Je, veo que no soy la única cotilla por aquí
... Realmente no tengo ningún problema, sólo pensaba que el tema podía ser divertido.
Como podéis imaginar, catorce años dan para mucho. Os contaré unas cuantas anécdotas.
Mi caso es extraño, siempre digo que mi suegra y yo somos de planetas distintos. Un ejemplo. Un día me empieza a hablar de lo que le gusta la canción de María Jiménez con La Cabra Mecánica (¿era así? No estoy segura, bueno, da igual). Y me pregunta si a mí me gusta, obviamente me tiene que gustar porque es buenísima. Y yo con cara de
. María Jiménez, vale, sé quién es, pero llegar a saber cuál es la canción que canta con uno o con otro es demasiado profundo para mí. Y vamos, pensar que a mí me puede gustar eso... cuando no me conoces, vale, pero ¡a estas alturas! ¿Todavía no se ha dado cuenta de que si los que cantan no son tíos melenudos que gritan mucho no me suelen gustar?
A lo que iba, ella me dice, como si fuera lo más evidente del mundo: "Niña, la canción que tiene con la cabra, ¿no te gusta?" Y yo: "Pues la verdad es que no lo sé, pero dudo mucho que pueda gustarme". Y así con todo. No tenemos nada en común. Cuando le pones la peli de El Señor de los Anillos se pone a decir que no le gusta la película por esos bichos que salen, y yo, que de mano izquierda tengo poco o nada, le digo que a mí la película me gusta mucho, bichos incluidos.
En fin, casi nunca estamos de acuerdo en nada, pero a pesar de que jamás nos entenderemos, nos respetamos la una a la otra y no hay ningún problema.
Lo malo es que mi suegra me conoció cuando yo no había cumplido los 16 años. La consecuencia es que me trata como si fuera mi madre, y yo os aseguro que mi madre ya me vuelve lo suficientemente loca como para querer tener otra. Así que tengo dos personas en mi vida que me aconsejan constantemente sobre lo que es mejor para mí. Y con treinta tacos que tengo ya puede resultar bastante molesto, sobre todo cuando es por partida doble. Pero vamos, todo se basa en aprender a no hacerle caso a ninguna de las dos.
Con mi suegro sí que tengo más cosas en común. A veces hasta me llama por teléfono para hablar de algún tema que le interese. Pero no es que llame a su hijo y yo coja el teléfono, no, ¡me llama a mí! Y eso que empezamos con muy mal pie, porque cuando nos conocimos era una persona bastante machista, o al menos me trataba así para picarme, no lo sé. Pero ahora me respeta mucho. Recuerdo un día que me puse a montarle un ordenador con piezas de distintos ordenadores: tenía una placa y un micro de uno, el disco duro de otro, la RAM de otro... Total, que estaba yo allí, destornillador en mano sufriendo porque como aquello no funcionara iba a ser el blanco de sus bromas el resto de mi vida. Pero funcionó. Mi suegro no entiende de ordenadores, así que le demostré que yo podía hacer algo que él no sabía hacer. Creo que aquel día me gané su respeto.
En definitiva, yo creo que la mayoría de las veces esto consiste en aprender a convivir con costumbres ajenas a las propias. El esfuerzo ha de ser mutuo, y así se consigue que todo vaya bien. Lo que ocurre es que algunos tienen la suerte de dar con gente que se parece más a ellos y la adaptación es más fácil.