Fragmento de "Lo peor de todo" de Ray Lóriga
Después de Inglaterra me vine a Madrid y conseguí trabajo en una tienda de ropa de la calle Serrano. No era un buen trabajo, era un trabajo de mierda. Tenía una jefa y un encargado. La jefa era una mujer desagradable que a veces se creía buena y a veces mala y que al final era horrible todo el tiempo. Al encargado le parecía mal todo lo que hacía. Decía que no era rápido, y también que no tenía interés. Al encargado se le descolgaba el labio inferior hasta el suelo pero él parecía no darse cuenta. A veces la gente es feísima y aun así te grita y te manda como si nada. Yo tenía que llevar ropa a las casas de la gente; la gente compraba ropa y yo se la llevaba. Era sencillo y no veía por qué tenía que correr. Pero el encargado se ponía nervioso. Al encargado le sudaban las manos, le sudaban los pies, le sudaba el periódico y le sudaban los hijos.
Fragmento de "Trífero" de Ray Lóriga
I.-SILENCIO
Saúl Trífero se da cuenta entonces de que está de pie, sin motivo, y vuelve a sentarse. Se asusta: ¡A lo mejor hasta he alzado la voz! ¡Qué tontería!, vea usted que ni siquiera llevo una foto de ella en la cartera. (Saca unos billetes doblados y la cuenta de su último almuerzo.)
Enseguida él mismo se pregunta: ¿Y eso qué demonios prueba? ¿No son siempre los culpables los primeros en mostrar las manos limpias? Si hubiera sido capaz de vivir mi vida con mayor dignidad. Se lamenta Trífero. De labios de reyes y emperadores se ha escuchado el mismo lamento. (Ahora se seca la frente con un pañuelo.) ¡Las bromas del destino! Cuanto más cree de su nombre, más crece la sombra de su esposa que amenaza ya su propia sombra. Calejarseuanto más lejos esta' del lago, más clara le parece el agua y más oscuro el fondo. ¿No crecen de igual manera los secretos cuanta más tierra los cubre?
Y hubiera sido tan fácil, al recordar sus gruesos tobillos, sus manos fuertes, sus absurdos postres, ah la repostería, qué ciencia más difícil, al volver a verla en suma en esas otras fotografías que se recuperan al cerrar los ojos y se pierden al abrirlos, hubiera sido tan sencillo -sentado, en pie, en voz baja o a voz en grito- haber dicho, sólo una vez y para siempre, las cinco letras que aún le separaban, apenas cinco pasos del recuerdo de su esposa.
Habría confesado sus pecados, uno a lino, y habría calculado con diabólica exactitud el montante de sus deudas, sin reparos.
Cuántas cosas habría dicho Saúl por no decir Lotte.
Por lo demás, no será ésta la primera vez, ni la última, que empieza a contarse la historia de un hombre desde el final. Ni debiera sorprender a nadie que saltemos de aquí a allá, ni de allá de vuelta hasta aquí, guiados no sólo por el capricho, que también, sino por la necesidad de hacer justicia al color del retrato, tan importante o más que el propio contorno. Se puede reconstruir una vida enfrentando la luz de los salones a la penumbra de las buhardillas, las tazas de té a los tragos de vodka, los besos a las traiciones. Enfrentando estos momentos sin importancia a aquellos acontecimientos devastadores a los que, engañados por el ruido, otorgamos un peso exagerado. Al fin y al cabo, la brisa y los huracanes quedan marcados de manera idéntica en la serie casi infinita de círculos concéntricos que dan cuenta del paso del tiempo en el tronco de un árbol talado.
p.d. prado entre otras cosas... siiiiiiiiiiiiiiiiii :|