Y yo me marcharé. Las campanadas seguirán sonando eternamente, pero yo ya no estaré aquí. Seguiréis haciendo el silencio entre esos doce segundos implacables, cercionándoos del inevitable paso del tiempo, masticando las uvas resurgidas de la esperanza, con la copa delante para brindar por un año mejor, por una esperanza que parece no morir, que sueña cada 31 de Diciembre con que al día siguiente el mundo cambiará, cambiará la vida a mejor. Es eso lo que hace sobrevivir a la gente. La esperanza que parece inagotable, la esperanza de sumar uno a un año moribundo y poder cambiar todo lo malo con eso.
Y yo me marcharé. Y os pediré que no viváis pensando en ese año que está a punto de morir, que viváis una vida en el presente, porque el pasado es la mejor forma de dañarse. No penséis en los grandes logros de la vida, sino en los pequeños detalles de cada rutina, en la causa por una sonrisa, en ese azul del cielo que se puede ver por las mañanas, en una simple ventana, que puede significar tanto para algunos...
Feliz esperanza a todos!
Dedicado a mi amigo Miguel, para que no se deprima en este día tan triste para él...