Cáp.2
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Pase la noche en vela. Como dormir con este temor que me oprimia el alma. Después de aquel beso me sentí lleno de esperanza pero las palabras de tu hermano habían sembrado mi corazón de dudas. ¿Qué sabia él que yo desconocía? Que podía ser lo que nos sepárese. En mi mente busque alguna respuesta pero solo conseguí confundirme aun mas y sumergirme en un mar de temores.
Transcurrió una semana sin más incidentes. Con la práctica ibas cogiendo cada vez más soltura y dejamos de llegar tarde a clase. Durante las clases nos sentábamos juntos hablando e intimando cada vez más. Esos días fueron para mi un sueño, aunque con palabras no me dijiste lo que quería oír, tus ojos me contaron tantas cosas…
Una día que creía como cualquier otro a la salido nos esperaba tu hermano, pero con el había alguien mas. Junto al auto una figura altanera y pelirroja se perfilaba contra el horizonte. Nada mas verme sus ojos me dirigieron una mirada asesina, que cambio inmediatamente al posare en ti para convertirse en un angelical mirada de amor.
-¡¡Yoa!! – Grito la joven lanzándose a tus brazos y casi haciéndote soltar las muletas- Cuando te echaba de menos.
-¿Qué haces fuera del internado?- preguntaste con evidente sorpresa- ¿no deberias estar en clase?
-Hoy no tenia clase y pedí a Ari que me recogiese, tonto –comento con voz melosa la joven mientras se acerba a ti con infantiles saltos-
Entonces en ese instante me partiste el corazón en mil pedazos, pues dejaste caer las muletas y alzaste a esa chica para darle un profundo beso. Desee huir, correr, estar lo más lejos de aquella estampa que me había deparado el cruel destino.
-Te lo había advertido – me dijo Ari que se había acercado a mi- ¿Ves?, ella siempre estará entre vosotros- comento-
-¿Quién es ella? –Musite mientras Yoa y la desconocida continuaban besándose-
-Se llama Yura, y yo no puedo decirte nada mas –dijo Ari antes de dirigirse a la pareja y gritar- ¡Vamos!
-Adiós Ren, nos vemos mañana –dijiste mientras me dirigias una mirada que decia claramente… Los siento-
Los tres os subisteis al coche y desaparecisteis de mi vista, solo quedo una nube de humo y un corazón desgarrado. Al llegar a mi casa, entré a mi cuarto y me acosté a llorar en silencio. Era tal el dolor que embargaba mi alma. Pensaba que no podía culparte, aunque me habías dado esperanzas con aquel beso jamás me dijiste nada, en mi mente había formado un castillo en aire. Un castillo que se derrumbaba bajo el peso de la evidencia. ¿Debía ser tan egoísta de querer tenerte solo para mí?, estaba seguro que las chicas también te encontraban atractivo, por que entonces me torturaba tanto que que hubiese una chica en tu vida… no…. En verdad no me hería que fuese una mujer, no me importaba en realidad, me era mas importante el hecho de que había otra persona en tu vida, una persona que no era yo. No se como, sumido en estas cavilaciones, me quede dormido con las mejillas húmedas por las lágrimas vertidas en honor de un amor que daba ya perdido.
Quizás una o dos horas después un mensaje me saco del sueño. Era tuyo, me pedías que fuese a un parque cercano para hablar conmigo. Mil preguntas surgieron en mi mente, mil preguntas sin respuesta. Sin dudarlo me levanté, tome las primeras ropas que tenia al alcance de la mano y salí corriendo con el parque como destino.
Llegue en pocos minutos jadeante. Me apoyé en la verja del parque y te busqué con la mirada. El parque no era grande, pero en cambio tenía numerosos árboles que a falta de una poda hacia años cubrían con sus ramas gran parte del camino. Estabas ahí, sentado frente a la fuente burbujeante en banco piedra tallada, bajo una vieja encina que parecía inclinarse sobre ti para darte su sombra. Me acerque a ti despacio, sin hacer ruido y me senté a tu lado.
Nos quedamos allí, quietos, bajo la sombra del viejo árbol. Era tal la quietud que juraría que nuestros corazones latían acompasados. Finalmente mi deseos de saber pudieron mas que mi decoro y le pregunte sin miramientos. Sin ni siquiera mirarle a la cara
-Podías habérmelo contado –dije mientras observaba la fuente- ¡Dime!, teniendo novia, teniendo ya una pareja como has sido tan insensible…Yoa -tome aire y me prepare para decirle- ¿Por qué has dejado que me enamore de ti?
Me miraste unos instantes sorprendido. Pero pareciste pensarlo y bajaste la mirada con un brillo extraño en ella.
-Lo siento- musitaste sin casi mover los labios- Nunca fue mi intención hacerte daño. Te lo juro. Hay algo que debes comprender Ren, ella no es nada para mí.
-No daba esa impresión cuando la besabas- conteste enfadado No pude quedarme callado al oír esto - ¡Si vas a decirme algo, dímelo ya!-
-Ren… no es tan fácil…- contestaste-
-Si es tan fácil – le dije manteniendo la mirada de sus ojos- ahora lo comprendo, comprendo tu juego Yoa, te gusta ser el centro del mundo, te encanta que los demás te adoren. Eres el mejor en los deportes, el mas hermoso… no te importa nada mas que tu vanidad. No te importa romper corazones si tu ansia de adulación esta surtida.
Enfadado, molesto. Pero sobre todo con el corazón en puño, sangrando de impotencia. Me levante del banco y me dispuse a irme, a perderte de mi vista. Varias lágrimas corrían ya por mis mejillas. Entonces sentí tus brazos a mi alrededor, abarcando todo mi pecho. Tus calidas manos se entrelazaron frente mi rostro. Me quede allí quieto sintiendo tu cuerpo contra el mío. Me abrazaste por lo que fueron horas para mi…
-Ren… tu sabes a quien quiero, tu corazón lo sabe, sabes bien por quien sonrió y por quien vivo –Susurraste a mi oído- pero la vida no es tan sencilla. Hay veces no podemos expresar nuestro amor…
-No lo comprendo Yoa –conteste llorando- No entiendo nada… ¿Qué es Yura para ti?
Dejaste de abrazarme y te volviste a sentar en el banco. Me senté a tu lado sin entender nada.
-Yura es una sombra de mi pasado –dijiste mirando al infinito- Entonces salía con Yura, ella hizo mucho por mi cuando mi madre falleció, ella fue una cuerda a la que agararme a la cordura. Ella fue mi vida… pero hace un año descubrí mi autentica naturaleza… pero no quise aceptarla, me daba miedo a mi mismo. Terror, pánico. No creía posible que mi corazón fuese así. No he sido capaz de dicirselo.. no he sido capaz de hacerle daño.
-Pero no la amas… -conteste atónito tras estas revelaciones-
-No… me di cuenta cuando te conocí –cuando dijiste esto me ruborice- No… no amo a Yura, pero comprende que no quiero hacerle daño… quizás llegue a amarla, pero eso se ha acabado. Ahora solo amo a una persona.
Me quede paralizado, pensaba a toda velocidad si realmente querías decir lo que creía. Nos quedamos unos instantes mirándonos a los ojos, durante un momento me perdí en el azul de tu mirada. Pero entonces me cogiste la mejilla igual que lo habías hecho hace lo que parecía ya tanto tiempo y te acercaste a mi.
Mientras nuestros labios se acercaban mi mente estaba en blanco, solo era un espectador. Con infinita delicadeza me besaste tiernamente. Cerré los ojos para disfrutar de aquel beso. Mi primer beso. Y realmente se lo había dado a alguien que amaba. No podía ser mas feliz que en aquel instante. Desee que ese momento durase para siempre, eternamente. Besándote en frió banco del olvidado parque.
-Yoa…- musite-
-Ren, no digas nada –dijiste mientras acariciabas mi rostro tiernamente-
-Ejem Ejem –dijo una voz a nuestras espaldas- ¡Debería daros vergüenza degenerados!
Quien gritaba era una anciana vestida de negro que nos amenazaba con un vetusto bastón. La anciana tenia la venas del cuello henchidas y enrojecida la cara. Parecía que le fuese a estallar la cabeza. En ese momento, atraído sin duda por los gritos, un policía se acerco a nosotros.
-¿pasa algo señora? – Pregunto el policía mientras se ajustaba la gorra a una cabeza a la que le faltaba mucho pelo-
-Estos dos desaprensivos estaban dando una espectáculo bochornoso, ¡aquí mismo!, donde cualquier inocente niño podría contaminarse con el ejemplo. –Dijo efusiva la señora-
-Pero señora… ¿Qué han hecho estos muchachos? –Pregunto extrañado el policía-
-Estos dos truhanes se estaban besando a plena luz del día, ¡deténgales!….- Grito la señora con aspecto de cuervo.
-Pero señora…-contesto el policía suspirando- Besarse no es ningún delito….-
-Pero esta usted ciego, ¿o que?, No ve que son dos... Dos… ¡dos chicos!- Grito la señora que parecía al borde de un ataque de nervios.
-Señora…. Aquí solo veo a una pareja de enamorados que tienen perfecto derecho a usar este parque como mejor les convenga –contesto el policía con un tono de evidente enfado- pero si usted sigue gritando me la tendré que llevar por escándalo publico.
Nos quedamos mirándonos a la vez que aguantábamos la risa mientras la anciana señora se ponía aun mas colorada y se marchaba con la cabeza baja. El policía nos guiño un ojo y continúo con su ronda.
Cuando se hubo marchado comenzamos a reírnos dando palmadas felicitando al policía que tan bien había hecho su trabajo, cuando dejamos de reír volvimos a mirarnos. Debiste mirar tu reloj y tras disculparte tuviste que irte pero no sin antes compartir un último beso en esa tarde. Me quede en ese banco una hora más, disfrutando del recuerdo, del placer de tus besos. Sentí que algo dentro de mí estallaba, crecía y se expandía por todo mí ser…