Algo similar a lo de las cartas peero esta vez le he querido dar un enfoque más pesimista. Como en un mal momento, cuando se está de bajon. No es que yo lo esté, pero queria cambiar el estilo
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Todas las noches igual. Me quedo solo en mi habitación, sin hablar con nadie, pensando… No tengo ganas de nada más. Estoy tumbado. Me entretengo mirando a la lámpara encendida del techo hasta que me deslumbro y tengo que apartar la vista. Pongo las manos encima del pecho y noto como respiro profundamente. Miles de pensamientos bombardean mi cabeza, pero todos son sobre ella. Como odio esta situación…el momento en que una persona se convierte en algo necesario para vivir, para moverte, para despertarte cada mañana, para sonreír y para llorar, para ir a clase o para salir; para todo. Si ella no esta, ya nada es lo mismo.
No se si tengo ganas de gritar, o de darme la vuelta, tumbarme y aplastar la cara contra la almohada evitando hacer el más mínimo ruido, haciendo lo imposible por dormirme para olvidar. Joder!, no puedo más. Tengo la necesidad de decirle todo lo que siento pero…no me atrevo. Me da miedo, ¿que digo miedo?, terror, el contarle lo que pasa por mi cabeza cada vez que la veo. Terror a que se aleje, terror a que se distancie, a perderle… Ella es tan importante… Pero necesito algo más. No puedo conformarme con mirarle a los ojos, dulces y brillantes como ningunos, y hablarle como si no sintiera nada por ella. Cada sonrisa que dibuja con sus labios es una tentación más que he de superar, evitar besarle se me hace imposible…
¡Que demonios! Tengo que dejar de soñar y de comportarme como un imbécil. Ella jamás podría querer estar con alguien como yo. No la merezco. No soy nada especial, cuando ella es magia pura. Mediocre donde los haya, aspiro a veces al cielo, pero luego tengo que volver a la tierra y comprender que un ángel no está hecho para mí.
Pero no puedo evitar enamorarme de ella… Cada vez que me roza, cada vez que, por accidente, noto como sus dedos tropiezan suavemente con mi hombro y por un instante creo que realmente me está acariciando…me pongo tan nervioso…no soy capaz de moverme si quiera, pero rápidamente reacciono y me convenzo a mi mismo de que es imposible que ella disfrute tanto como yo al estar cerca de mi. Me odio a mismo por darme esperanzas, por hacerme ilusiones, por distorsionar lo que me rodea para así poder soñar con que algún día las cosas saldrán como yo quiero. Odio esta vida que me ha tocado vivir sin ella…
Envidio a sus manos por que ellas pueden tocar su boca o su pelo… Quisiera ser un espejo de su habitación, que pudiera observarle cuando se levanta, cuando se despereza e intenta despertarse. Algo tan habitual, tan irrisorio y a la vez tan autentico y sincero. Pero he de conformarme con sueños…
Vuelvo a mirar a la lámpara, luego cierro los ojos y no pienso en nada. Me evado de todo porque ella no está aquí… ni lo estará. Tengo que despertar de mis ilusiones pero no se como hacerlo. Soy demasiado débil y endeble, cobarde y estúpido…triste y solo.
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saludos