrey, Woodstock y Wight, en su obra más conocida, Tommy.
Aunque My Generation les aseguraba ya un puesto en la historia de la música, fue Tommy la obra que catapultó a The Who a la leyenda. El sesudo argumento de Townshend, articulado en forma de ópera rock, hablaba sobre un niño que queda ciego, mudo y sordo tras presenciar un asesinato por parte de sus padres, y que acaba restableciéndose tras muchos avatares. Tommy contenía varias canciones excelentes (mejoradas sustancialmente en sus interpretaciones en directo) y fue un proyecto abierto, llevado sucesivamente a los escenarios, al teatro, al mundo del musical (cortesía de Lou Reizner) y, finalmente, al cine, gracias a la magnífica y aún incomprendida película de Ken Russell, en 1975.
Townshend trató de repetir el experimento por lo menos tres ocasiones más. La primera, The Lifehouse, quizá demasiado pretenciosa, se vio abortada por las circunstancias, pero dio a luz al magnífico disco Who’s Next, una de las cimas musicales de los primeros 70. Después llegarían Quadrophenia, conocidísima por su adaptación al cine en 1979, y que hablaba superficialmente del movimiento mod, y Long Live Rock, proyecto que Towshend ideó a medias con el escritor Nick Cohn, que también quedó aparcado y que nunca llegó a ver la luz.
A partir de ese momento, la bola de nieve comenzó a tragarse a The Who. Las canciones de Townshend sonaban aburridas y repetitivas, el grupo estaba desarticulado y cansado, y Keith Moon, el nervio de la banda, acusaba frecuentemente sus graves problemas con el alcohol y las drogas. Sumergido en una orgía desenfrenada de excesos junto a sus amigos Harry Nilsson, John Lennon, Oliver Reed, los Monty Python y Ringo Starr, participó en varios proyectos interesantes, como las películas 200 Motels (con Frank Zappa) y That’ll be the day.
Pero los problemas de Moon eran más fuertes que sus aciertos, y le acabaron llevando a la muerte en 1978 por una sobredosis de calmantes, precipitando así el final del grupo. La incorporación de Kenney Jones, de los Small Faces, no pudo sustituir a la magnética presencia de Moon, y los esfuerzos de Townshend por adaptarse a los nuevos tiempos fueron en vano. A finales de 1982, tocados tras dos discos mediocres (It’s Hard y Face Dances), serios coqueteos con las drogas que estuvieron a punto de llevar a Townshend a la tumba y con un directo enmohecido, el guitarrista firmó la disolución de The Who.
Pero la anunciada defunción de The Who en 1982 no significaría el adiós definitivo del grupo. Requeridos por Bob Geldof en 1985 para participar en el Live Aid, volvieron a pìsar un escenario, desentrenados pero llenos de magia. Cuatro años más tarde, con una remozada formación y junto a amigos de la categoría de Steve Winwood, Billy Idol o Elton John, volvieron a representar Tommy en una larga gira. En 1996 harían lo propio con Quadrophenia.
Desde entonces, el retorno de The Who a la carretera se hizo evidente. Organizaban conciertos benéficos junto a varios artistas amigos (magnífico el de 2000 en el Royal Albert Hall junto a Paul Weller, Eddie Vedder, Kelly Jones, Noel Gallagher o Nigel Kennedy), publicaron un par de discos en directo y estaban en plena forma, pero volvieron a ser golpeados duramente en junio de 2002. El bajista John Entwiste, el hombre oscuro de la banda, moría en un hotel de Las Vegas. Desde ese momento, Townshend y Daltrey cogieron el toro por los cuernos y han alternado su presencia en los escenarios (desde el Live 8 hasta su show en el Festival de la Isla de Wight) con la grabación de nuevos temas. El 26 y el 27 de julio visitarán por primera vez nuestro país (Barcelona y Madrid, por supuesto), con Zak Starkey (hijo de Ringo) a la batería y Pino Palladino a los mandos del bajo. Una oportunidad para contemplar el directo de la que Loquillo definió como “la mejor banda del mundo”.
José Ricardo March
PD: Pero anda que no se va de cabeza a ver el concierto eh? HARD MODS AIN'T DEATH.