El Guardián del Destino XLIV: Un Caballo y en marcha

Bolgar, el guerrero que intentó llevarse a Karib a Chro, ha fracasado en su intento, y el muchacho ha huido.
Apesadumbrado, vuelve a la casa donde se encuentra su amigo Lenaus que le informa de que debe de partir.
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Cuando acabó, se dirigió a la parte de atrás de la casa y allí encontró a su imponente caballo. Era un enorme jamelgo de color negro y crines oscuras, con fuertes y voluminosas patas y mirada penetrante. Cuando vio a Bolgar pareció alegrarse y galopó hasta él elegantemente, cosa que parecía imposible en un caballo de aspecto tan bruto. El guerrero le acarició la cabeza y se montó sobre la silla del animal para salir por la puerta trasera de la casa.
Jinete y bestia recorrieron las calles principales de la ciudad, aunque no se dirigieron hacia la puerta, sino que tomaron el camino hacia el lado este de Ol. Llegaron a su destino unos minutos más tarde. El edificio era bastante nuevo, incluso parecía recién construido y en su entrada había atados varios caballos. El guerrero entró dentro dejando al caballo atado en la entrada del edificio y habló con el dueño del lugar, luego, ambos se dirigieron a la salida y, montados en sus respectivos caballos, partieron hacia las afueras de los muros de la ciudad. Su destino resultó ser una gran finca a unos quince minutos de la población donde se podía contemplar gran cantidad y variedad de caballos y otros animales de cargas. Las intenciones de Bolgar eran la de tener un caballo que transportase a Karibdys una vez lo encontrase, y para ello había recurrido a un conocido que le dejaría a un buen precio el animal que eligiese.
Tras mucho pensárselo, el hombre decidió llevarse un animal joven, un potro que apenas llegaba a ser la mitad del poderoso corcel de Bolgar, pero estaba pensado para el muchacho de dieciséis años. Una relación entre un animal y su dueño debía empezar pronto, para que se estableciesen los lazos entre ambos. Eso lo sabía él por propia experiencia. Había tenido a su disposición muchos animales, pero el que mejores resultados le había dado era el actual. Lo llamaba simplemente Ion, u oscuro, nombre que aludía al pelaje del caballo. En cambio, el que había escogido para el muchacho era casi blanco, con algunas franjas de color marrón y, aunque era un pequeño potro, estaba convencido de que daría el resultado perfecto para el muchacho.
Tras la breve parada, el Bolgar salió de la cuadra montado en Iyun y con el joven potro a su lado. No quería ponerle todavía nombre. Era mejor que eso lo escogiese el mismo Karib.
El camino que se abría ante sus ojos era una basta llanura amarillenta bajo un cielo celeste imperturbado. Aquel día no hacía demasiado calor, señal de la llegada del final del verano Debería darse prisa si quería llegar a tierra de elfos antes de las primeras heladas, y todo pasaba por encontrar a Karibdys. Pero eso no era problema, pues encontraría al muchacho costase lo que costase, en caso de que estuviese vivo. Tan pronto como estos pensamientos llegaron a su mente, Bolgar paró su caballo y se dirigió al río donde se lavó la cara e intentó quitarse aquella pregunta de su cabeza.
Luego, Bolgar se levantó y se concentró en la realización del hechizo que tenía en mente. Con su mano derecha dibujó unos símbolos en el aire y terminó el conjuro con unas palabras imperativas. Tras esto, cada uno de los símbolos que había dibujado salieron disparados en todas direcciones en busca de Karib mientras Bolgar los seguía con la vista hasta que desaparecieron. Se volvió a lavar la cara y montó en su caballo para seguir galopando en dirección hacia Aucus hasta que cayó el anochecer.
La noche era cálida y se podía contemplar el cielo totalmente despejado. Era una típica noche de fines de verano. Sabía que en unas cuantas horas el frío aumentaría y por ello se había traído un par de mantas con las que taparse. El silencio reinaba en la zona, pudiéndose oír solamente el sonido de río al pasar junto a él y algunas aves nocturnas. Aquello era lo que a Bolgar siempre le gustaba oír, el sonido de la noche. No solía ser muy amigo de las ciudades, aunque reconocía su utilidad. Él era más bien un hombre de campo y de caminos, pues no le gustaba quedarse en un mismo lugar mucho tiempo. En Ol tan sólo había pasado una semana y media, el tiempo suficiente para encontrar al muchacho, y para perderlo. Ahora su deber era encontrar a Karib antes de que le pudiese ocurrir algo. Sin embargo, la noche era un mal momento para intentarlo, así pues encendió un pequeño fuego y preparó el suelo para poder dormir tranquilamente. Tras esto, Bolgar pronunció de nuevo un conjuro y una esfera casi invisible partió de sus manos empezó a agrandarse hasta que los dos caballos y el guerrero se encontraron dentro de ella. Era un hechizo de protección. Nadie podría entrar en la esfera sin el permiso del mismo Bolgar. Podía dormir tranquilo. Y así lo hizo.

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ningu, volví
y espero quedarme por mucho tiempo más
Re-bienvenido seas karibdys. ;)

En seguida te me despistas y te apartas del buen camino durante meses. ¬_¬
Que sea la última vez. :p

Bien, el capítulo me ha parecido descafeinado, pero como dijiste que iban a ser de "transición", pues no le voy a dar mucha importancia. Además se nota que quieres destacar ciertos rasgos de Bolgar, lo cual está muy bien, el problema es que como no tiene mucha chicha (el capítulo) pues mi mente no lo recordara muy bien en el futuro.

Enga más. ;)
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