Un escritorio. Lapiceros y bolígrafos perdidos entre las pilas de CD's, conviviendo con las fotografías, los dibujos en blanco y negro que cuelgan inertes de la pared, pero a su vez, despidiendo vida, dejándose mirar a traves de la luz difuminada de sus ojos aparentemente muertos. Conviviendo con los minutos que marcan el despertador con su luz roja, anunciando, inevitablemente, el paso del tiempo sobre nosotros. Y revistas perdidas bajo cuadernos y libros de formulación, sobre papeles que no importan, que con el paso del tiempo, al ser recordados, hacen esbozar una sonrisa de melancolía.
La gata se pasea entre todo el caos, contoneándose entre el desorden, burlándose de él. Acaba sentada al borde de la ventana y admirando la calle. Las gotas de lluvia hacen que parezca que el cristal está llorando.
Y aquí estoy yo; perdiendo la mirada de vez en cuando para saber qué escribir, intentando encontrar la respuesta a mis dudas atravesando los dibujos que descansan en la pared, pero llegando más lejos aún. Atravesando paredes, edificios, kilómetros más allá de donde alcanza la vista. E intento escribir lo que llegan a ver mis ojos. Esto es lo único que encuentro ahora mismo ante ellos.