Álam examinó cuidadosamente la pesada puerta de metal que bloqueaba la salida del túnel. Por desgracia para ambos, Mariana parecía haberse olvidado de darles también una llave para la cerradura electrónica de aquella puerta y ahora los dos se encontraban atrapados en el túnel.
Volver atrás era imposible tras lo sucedido en el corredor inferior y por más que buscaba no encontraba ninguna forma de abrir aquella maldita puerta. Por un momento pensó en la posibilidad de usar su espada para cortar la cerradura y abrirla por la fuerza, pero tras examinar más detenidamente la puerta había descubierto un pequeño foto-sensor junto a la cerradura y desechó la idea.
Era evidente que el ingeniero responsable de la construcción de aquel túnel también había pensado en esa posibilidad y cualquier intento de acercar siquiera un arma de plasma a la puerta activaría la alarma y los descubriría.
-¡Maldita sea!. -Cansado de repasar una y otra vez la superficie de la puerta buscando alguna solución, Álam pareció darse al fin por vencido y se apartó de ella. -No hay forma. La puerta es muy sólida y no tenemos la llave. Tendremos que volver por donde hemos venido y esperar que todo se haya calmado ya en el pasillo de abajo.
-¿No podemos forzarla?. -Preguntó Melissa no demasiado convencida con la idea de volver. -Imposible. -Respondió Álam al tiempo que sacudía negativamente la cabeza. -Es una puerta de acero, no cedería por mucho que la empujase. Y no puedo usar la espada para cortar la cerradura o saltaría la alarma.
-¿Y si probase yo?. -Insistió Melissa mientras se acercaba a la puerta y dirigía su atención hacia la cerradura. -A lo mejor yo sí puedo abrirla.
-¿Tú?.
Álam no pudo evitar sonreír ligeramente al oír esto. Él mismo había probado ya a empujar aquella puerta con todas sus fuerzas y la cerradura no se había movido ni un milímetro, así que le resultaba difícil creer que una muchacha tan delicada como Melissa pudiese conseguir algo más. Sin embargo, esta parecía dispuesta a intentarlo y Álam no encontró ninguna razón por la que impedirselo.
-Cómo quieras. -Aceptó Álam aunque mirándola con cierto escepticismo. -Pero no creo que consigas nada.
-¿Tú crees?. -Respondió ella sonriendo burlonamente al tiempo que se acercaba a la puerta y apoyaba su hombro en la puerta para empujarla. -Creo que se te olvida algo.
Tras decir esto, Melissa plantó con fuerza los pies en el suelo del corredor, apoyó una de sus manos en la pared para tener un punto de apoyo y empujó la puerta con todas sus fuerzas. Al instante, y para sorpresa de Álam, la cerradura comenzó a ceder lentamente hasta que, con un fuerte chasquido, esta se partió al fin por completo permitiendo que Melissa abriese la puerta.
-¿Lo ves?. No era tan difícil. -Sonrió Melissa visiblemente satisfecha tanto por haber logrado abrirla como por la cara de sorpresa con que la miraba Álam. -Al menos no para alguien como yo.
-Eso parece. -Respondió Álam mientras se acercaba a la puerta y miraba con incredulidad el pestillo de acero de la cerradura que Melissa acababa de partir por la mitad. - Y tengo que admitir que me sorprende, dudo que incluso un BlackHawk hubiese podido hacer algo así.
-Nathaniel es mucho más fuerte que cualquiera de los BlackHawk. -Aclaró Melissa hablando en un tono bastante serio que hizo que Álam se girase inmediatamente hacia ella. -Y yo soy hija suya... ¿Recuerdas?.
-Lo sé perfectamente. Pero no es algo que me preocupe precisamente. -Se apresuró a decir Álam al ver la expresión seria que había en el rostro de Melissa. -Aunque de ahora en adelante procuraré no olvidar que eres más fuerte que yo.
Tal y como Álam esperaba, al oír esto y ver la sonrisa con que él la miraba, la preocupación desapareció casi por completo del rostro de Melissa y esta sonrió ligeramente mientras cogía una vez más la mano de Álam para seguir adelante.
Solucionado esto, Álam se asomó con cuidado para comprobar si había algún guardia cerca que pudiese haber oído el sonido de la cerradura al romperse y, una vez seguro, tiró de su mano para que lo siguiese.
Nada más salir del túnel, los dos comprobaron con cierta sorpresa que se encontraban en un estrecho andamio de metal suspendido a unos seis metros del suelo del hangar y se acercaron a la delgada barandilla de metal que lo rodeaba para planear lo que harían a continuación.
Lo primero que buscó Álam fue una forma de bajar de allí, lo que no le llevaría demasiado tiempo ya que aquel andamio comunicaba tanto con el suelo del hangar como con el nivel superior del mismo mediante sendas escaleras de metal ancladas a la pared.
Con esto ya claro, Álam dirigió su atención hacia el suelo del Hangar y buscó entre la multitud de naves de carga y demás vehículos que se amontonaban en su interior algo que pudiese servirles para huir. Necesitaba una nave pequeña, difícil de detectar y lo suficientemente rápida como para que no pudiesen alcanzarlos fácilmente.... ¡Y la encontró!.
Al mirar hacia la esquina noroeste del hangar, Álam pudo ver un pequeño aerodeslizador negro con la garra roja que simbolizaba el ejército de los Vampiros grabada en la parte frontal y dos pequeños cañones asomando bajo los estabilizadores laterales.
-¿Un patrullero?. -Se preguntó Álam nada más verlo mientras rastreaba el resto del hangar con la mirada. -Es extraño. Este hangar parece usarse más para carga y descarga que para labores militares. Además, ni siquiera hay guardias vigilandolo. ¿Qué hace aquí esa nave?.
-Seguro que ha sido cosa de Mariana. -Respondió Melissa sonriendo al tiempo que sacaba de debajo de su ropa la pequeña tarjeta que le había dado la reina y se la mostraba a Álam. -¡Mira!. Antes de irnos me dio la llave de una nave. Seguro que es esa y que fue ella quien la mandó traer aquí.
-Es posible. -Dijo Álam con la mirada fija en la tarjeta que sostenía Melissa. -Después de lo que he visto la verdad es que ya me espero cualquier cosa de Mariana. No sé cuales serán esos planes de los que ha hablado, pero parece tenerlo todo mucho mejor planeado de lo que esperaba.
Dicho esto, Álam se alejó del borde del andamio y se dirigió hacia las escaleras que bajaban hacia el suelo. Una vez allí, y para sorpresa de Melissa, este se quedó mirándola un segundo y, tras echar un rápido vistazo a su falda pareció recordar algo y dejó que ella bajase primero.
En cuanto ella estuvo ya en el suelo, Álam bajó rápidamente dando un par de saltos sobre los peldaños de la escalera y se detuvo de nuevo junto a Melissa. Sin embargo, nada más llegar junto a ella, en lugar de dirigirse inmediatamente hacia el deslizador como esta había esperado, Álam se quedó completamente inmóvil y movió lentamente la cabeza a ambos lados cómo si buscase algo.
-¿Ocurre algo?. -Preguntó Melissa un tanto preocupada por la expresión seria con que Álam miraba a su alrededor. -Espero que no. -Respondió él mientras continuaba examinando los alrededores. -Pero esto no me gusta. No se ve a nadie trabajando en el hangar y tampoco a ningún guardia, está todo demasiado tranquilo.
-Puede que Mariana se haya ocupado también de eso. -Sugirió Melissa. -Algunos de los guardias la obedecen a ella y no a mi padre.
-Es posible. -Nada convencido por las palabras de Melissa, Álam desenvainó de nuevo su espada y dirigió su mirada hacia el lugar en que se encontraba el deslizador. -Pero será mejor que vallamos con cuidado. Manténte unos metros por detrás de mí y si ves o oyes algo dímelo enseguida ¿De acuerdo?.
Aunque en su opinión aquello era excesivo y Álam se estaba preocupando demasiado, Melissa asintió con la cabeza y decidió hacerle caso. Sin hacer el menor ruido, los dos avanzaron entre las distintas naves que se agrupaban en el hangar acercándose cada vez más al lugar en el que se encontraba el deslizador y ninguno de los dos vio ni oyó nada sospechoso.
Sin embargo, cuando ambos se encontraban ya a apenas cien metros de la nave y pasaban junto al último de los cargueros estacionados en el hangar, el brillante haz de luz azul de una espada salió de golpe de detrás del morro de la nave justo en el instante en que Álam pasaba frente a esta y un intenso destello azulado iluminó de pronto el hangar.
-¡No está mal!. -Dijo sonriendo el vampiro al que pertenecía aquella espada al ver la velocidad con que Álam había detenido el golpe con su propia arma. -Eres mejor de lo que esperaba.
-¡Cobarde!. -Respondió Álam con desprecio al ver en sus hombros dos brillantes halcones dorados mientras empujaba con fuerza la espada del vampiro. -Creía que los BlackHawk teníais al menos un mínimo de honor, pero veo que ni siquiera tenéis el valor suficiente como para enfrentaros cara a cara a un humano.
-¿Un BlackHawk?. -Repitió el vampiro riendose ligeramente al tiempo que daba un rápido salto hacia atrás. -No te equivoques. Yo no tengo nada que ver con esos imbéciles.
Esta respuesta sorprendió a Álam que se mantuvo en guardia y observó con curiosidad al vampiro intentando comprender el significado de aquello. Tenía el pelo corto, tan negro como el suyo y sus ojos brillaban con la misma intensidad que los demás vampiros. Pero no llevaba armadura, lo que hacía difícil que se tratase de uno de los guardias del palacio. Y los dos halcones dorados que brillaban en sus hombros sujetando la larga capa negra y roja que ondulaba suavemente a su espalda hacían pensar que sí se trataba de un BlackHawk.
Pero, por otro lado, su comportamiento no encajaba en absoluto con el de estos y, además, se había tomado con demasiada calma la presencia allí de Melissa. Ni siquiera se había sorprendido al verla, cómo si ya esperase verla allí y supiese que no era realmente su prisionera.
-¿Quién demonios eres y que estás haciendo aquí entonces?. -Preguntó Álam al tiempo que movía su espada a un lado y se preparaba para atacar. -Me llamó Gústav. -Respondió el vampiro todavía sin dejar de sonreír. -Y si estoy aquí es por qué tienes algo que me pertenece. ¡Y pienso recuperarlo!.
Nada más decir esto, y antes incluso de que Álam pudiese decir nada más, el vampiro saltó de nuevo hacia adelante y trató de golpear a Álam con su espada. Pero una vez más este fue más rápido de lo que él había esperado y, tras detener el golpe con un rápido movimiento de su espada, contraatacó dando un rápido corte horizontal hacia el vampiro que retrocedió inmediatamente esquivando la hoja del arma por apenas milímetros.
Pero Álam no había terminado. Antes de que este pudiese recuperar por completo la estabilidad, dio un rápido salto hacia él descargando una fuerte estocada vertical hacia su cabeza que el vampiro desvió con dificultad interponiendo su espada en el camino del arma de Álam.
-¿De qué demonios estás hablando?. -Preguntó Álam mientras empujaba con fuerza su espada hacia abajo intentado doblegar la guardia del vampiro. -¿No te lo ha dicho?. -Respondió este sonriendo de nuevo al tiempo que daba un fuerte empujón para obligar a Álam a separarse de él. -Elisabeth es mi prometida. ¡Y no pienso dejar que te la lleves así como así!.
-¿Qué?. -Visiblemente sorprendido al oír esto, Álam bajó un segundo la guardia y dirigió su mirada hacia Melissa. -¿Es eso cierto?.
-¡Claro que lo és!. Creí que te lo habría dicho. -Respondió el vampiro al tiempo que daba una estocada recta hacia el pecho de Álam aprovechando la ligera distracción de este. -¡¡No es cierto!!. -Gritó inmediatamente Melissa al ver la duda en los ojos de Álam que había esquivado con dificultad el último ataque del vampiro y ahora parecía más pendiente de ella que de la lucha.
-Es cierto que estábamos prometidos, pero eso no significa nada. -Trató de explicar Melissa casi con lágrimas en los ojos mientras veía como Álam continuaba retrocediendo frente a los golpes del vampiro. -Es uno de los generales del ejército del Norte y mi padre iba a obligarme a casarme con él como premio por sus victorias en la frontera. ¡¡Pero yo le odio!!.
-No hace falta que me des más explicaciones. -Respondió Álam al tiempo que bloqueaba un nuevo golpe de Gústav y daba una fuerte patada hacia su estómago que lo cogió completamente por sorpresa obligándolo a dar un par de pasos atrás para no perder el equilibrio. -Comprendo perfectamente lo que dices. No te preocupes.
-Me da igual que te importe o no. -Dijo el vampiro mientras se ponía rápidamente en guardia de nuevo y se preparaba para detener un nuevo ataque de Álam. -Elisabeth me pertenece, no dejaré que te la lleves así como así.
Justo en el momento en que decía esto, Gústav dio un rápida estocada hacia el pecho de Álam que se acercaba corriendo hacia él tratando de detenerle. Sin embargo, este esquivó el golpe con una facilidad asombrosa dando un rápido salto por encima del propio Gústav al tiempo que trazaba un arco con su espada hacia la cabeza del vampiro.
Pero este también era rápido. Antes de que pudiese alcanzarle, Gústav bloqueó la espada de Álam con la suya y se giró rápidamente hacia él tratando de golpearle antes de que tocase el suelo. La espada de Gústav pasó a unos milímetros de su hombro derecho y llegó a rasgarle la camisa abriendo una pequeña herida en su piel, pero la rapidez y agilidad de Álam impidieron que este pudiese completar el golpe y acabase con él.
Antes de que la espada del vampiro alcanzase su cuello, Álam saltó de nuevo hacia atrás dando un rápido giro en el aire y aterrizó sobre uno de los laterales del carguero tras el cual se había escondido Gústav.
Al ver esto, y comprendiendo que en esa posición se encontraba en inferioridad, el vampiro corrió hacia la nave más próxima y saltó también sobre ella colocándose a la misma altura que Álam.
Dados los escasos tres metros que separaban una nave de la otra, los dos permanecieron sin moverse durante unos segundos, mirándose fijamente en espera de que uno de los dos hiciese un movimiento. Hasta que, al fin, ambos se decidieron a seguir el combate.
Exactamente al mismo tiempo, Álam y el vampiro saltaron el uno hacia el otro y sus espadas centellearon al cruzarse en el aire mientras los dos caían de nuevo sobre la nave en que antes se encontraba su adversario y los campos de gravitación de estas cedían unos centímetros antes de compensar el brusco cambio de peso.
-Has fallado. -Dijo Gústav sonriendo mientras se preparaba para atacar de nuevo. -Es curioso, creía que los Hunters eráis mejores guerreros.
-Y lo somos. -Respondió Álam al tiempo que señalaba con su espada hacia el suelo, justo entre las dos naves. -¿Qué...?.
Al ver esto, Gústav dirigió su mirada hacia donde señalaba Álam y sus ojos se abrieron de golpe al ver allí, tirada sobre el suelo del hangar, la capa de su traje. Sorprendido, y furioso por esto, Gústav sujetó con fuerza la empuñadura y miró con rabia a Álam.
-¡¡Pagarás por eso!!.
Justo en el momento en que Gústav decía esto, los dos saltaron de nuevo y se encontraron una vez más en el aire. Sin embargo, en esta ocasión las cosas no resultarían tan bien para Álam
Aunque consiguió detener sin problemas el golpe de la espada de Gústav, este consiguió golpearle con su puño dandole un fuerte golpe en el costado y Álam calló bruscamente al suelo quedando completamente a merced del vampiro.
Satisfecho por el resultado de su ataque, Gústav se acercó lentamente a Álam y le propinó una fuerte patada en el estómago que hizo brotar sangre de su boca. Hecho esto, lo cogió por el cuello con una mano asegurándose de que este había soltado su espada y lo sostuvo en el aire frente a él apretando con fuerza su mano pero sin llegar a estrangularlo.
-Como ves, no sois tan fuertes como creéis. -Dijo Gústav al tiempo que lo golpeaba de nuevo con su puño haciendo que este escupiese sangre de nuevo. -Ahora dime. ¿Tienes algo que decir antes de que acabe de una vez con tu miserable vida?.
-Solo... una... cosa. -Consiguió decir Álam respirando con dificultad mientras miraba fijamente por encima del hombro del vampiro. -Melissa no es un.... objeto. No le... pertenece a... nadie.
-Valiente estupidez.
Dicho esto, Gústav levantó su espada y se dispuso a darle el golpe de gracia. Sin embargo, en ese instante pudo ver como Álam sonreía ligeramente y, al darse cuenta de a donde estaba mirando este, giró rápidamente la cabeza hacia allí.
Pero ya era tarde. Lo único que pudo ver fue como una barra de metal impactaba violentamente contra su cara y lo enviaba volando varios metros a través del hangar hasta que una de las paredes detuvo su avance y su cuerpo calló de nuevo al suelo completamente inconsciente.
-¡Álam!... ¿Estás bien?. -Tras librarse de Gústav, Melissa soltó inmediatamente la barra de acero que había usado para golpearlo y se arrodilló al lado de Álam que continuaba tratando de recobrar el aliento. -S..sí, no te preocupes.... -Respondió él con dificultad mientras ella lo ayudaba a levantarse. -Y.. gracias. Siento que hayas tenido que hacer eso.
-No me importa. -Se apresuró a decir Melissa. -Álam, lo que te dije era cierto. Por favor, tienes que creerme, fue mi padre quien nos prometió, yo no quería tener nada que ver con él.
-Melissa, no hace falta que me des más explicaciones. -Respondió Álam que parecía empezar a sentirse mejor y ya podía sostenerse por sí solo. -No me importa lo que haya pasado entre vosotros, lo que me importa es que ahora estás aquí, conmigo. Y no dejaré que nadie te aparte de mí por la fuerza.
-¡Pero no pasó nada!. -Replicó Melissa que no parecía en absoluto satisfecha con la respuesta de Álam. -Yo nunca había sentido esto por nadie y antes, cuando estábamos en la celda y tu.... -Mientras decía esto, Melissa miró fijamente a Álam y este pudo ver como sus ojos temblaban ligeramente. -Aquel fue mi primer beso.
-Lo siento. -Dijo Álam con suavidad al ver la forma en que ella lo miraba. -No pretendía que pensaras que dudaba de ti. Te aseguro que no he pensado eso ni por un solo segundo.
Al oír esto, la tristeza que había en los ojos de Melissa pareció desaparecer de golpe y esta volvió a sonreír de nuevo. Sin embargo, esta sonrisa desapareció casi al instante y fue substituida por una terrible expresión de preocupación que hizo que Álam se girase inmediatamente hacia donde ella estaba mirando.
Y entonces comprendió lo que sucedía. Nada más darse la vuelta, Álam pudo ver como la puerta del hangar terminaba de abrirse y varios guardias entraban a toda prisa con las espadas listas para atacar. Su combata contra Gústav debía haber activado algún tipo de alarma y, ahora que sabían donde estaban, la mayoría de los guardias del palacio no tardarían en reunirse allí.
-¡Maldición!. -Sin perder un solo segundo, Álam recogió su espada del suelo y se giró hacia Melissa. -¡Corre!. Ve hacia el aerodeslizador y usa la llave de Marina para ponerlo en marcha, yo trataré de entretenerlos de alguna forma.
-Pero.... -trató de decir Melissa más preocupada por él que por llegar hasta la nave. -¡Hazlo!. -Insistió Álam mientras se daba la vuelta de nuevo. -No tenemos mucho tiempo.
Aunque todavía con dudas, Melissa decidió hacer caso a Álam y salió corriendo en dirección al aerodeslizador. Mientras tanto, Álam observó inmóvil como los guardias se acercaban cada vez más y más a él y buscó con la mirada algo que pudiese ayudarle hasta que, de pronto, reparó en uno de los grandes depósitos de combustible del hangar.
Sin embargo, antes de que pudiese hacer nada, vio como dos de los guardias lanzaba un par de cuchillos de plasma hacia él y apenas tuvo tiempo de moverse antes de que estos lo alcanzasen. Por fortuna, uno de ellos falló su objetivo y pasó silbando a su lado mientras el segundo chocaba contra la hoja de su espada y caía al suelo frente a sus pies.
Pero entonces, justo cuando creía que ya había pasado el peligro, oyó algo que lo dejó petrificado. Un grito, un grito de dolor a su espalda que hizo que Álam se girase como un rayo hacia donde estaba Melissa justo a tiempo para ver como esta caía al suelo con un cuchillo clavado en su costado.
-¡¡MELISSA!!.
En aquel instante, al verla allí, tumbada en el suelo con la resplandeciente hoja azul del cuchillo centelleando en su costado y su sangre extendiendose sobre el suelo de metal del hangar, Álam notó como una furia y una rabia terribles invadían su cuerpo y como un agudo dolor aparecía de pronto en su cabeza al tiempo que se giraba de golpe hacia los guardias que seguían avanzando hacia él.
Sin siquiera pensarlo, Álam cogió la empuñadura de la espada que había robado al salir de la celda, la activó y la lanzó con todas sus fuerzas hacia los guardias mientras veía como su colgante empezaba a flotar ligeramente sobre su pecho y en su superficie aparecía una pequeña grieta.
La espada voló hacia su objetivo, atravesó a una velocidad terrible los más de trescientos metros que separaban a Álam del primer depósito de combustible y se hundió con tal violencia en la superficie metálica de este que incluso la empuñadura lo atravesó por completo.
Al instante, la hoja de la espada incendió el combustible, el depósito estalló violentamente provocando asimismo la explosión de varias naves cercanas y una nube de fuego y humo cubrió a los guardias convirtiendo la mitad sur del hangar en un verdadero infierno en el que Álam pudo ver como algunos de los vampiros se retorcían de dolor mientras otros con más suerte se levantaban tras haber sido derribados por la explosión.
Y en ese instante, justo cuando la rabia que había en su corazón se hacía más y más intensa y sentía con más fuerza la tentación de abandonarse a aquella furia, Álam recordó algo de pronto y su mente se calmó de nuevo conforme la preocupación por el estado de Melissa eclipasaba cualquier otro sentimiento, incluso aquella terrible furia. El dolor desapareció de tan deprisa como había aparecido y su colgante volvió a reposar una vez más sobre su pecho mientras él corría hacia donde estaba Melissa.
Una vez a su lado, la cogió suavemente en brazos y, tras desactivar el cuchillo y tirarlo a un lado, se puso en pie de nuevo para llevarla al deslizador. Estaba inconsciente y la herida era muy grave, probablemente mortal para un humano. Pero ella no lo era, Melissa seguía con vida todavía y eso bastaba para que Álam olvidase por completo aquella rabia que sentía en el pecho y se concentrase en lo que realmente importaba: en salvar a la joven que llevaba ahora en sus brazos.
Tan rápido como sus piernas le permitían, Álam corrió hacia la nave, cogió la tarjeta que Melissa aferraba todavía en una de sus manos y, tras abrir la cabina, la dejó suavemente sobre uno de los asientos. Hecho esto, saltó al asiendo del piloto, introdujo de nuevo la tarjeta en la ranura de control y activó de un golpe el motor principal del patrullero.
Al instante, los motores de la nave cobraron vida y esta se elevó unos metros tambaleandose ligeramente mientras los estabilizadores laterales se ponían lentamente en funcionamiento. Yen ese instante, justo cuando el deslizador se levantó por encima de las demás naves y Álam pudo ver todo el hangar y a las decenas de guardias que se habían reunido ya allí, este activó el sistema de armamento de la nave, quitó los seguros que protegían los pulsadores de ambos cañones y los presionó con todas sus fuerzas.
Con un zumbido, los dos cañones gemelos de la nave empezaron a girar a una velocidad vertiginosa rociando con ráfagas de luz mortal todo el hangar mientras Álam maniobraba el aerodeslizador para cubrir toda la superficie del mismo. Sabía que aquello no los mataría, pero al menos los haría sufrir tanto como pudiese.
Muchos de los rayos fallaron su objetivo y se estrellaron contra las paredes, otros destrozaron las pocas naves que todavía quedaban intactas en el hangar provocando nuevas explosiones, pero algunos si dieron en el blanco atravesando las armaduras, amputando brazos y piernas y destrozando literalmente los cuerpos de los guardias que tenían la desgracia de encontrarse en su camino.
Y al fin, cuando ya no quedaba nada en el hangar salvo un amasijo de hierros retorcidos y humeantes entre los que podían verse aquí y allá los cuerpos agonizantes de los vampiros, Álam dio la vuelta a la nave, abrió un gran agujero en la compuerta exterior del hangar usando los cañones del patrullero y salió al fin de la fortaleza.
Pero su huida aún non había terminado. Nada más salir, los cañones de la fortaleza apuntaron inmediatamente al deslizador y Álam maniobró como pudo el aparato esquivando los potentes haces de energía de la fortaleza que abrían profundas zanjas y hoyos a su alrededor hasta que, al fin, salió de su alcance y pudo relajarse un poco.
Tan solo le quedaba salir del valle, pero sabía que no podía hacerlo por encima de las montañas si no quería que lo derribasen desde una de las fortalezas menores. Así que solo le quedaba una salida.
Sin dudarlo ni un segundo, Álam puso rumbo a la grieta entre las montañas por la que había llegado y aceleró al máximo el deslizador alejándose aún más de la fortaleza y de las naves que acababan de despegar desde esta para intentar alcanzarle.
En cuestión de segundos, la nave alcanzó la base de las montañas y Álam la guió hacia la abertura esquivando apenas por milímetros las rocas que lo rodeaban y obligando al deslizador a volar formando un ángulo de casi noventa grados con el suelo.
Pero había olvidado algo. Justo cuando estaba a punto de alcanzar la salida y podía ver ya el gran bosque que se extendía al otro lado de las montañas, Álam vio como la torre de vigilancia aparecía frente a él y tiró con todas sus fuerzas de los mandos de la nave para obligarla a ascender.
Los motores rugieron en protesta por el esfuerzo, el casco del deslizador crujió ante la presión a la que estaba siendo sometido y la nave ascendió lo justo para evitar que el afilado extremo de la torre alcanzase la cabina. Pero no lo suficiente como para esquivarla por completo.
Pese a su esfuerzo, Álam no pudo evitar que uno de los estabilizadores chocase contra la torre y el golpe lo arrancó por completo del resto de la nave. Sin una de sus alas para mantenerlo recto, el deslizador se volvió completamente inestable y Álam no pudo controlarlo por más tiempo. Tan solo tuvo tiempo de soltar los mandos y saltar al asiento donde se encontraba Melissa y abrazarla para protegerla con su propio cuerpo mientras la nave se precipitaba violentamente hacia el bosque y se hundía entre los árboles desapareciendo por completo bajo la espesura.