Caballero de Otoño
Viene, se sienta entre nosotros,
y nadie sabe quién será,
ni por qué cuando dice nubes
nos llenamos de eternidad.
Nos habla con palabras graves
y se desprenden al hablar
de su cabeza secas hojas
que en el viento vienen y van.
Jugamos con su barba fría.
Nos deja frutos. Torna a andar
con pasos lentos y seguros
como si no tuviera edad.
Él se despide. ¡Adiós! Nosotros
sentimos ganas de llorar.
Se nos va otro de los grandes, una voz irrecuperable, una persona entrañable. Todos los homenajes que le llevaban tributando desde hace un par de años presagiaban lo peor: la muerte de un genio, el adiós de un poeta carismático.
Así lo recoge el diario El País. Descansa en paz.
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El poeta y académico de la lengua José Hierro Real ha fallecido hoy a las 14.30 horas a los 80 años de edad en el Hospital Carlos III de Madrid, según han informado fuentes familiares. Los restos mortales del literato han sido trasladados al Tanatorio Sur de Madrid y a las 14.30 de mañana serán incinerados en la intimidad familiar en el cementerio de La Almudena.
Según su viuda, Angelina Torres, el poeta ha muerto "muy relajado y tranquilo", aunque en los últimos días "parece presentía que se acercaba el final de su vida". Torres ha explicado que Hierro había ingresado en el citado hospital a las 15.30 del miércoles y que al hablar con sus amigos les comentaba que "esta vez iba en serio" y que "no iba a salir". "Son las cosas que Dios dispone y no hay que darle más vueltas", ha concluido la viuda, "hay cosas que la naturaleza humana no resiste más".
Hierro padecía graves problemas respiratorios y cardiacos, por los que fue ingresado de urgencia en varias ocasiones. En noviembre de 2000 el poeta estuvo gravísimo a causa de un infarto de miocardio y un enfisema pulmonar, que se agudizó, provocando nuevos ingresos, en octubre de 2001 y en el pasado mes de mayo. La muerte se ha producido finalmente por una insuficiencia respiratoria fatal.
La primera de dichas crisis, hace dos años, le impidió asistir a la feria de Guadalajar de México, donde se le rindió un homenaje. Su gran amigo el poeta mexicano Hugo Gutiérrez le llamó entonces para preocuparse por su salud y Hierro le dijo: "No sea usted imbécil, que estoy vivo. Y además me alegro de no ir a Guadalajara para no tener que aguantar sus pendejadas".
"Es el final y lo sé"
La salud de Hierro, desde entonces no había hecho más que empeorar. Hoy, en el tanatorio, Elsa López, de la Fundación Antonio Gala, recordaba que el pasado puente de la Constitución se encontró con el académico en un encuentro con jóvenes poetas en Córdoba. "No volveré a verte", le dijo entonces el poeta, "es el final y lo sé".
Pese a estos fúnebres presagios, Pepe, como quería que lo llamaran todos, no perdió en ningún momento el sentido del humor y, según su familia, anoche mismo estuvo "tranquilo y bromeando". La muerte le llegó cuando el poeta estaba acompañado de sus dos nietas, Paula y Pacha, quienes han destacado la calidad humana de su abuelo, por encima de sus virtudes poéticas. Hierro deja además cuatro hijos.
Puente entre la generación de posguerra y la de los 50, el poeta, madrileño de nacimiento y santanderino de corazón, era una de las figuras más sobresalientes de las letras españolas, y, aunque no era amigo de solemnidades y premios, acaparó todos los galardones. Entre otros, tenía el Reina Sofía (1995), el Cervantes 1998, el Nacional de Poesía (1953 y 1999), de las Letras (1990) y de la Crítica (1958 y 1965) o el Príncipe de Asturias de las Letas (1981).