La radio nocturna no es capaz de calmar mis inquietudes, me revuelvo en devanares soñolientos en una cama vacía. Un pensamiento viaja aqui y allá buscando una respuesta, una solución, una aproximación ficticia pero sedante de un futuro incierto.
No veo más allá de mis propias cavilaciones oscuras, de las locuras de un borracho, del momento en que reprimo un grito, un infatigable motivo que arriesga mi propia cordura para conseguir nublar mis pensamientos cada segundo, cada minuto, cada momento noctámbulo en el que quiero olvidar todo y hacer desaparecer los fantasmas de Morfeo.
La noche sigue su curso, un indómito crisol cargado de sensaciones hasta ahora olvidadas vierte en mi alma deseos corrosivos, y sigo sin poder dormir.