Tom Asco y Pood, el cangrejo, llegaron al otro lado de la puerta con la certeza, una vez dentro, de que se les había escapado el viajero que tenía el anillo. Se encontraron en un mundo completamente blanco. El suelo, de una extensión casi interminable, pero que terminaba en algún y desconocídisimo sitio, era un blanco tan refulgente que hacía doler los ojos. Tom Asco echó de menos sus gafas de sol. Estaban tres cajones más abajo de la cómoda de su madre. Tom se acordó de lo bonitas que eran las gafas y sintió un placer casi absoluto, y digo casi, porque no le duró más que ocho milésimas de segundo. Algo casi tan imperceptible como roña que se esconde en los pliegues de las orejas.
Inlcuso menos.
Pood puso cara de asombro. En realidad era su primer paseo interdimensional. Allí no había nadie. Abrió la boca y le dijo a su compañero:
-Af, tud, ni sus ni sas- ¡Las palabras le salían en otro idioma
-¡Cataf!- gritó Tom que quería decir "¿Qué?"
-Af, tud, nagas, nagas, ¿Toco nashi?
Nada, no había manera. Así que probaron a hacerlo por señas. Pero se encontraron con un terrible impedimento. el lenguaje visual del humano no era en absoluto inteligible para un cangrejo azul metalizado. Y el cangrejo se econtraba bastante limitado con las pinzas.
Tom Asco se empezaba a desesperar cuando se ocurrió la solución. Dio unos pasos hacia atrás, se giró ante la atónita mirada del Cangrejo, se bajó la bragueta de sus tejanos azules y orinó.
La sorpresa llegó cuando el líquido en cuestión tocó el suelo. Inmediatamente, y en horizontal, allí donde caía la orina de Tom se abría una nueva puerta interdimensional. El cangrejo hizo ruido con las pinzas. Tom le dijo que gracias por el aplauso, aunque lo que salió de su boca fue algo así como "Tanaf". El cangrejo seguía chasqueando sus pinzas, lo que, lejos de significar lo que Tom Ascco pensaba, venía a querer decir algo como "No seas cerdo, Maricón, haberte ido un poco más lejos"
Cuando Tom se apartó, el cangrejo se percató de la nueva puerta. Tras un par de fútiles intentos por realizar lo que parecía un estúpido baile de alegría. Tom y Pood se lanzaron por el agujero del suelo. Cayeron durante un buen rato, hasta chocar contra algo blandito y suave. Lo primero que escuchó Tom nada más caer, fue algo en su lengua. Lo cual estaría bien si no fuera porque le recordó que se había dejado la cartera encima de la mesa:
-Sin dinero, no pasas.