Las plumas de un Ángel. Cap.8 El final de un camino, una búsqueda y una vida

Un mes más de viaje, les llevaron hasta la fuente de un lejano pueblo, donde se sentaron a descansar. Muchas personas habían quedado en el camino; muchas noches acompañando al frío, muchos días caminando junto al hambre. Risas y muchas más lágrimas pesaban ahora sobre sus pies, y cada paso, era más duro que el anterior.

El día había amanecido claro, y el sol, brillando con orgullo sobre sus cabezas, iluminaba sus cansados rostros al descansar. Allí sentados, bebieron agua y se asearon; Elena, aprovechó para lavar un poco las ropas, que sus fugaces amigos, les habían dado, parecía siglos atrás.

Cuando caía el minuto quince de su descanso, una joven anciana se acercó a la fuente, con un enorme cántaro a cuestas. Quizá suene raro, pero era una joven anciana. La mujer, tendría realmente unos 50 años, pero el duro trabajo y la soledad, habían robado la belleza de su rostro. Las arrugas de su rostro, parecían riachuelos de eternas lágrimas, que sin duda mil veces cayeron...

- Buenos días.- Dijo la anciana dejando el pesado cántaro en el suelo.
- Buenos días.- Saludaron educadamente los dos.
- Parecéis hambrientos y cansados, ¿sois viajeros?.
- Podría decirse que sí.- Dijo Elena con una lastimera sonrisa.
- ¿Y hacia dónde os dirigís?, si no es mucho preguntar.
- A ésta fuente venimos.- Dijo Ángel con sorprendente seguridad.
Elena le miró extrañada, y supuso que sería una manera de decir que no tenían destino. Nada más lejos de la intención del niño....
- Yo me llamo Ángel, y ésta es Elena.
- Mucho gusto, joven amigo. Yo me llamo María, vivo en aquella pequeña casa de allí, a la que los dos, me acompañaréis ahora a tomar un buen desayuno, y no acepto un no por respuesta.
La sonrisa invadió la cara de los tres. Elena y Ángel, llevaban un día sin comer, y María, no solía tener muchas visitas, ni gente con la que conversar, así que todos ganaban.

Sentados a la mesa, conversaron durante más de tres horas, sobre su viaje. Sus aventuras y desventuras; la fábrica, Andrés... El desayuno se hizo comida, la comida, cena, y cuando María apagó las luces y les deseó buenas noches, Elena no cabía en sí de felicidad. Había reído comido y descansado, y ahora, tumbada en la cama más cómoda de su vida, una extraña sensación de paz ya olvidada recorría cada rincón de su cuerpo.
- Ángel.-
- Dime Ele.-
- ¿Dónde iremos mañana?.-
Ángel, sabiendo que Elena no deseaba partir, le dijo: - A por agua a la fuente Elena, a por agua a la fuente....- Y eso, fue lo último que Elena escuchó, antes de caer en un profundo sueño sin recuerdos ni temores, un sueño, cómo solo cuando eres niño, puedes tener....

Vivieron con María durante 3 semanas más. La anciana, era costurera, y las jóvenes pero experimentadas manos de Elena, le vinieron muy bien para aceptar más trabajos, y poder pagar los gastos de sus nuevos huéspedes. Todo era... perfecto, hasta que un día, María cayó enferma, y quedó postrada en la cama, necesitando continuos cuidados. El médico les visitaba tan a menudo como se le podía pagar. Elena, trabajaba muy duro para sacar todo el trabajo sola adelante, y el niño, cuidaba con cariño de María. Otras dos semanas pasaron así, hasta que una noche, Ángel levantó a Elena de la silla de coser, y la llevó de la mano hasta la habitación de la joven anciana.

Los tres sabían que había llegado el momento. Elena se sentó en la cama, y Ángel, en un pequeño taburete, junto a la misma. La joven, con mano temblorosa, recorrió los surcos del rostro de la anciana, y recogió con cuidado su arrugada mano. Las palabras ya sobraban, pero el niño, con gesto serio, se acercó a la cama, y le dio un tirón del camisón a María. Ésta, giró la cabeza para mirarle, y manteniendo una mirada fija entre ambos, sintió un escalofrío; Ángel, asintió con la cabeza, y María, girando de nuevo la cabeza hasta Elena, esbozó la más bella sonrisa jamás vista. De sus ojos brotaron las lágrimas, brillantes de felicidad, y se cerraron un instante, para no volver a abrirse, jamás...

Y así, entre una cortina de llanto y con el alma partida, Elena vio ,sin saberlo, como su verdadera madre moría bajo la triste mirada, de su única hija, hace tiempo perdida.....
Bueno pues aqui os dejo el último. No se si será el final definitivo, o de una etapa, según si me vuelven las ganillas o nop. Espero que os haya gustado, sorprendido y más aún, emocionado. Gracias a todos/as, un abrazo.
Ay, muy bonito, pero no lo puedes acabar aquí :( Elena no ha encontrado su alma, no ha recompuesto su corazón...

Entiendo si no tienes ganas de seguir escribiendo, pero me parece un cuento demasiado bonito para terminarlo aquí de pronto. Me daba la sensación de que quedaba mucho más camino por recorrer junto a Angel y Elena.

En fin, Noah. Muy bonito, si, pero no como final, ¿vale? Aluego, cuando te vuelvan las ganas, lo sigues, vale? Zi anda pofaaaa :)
woa noah, ese final me ha sorprendido.
Ha sido precioso, pero de acuerdo con favila, no lo puedes dejar ahí. ESO NO SE HACE.
Pero weno, la decisión es tuya.
Yo mañana mismo, después de estudiar, me repondré a escribir las historias q he dejao por ahí. Y TU TB.

Este.....
weno, es precioso el relato y ya verás como el camino sigue.
Nos e ves
Hostia Noha, aquí me has impresionado de verdad. No puedes dejar de escribir esto, no lo voy a permitir. (Sé que me dirás que no lo dejarás, que es un descanso; o bien que me vaya a la mierda, ambas son válidas).

Lo de la muerte de María es de lo mejorcito que te he leído, con el niño tirando del camisón, con Elena a un lado de la cama. Sigo pensando en la cálidez que le otorgas a los personajes, que los hacen creíbles. Una pasada...cojonudo...

Por cierto, me quedo con la "paradoja" de Joven anciana...[ginyo]
Ummm... pues yo voy a ser mucho más crítico que los demás... a mi me ha parecido mucho menos emocionante que los primeros.. bien que tenga momentos para llorar pero no están lo suficientemente preparados y eso es algo a lo que a mi me tenías acostumbrado antaño.

No sé, me parece que a este final no le has dado mucho cariño.

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Mucho trabajo?, dónde tas?
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