El Guardián del Destino LIV: La batalla contra Satertel (Segunda Parte)

- Vernarder, necesito tu ayuda- dijo Karib cuando llegó al lado de su compañero.
- Y yo la tuya. Ten, coge esas bolsas y vamos...
- La necesito ahora – le cortó el muchacho.
- Pero, ¿de qué hablas? ¿ y mi hermano?
- Tu hermano está en buenas manos. Ahora es Bolgar el que necesita nuestra ayuda.
- Pero si no le llevamos esto a Dalath mi hermano puede morir y ...
- Vernarder, ¡mírame! – le gritó Karib a la vez que le cogía por los hombros y le obligaba a mirarle a la cara -. Si Bolgar cae vencido, no tendremos posibilidad de salvarle. ¿Me entiendes? – el bandido asintió tembloroso. Karib sintió lástima por el hombre, pues no quería perder a la única familia que tenía. Y él le comprendía, pero ahora debía ser frío y, lo más importante, mantenerse lúcido -. Bien – continuó -, entonces haremos esto: vamos a tenderle una trampa a Satertel.
- ¿Qué es lo que pretendes hacer?
- Verás. Vamos a encerrar a Satertel en la mina.
- ¿Pero, cómo?
- No hay tiempo de explicaciones, sígueme y haz lo que te digo.
- S..sí. De acuerdo.
Parecía que había convencido a Vernarder de que le ayudase, y eso ya era algo. Ahora tenían que prepararlo todo y lo más difícil. Hacer que Bolgar les ayudase. Así pues, ambos se dirigieron hacia la entrada de la mina rodeando el lugar donde estaban luchando los dos guerreros. El lugar estaba en muy malas condiciones. En un pequeño barranco se había hecho una entrada a la mina que bajaba. La entrada no era más que un agujero sostenido por tres vigas de madera medio podridas. Esto lo haría todo más fácil.
Karib cogió su cinturón, que era poco más que un trozo de cuero y le indicó a Vernarder que hiciese lo mismo. Acto seguido, rodeó la viga de madera con él y se preparó para derribar la entrada de la cueva. Por su parte, el bandido hizo lo mismo.
- Sólo espero que funcione – se dijo a sí mismo.
Ahora debía de dar a conocer a Bolgar su plan, pero ¿cómo? Los dos guerreros estaban enzarzados en la lucha y era imposible que le mirase. Tenía que atraer su atención. Pensó unos instantes, pero no se le ocurrió mejor manera que gritarle. Era un sistema basto y rudo, pero eficaz, y aunque Vernarder le miró con cara de malos amigos, a él le interesaba que Bolgar le mirase. Y eso ocurrió. Y como si se conociesen de toda la vida, Bolgar asintió y aprovechó el despiste de su enemigo, que también había mirado, para lanzarle un hechizo. Tiró su espada al suelo, y con ambas manos juntas Bolgar extendió sus brazos hacia Satertel.
- ¡Et ohn! – gritó. Y como si un huracán le empujase, el gran hombre salió despedido por una fuerza invisible hacia la entrada de la mina.
Tan rápido como su asombro les dejó actuar, Vernarder y Karib tiraron de sus cinturones para tumbar las vigas y bloquear la entrada, pero las vigas aguantaron fijas en su posición inicial. Una nueva intentona obtuvo los mismos resultados.
Todo aquel esfuerzo no había funcionado. Pero no se iba a dar por vencido- Presas de los nervios, los dos humanos tiraron sin control de las vigas aunque éstas no se movieron. Entonces un ruido extraño les hizo levantar la vista hacia Bolgar que tenía un aspecto tenebroso. El guerrero estaba rodeado por un aura rojiza que brotaba de las manos. Estaba conjurando un nuevo hechizo.
-¡Apartaos! – gritó al tiempo que pudieron ver como una esfera rojiza envuelta en llamas del tamaño de una cabeza tomaba forma en las manos de Bolgar. Luego, la lanzó contra las vigas.
Con el tiempo justo para obedecer al guerrero, Karib y Vernarder corrieron cuanto pudieron para alejarse del lugar de impacto que saltó por los aires cuando la bola de fuego hizo blanco. Una inmensa humareda y una lluvia de piedras inundó la zona y la confusión creció.
Durante unos instantes Karib no supo ni donde estaba ni qué hacía allí. La explosión le había tirado al suelo y le había dejado semiinconsciente. Sin embargo podía notar el golpeteo constante de los fragmentos de piedra y madera de la mina.

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No soi lo que se dice bueno describiendo las batallitas de marras, así que intento centrarme en otras cosas que rodean la pelea, como las ideas y los pensamientos de Karib para ayudar a Bolgar.
A ver que os parece...
^^

ah por ciertoen el proximo capitulo, o quizá en un hilo aparte, pondré fotos con los paisajes que voi describiendo, así se puede ver si lohago bien o mal xD

Nos e ves
Umm... que descafeinado es el final de Satertel, no? [fumeta]

Yo creo que merecía más atención por tu parte...

Espero ansioso el romanticismo. :P
Ya sé que no he salido en Tele5
GRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR ratataaaa ratataaaa ratataaaa ratataaaa ratataaaa les odiooooooo

¿Final de Satertel? ¿quien ha hablado de final?

nos e ves
Para que veas que tengo en cuenta tus opiniones. Sinceramente le faltaba algo a esta parte. Creo que con esta ampliación y modificación de las situaciones gana mucho, y relleno lo que le faltaba. He descrito la batalla entre Satertel y Bolgar antes de que Karib lo encierre en la mina. Espero que te guste. Y no vuelvas a decir que eres un ignorante o cosas por el estilo, que tengo muy en cuenta todo lo que me dices.
Sé sincero oks?
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- Vernarder, necesito tu ayuda- dijo Karib cuando llegó al lado de su compañero.
- Y yo la tuya. Ten, coge esas bolsas y vamos...
- La necesito ahora – le cortó el muchacho.
- Pero, ¿de qué hablas? ¿y mi hermano?
- Tu hermano está en buenas manos. Ahora es Bolgar el que necesita nuestra ayuda.
- Pero si no le llevamos esto a Dalath mi hermano puede morir y ...
- Vernarder, ¡mírame! – le gritó Karib a la vez que le cogía por los hombros y le obligaba a mirarle a la cara -. Si Bolgar cae vencido, no tendremos posibilidad de salvarle. ¿Me entiendes? – el bandido asintió tembloroso. Karib sintió lástima por el hombre, pues no quería perder a la única familia que tenía. Y él le comprendía, pero ahora debía ser frío y, lo más importante, mantenerse lúcido -. Bien – continuó -, entonces haremos esto: vamos a tenderle una trampa a Satertel.
- ¿Qué es lo que pretendes hacer?
- Verás. Vamos a encerrar a Satertel en la mina.
- ¿Pero, cómo?
- No hay tiempo de explicaciones, sígueme y haz lo que te digo.
- S...sí. De acuerdo.
Parecía que había convencido a Vernarder de que le ayudase, y eso ya era algo. Ahora tenían que prepararlo todo y lo más difícil: hacer que Bolgar les ayudase. Así pues, ambos se dirigieron hacia la entrada de la mina rodeando el lugar donde estaban luchando los dos guerreros. El lugar estaba en muy malas condiciones. En un pequeño barranco se había hecho una entrada a la mina que bajaba. La entrada no era más que un agujero sostenido por tres vigas de madera medio podridas. Esto lo haría todo más fácil.
Karib cogió su cinturón, que era poco más que un trozo de cuero y le indicó a Vernarder que hiciese lo mismo. Acto seguido, rodeó la viga de madera con él y se preparó para derribar la entrada de la cueva. Por su parte, el bandido hizo lo mismo.
- Sólo espero que funcione – se dijo a sí mismo.
Ahora debía de dar a conocer a Bolgar su plan, pero ¿cómo? Los dos guerreros estaban enzarzados en la lucha y era imposible que le mirase.

------------------------------------------PARTE MODIFICADA---------------------------------------

El arma de Bolgar brilló entre sus manos reflejando las primeras luces del alba. Con ella asestó varios golpes seguidos contra Satertel, pero a pesar de la rapidez de ellos, el hombre de hierro conseguía desviarlos todos. Los ágiles movimientos de Bolgar eran contrarrestados con aparente facilidad por su oponente, enfundado en una enorme armadura que, lejos de ser un estorbo, resultó ser la gran ventaja de él.
Con un potente contragolpe, Satertel desestabilizó a Bolgar y tomó las riendas del ataque. Sus golpes eran lentos y pesados, pero muy fuertes como para permitirle a Bolgar opción de contraatacar, aunque por el momento era capaz de desviarlos.
Tres golpes seguidos propinó Satertel a su oponente que acabó medio arrodillado para evitar un impacto directo, desviándolo hacia el suelo, pero tan pronto lo hizo la pierna del guerrero se cernió sobre el arma de Bolgar arrebatándosela de las manos. El rostro de Satertel se iluminó y viéndose vencedor del combate asestó un nuevo golpe hacia su oponente. Bolgar, tan rápido como pudo, rodó por el suelo hacia su derecha, haciendo que el golpe de Satertel se clavase en la tierra.
Tras varias vueltas por la tierra se incorporó. La sangre de su hombro le chorreaba por el brazo izquierdo, casi inutilizado. En su mano derecha, la ausencia de la espada lo hacía vulnerable a los ataques de Satertel, situado a varios metros de él, pero no debía darse por vencido. Fue entonces cuando vio a Karib y a Vernarder colocados enfrente de la mina amarrando algo a las vigas medio podridas de la entrada y comprendió su plan. Ahora debía asegurarse de que estaban preparados y recuperar su espada. Espada que estaba en las manos de Satertel.
Debía conseguirla como fuese. No podía permitir que quedase sepultada en la mina junto a su enemigo.
Nuevamente se preparó para el combate adoptando una posición defensiva. Ahora tenía una ventaja sobre Satertel. Éste no iba a poder manejar ambas espadas a la vez, pues para la que había luchado hasta el momento había necesitado ambas manos, y con otra espada en su poder sus movimientos iban a ser mucho más torpes.
El guerrero enfundado tenía ahora la iniciativa al tener ambas armas y se acercaba lentamente a su víctima mientras Karib y Vernarder acababan los preparativos para el entierro de Satertel. Éste lanzó nuevos ataques con ambas espadas, pero dejando mucho margen a Bolgar para esquivarlos con facilidad. Pero seguía luchando con ambas armas. Bolgar sabía que un ataque corporal no le iba a hacer efecto, pues ni si quiera su espada había hecho más que una rayadura, así que se vio obligado a usar su magia.
Mientras Satertel continuaba con sus torpes movimientos convencido de su victoria, Bolgar preparó un simple hechizo y se acercó deliberadamente hacia al bosque, donde simuló estar atrapado entre su oponente y los árboles. Espero pacientemente al momento justo y cuando Satertel asestó un fuerte golpe contra él lo esquivó y descargó el hechizo haciendo que su espada se hundiese en el tronco de uno de los árboles.
Con una asombrosa agilidad, Bolgar se colocó tras la armadura de su oponente y le sujetó el brazo con el que mantenía agarrada la espada de dos manos obligándole a soltarla usando el peso del arma y el suyo propio. Poco le costó conseguirlo. El arma del guerrero cayó al suelo. Rápidamente Bolgar aprovechó ese momento para deshacer el hechizo que mantenía presa su espada larga en el árbol y recuperarla. Nuevamente estaban en igualdad de condiciones, pues Satertel tenía sostenía, esta vez con ambas manos, el filo oscuro de su espada.
En ese momento un grito proveniente de la entrada de la mina llamándolo le hizo saber que los dos ayudantes improvisados estaban listos para el definitivo final de aquella mole de hierro. Bolgar aprovechó el descuido de su oponente, al que pilló por sorpresa aquello y realizó un nuevo sortilegio sencillo pero efectivo.
- ¡Et ohn! – gritó juntando ambas manos. Y como si un huracán le empujase, el gran hombre salió despedido por una fuerza invisible hacia la entrada de la mina.

------------------------------------FIN DE LA PARTE MODIFICADA----------------------------------------

Tan rápido como su asombro les dejó actuar, Vernarder y Karib tiraron de sus cinturones para tumbar las vigas y bloquear la entrada, pero las vigas aguantaron fijas en su posición inicial. Una nueva intentona obtuvo los mismos resultados.
Todo aquel esfuerzo no había funcionado. Pero no se iba a dar por vencido- Presas de los nervios, los dos humanos tiraron sin control de las vigas aunque éstas no se movieron. Entonces un ruido extraño les hizo levantar la vista hacia Bolgar que tenía un aspecto tenebroso. El guerrero estaba rodeado por un aura rojiza que brotaba de las manos. Estaba conjurando un nuevo hechizo.
-¡Apartaos! – gritó al tiempo que pudieron ver como una esfera rojiza envuelta en llamas del tamaño de una cabeza tomaba forma en las manos de Bolgar. Luego, la lanzó contra las vigas.
Con el tiempo justo para obedecer al guerrero, Karib y Vernarder corrieron cuanto pudieron para alejarse del lugar de impacto que saltó por los aires cuando la bola de fuego hizo blanco. Una inmensa humareda y una lluvia de piedras inundó la zona y la confusión creció.
Durante unos instantes Karib no supo ni donde estaba ni qué hacía allí. La explosión le había tirado al suelo y le había dejado semiinconsciente. Sin embargo podía notar el golpeteo constante de los fragmentos de piedra y madera de la mina.
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