Hola a quien lo lea.
No veo a mi padre, hace un momento estaba debajo de mí y ahora no le veo. Grito su nombre pero no me escucha o yo no escucho su respuesta. Con el ruido del viento no escucho casi nada. Y el sol, que bello, allá a lo alto acaricia mi cuerpo, lo revitaliza. Jamás pensé que el cielo pudiera ser tan bello. Cuando no hay nubes debajo de mí puedo ver los bosques, las aldeas, los ríos y animales que disfrutan de su libertad. Como mi padre y yo desde hace muy poco tiempo. Quiero ver más de cerca el sol, volaré más alto.
No se que pasa, no se que ocurre, las plumas de mis alas se están cayendo y cada vez es más difícil mantenerse en vuelo. Comienzo a descender, cada vez más rápido, y con esa velocidad mis alas van soltando más y más plumas. Ya no vuelo, estoy cayendo sin control. Grito a mi padre que me ayude pero solo escucho el viento en mis oídos, el aire que me ve caer. Ya puedo distinguir los árboles, ahora veo los ríos, ahora los conejos, maldito sea el ingenio de mi padre.
Un saludo.
Este texto ha sido mejorado con la ayuda de Nylsa