Una tarde del oscuro mes de Enero andando por la pequeña ciudad de Sevilla me dí cuenta que mi vida carecía de rumbo y de sentido. Pero supongo que no seré el único. No todos encuentran el amor. Es el tesoro más preciado del hombre. Un corazón que lata por ti vale más que mil tesoros.
Enero se tornaba igual que Diciembre, igual que Enero del año pasado.Sin duda ya mi tiempo no es tiempo sino una prolongada tortura que hace ver más lo que me falta.Este año nuevo se presentaba tan viejo como todos los que ya habían pasado y habrían de pasar si yo no ponía remedio. La mala suerte no existe. Mis ojos lo habían visto ya todo. O eso pensaba yo. En un súbito e inexplicable impulso me decidí a acabar con mi vida. Ya no valía nada para mí. Pero de camino a casa, cogí otro camino y vi una pequeña plaza que no había visto antes donde la sombra y el sol se fundían en perfecta armonía dando a aquel lugar un halo misterioso donde las flores adquirían un color apagado pero vivo.En ese instante me di cuenta que no lo había visto aún todo. Y eso me dió de nuevo vida.