Un olor dulce en los dedos me llega hasta el cerebro, profundamente. 7'75 son tres números y nada más, al menos, eso espero. Una caricia rubia me roza las pestañas. Anillos tiemblan, tienen su propia marca. Vampiros acechan en las esquinas de los bares. Un café y una conversación, la más sincera de todas, la más importante. Pucca asoma su redonda cabeza entre las mangas de los abrigos, tu cigarro se consume lentamente en el cenicero. Dilemas, conflictos internos revolotean por tus entrañas. Y yo aguanto, yo intento sostener tu equilibrio, con dificultad. E intento ayudarte, pequeña. Verde claro brilla por un instante, buscando una salida entre las nubes de la mañana. Nada esta claro... Canciones de nadie conocido atraen tu curiosidad, un acento suave, colombiano despierta tus oidos. Barcelona se tambalea para tí. Tumbonas, rincones de recuerdos, explosiones para tu corazón a diario, como una guerra civil. Siempre te gustó el cine independiente francés... Siento no poder acompañarte, pero tengo que hacerlo.
No temas, pequeña, que aquí estaré a tu lado, aunque creas que no, que sólo soy un café por las mañanas, que sólo soy la risa inglesa. Cuando quieras, pequeña mariposa, yo te enseñaré a volar, yo te haré ver que detrás de toda esta niebla, se esconde un Sol cálido y hermoso. Y no creas que 1987 no es tu año... Detrás de unos tristes y rígidos números, se esconde él. No temas, María, que después de la tormenta, llega la calma. Cambiar de aires, respirar de nuevo en soledad y sentir vivos tus pulmones quizá sea lo que necesites.
Carpe diem, nena.