Despues de machacaros con poesias, aqui os dejo mi primer relato. Me ha costado mucho escribirlo. Es diificil escribir sobre ciertas cosas.
En fin, espero que os guste.
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Historia de Alicia
El Grito Infinito
Sentada en el porche, sobre la silla de mimbre que ella misma fabricó, Alicia, dejaba que el viento acariciara su rostro, su cansado y deformado rostro. En la frescura del aire conseguia encontrar el sendero a tiempos pasados, lejanos. Pensaba que, el aire, siempre era fresco en su porche. Pensaba que, el oxigeno siempre le traeria la senda de las memorias, pensó en lo imperturbable de la naturaleza. No pudo comprender, entonces, el porque de su vulnerabilidad. El porque de su destrucción.
Su vida habia sido una espiral. Un bucle. Una consecución de hechos iguales. Una repeticion cansada de sus propios errores.
Año tras año se sentaba en ese porche sopesando su comportamiento. Evaluando sus acciones. ¿Que hago mal? pensaba. Si todo es siempre igual ¿Por que yo no lo soy?
Habia crecido rodeada de algodones. Habia sentido la dicha en su infancia. Su belleza la habia acompañado hasta el comienzo de sus años escabrosos. Sintio el amor. Lo dio todo por el. Pero el amor solo le dio destrucción y horror.
Esta es la pequeña historia de Alicia. Una mujer amada hasta la deformidad. Una mujer golpeada mas alla de la muerte. Una mujer con el alma quemada y amoratada. Una mujer...que nunca debió amar a quien amó...
Rupert, su perro, se apostaba frente a ella dia tras dia. Desde el ultimo año habia intentado encontrar algun gesto en ella que le confirmara que aquella mujer abatida, sobre la silla de mimbre, era su ama. Pero lo que verdaderamente entristecia a Rupert no era el rostro quemado de su ama. Era su triste mirada. Alicia habia aprendido a ocultar sus sentimientos. Estuviera feliz o estuviera triste, el espejo siempre le mostraba el mismo gesto. Horrible y acartonado. Como una careta inexpresiva.
Pensó que era inutil sonreir. Pensó que su sonrisa podia confundirse con desamparo. Pensó que lo mejor era no sentir...ahora que todo llegaba a su fin.
Afortunadamente para ella todo habia acabado ya. Atras quedaban tres historias de amor. Tres historias de odios y malos tratos. Atras quedaba el bucle, la repeticion, atras quedaba el espiritu maligno forjador de su deformidad.
Esa tarde, antes de reposar en su silla de mimbre, Alicia estuvo en el cementerio. Estuvo en el lugar donde todo acaba y donde solo se puede buscar el reposo. Un lugar donde se finiquitan las inquietudes y se rompen las cadenas. Y alli, frente a la tumba de su deformador. Dejo volar el alma por su boca.
"Hola Victor, se que jamas hubieras pensado el verme aqui postrada frente a tu vacio monasterio. Vacio, por que sin duda se que jamas has estado hay dentro. Te he notado a mi lado todos los dias despues de tu muerte. En cada noche tormentosa estabas tu...
Cada hombre que me amo era una representacion de tu espiritu. Se que eras tu el que me miraba victorioso cuando me apaleaban. Cada golpe lo inflingio tu mano. Note el sonido estridente de tu voz en el dolor de mis cicatrices. Tu aliento, sigo notandolo en mi nuca...
Siempre has estado fuera de esa tumba de frio marmol. Acechandome. Ocupando el cuerpo de cada hombre que me pretendia. Ocupando sus mentes. Maltratandome a traves de ellos. Tu rostro siempre a estado en mi espejo, has tapado mi cara con las quemaduras de tu amor desgastado. No quiero comprender por que lo haces. No te mereces mi comprension. Solo quiero descansar. Mi cuerpo esta agotado, y ya jamas podré volver a sentir...¿No es eso lo que querias? Quizas mi cuerpo pudiera soportar tus embestidas toda mi vida. Pero no mi mente... Es hora del ¡Basta!. Has agotado la ultima gota de amor que algun dia sentí por ti...
No pienso gritar eternamente...Mi grito jamas volvera a ser infinito. He venido aqui para zanjar lo nuestro. Dejare de amar...Has ganado. Ningun hombre me amara jamas. Pero....Victor....Tu caeras en mi olvido."
El sol se despidió con cautela. La primera rafaga de la brisa nocturna, golpeó a alicia. Ella, placida y hermosa, durmió aquella noche en su silla de mimbre. Placida, pues desde esa noche, se sintio siempre sola, para lo bueno y para lo malo. Hermosa, como la flor roja que decide vivir dentro de la caja de cristal, imperturbable...fria. Invulnerable. En un lugar donde jamas nadie pudiera marchitarla.
...El bucle terminó aquella noche, en aquel porche acompañada de su perro....y sobre aquella silla de mimbre que ella mismo fabricó.
FIN