Bueno, aquí está la JOYA, el mejor libro que he leído en toda mi vida. Cumbres Borrascosas es como una tormenta diabólica que siembra el corazón de miedos y de furia. La novela narra la vida de Heathcliff, un personaje solitario y absolutamente pasional (tan salvaje como el páramo en donde vive), y su relación frustrada con la no menos brutal Catherine (aunque bella como ninguna). El libro va adquiriendo, a través de diversos y variopintos personajes, una profundidad y complejidad inusitada.
Tradicionalmente se tiende a considerar esta novela como romántica; y bueno, es romántica, pero en un sentido primitivo; romántica porque es toda pasión (pasión positiva y negativa), sentimientos absolutos que son una descarga de adrenalina para quien lee (ira, dolor, tristeza, rabia...). Heathcliff es el personaje mejor construído que he encontrado (a mi juicio, claro): un individuo destructivo y recio de verdad (nada de esos personajes con coraza dura y corazón blando); Heathcliff lo desprecia todo, incluso a su descendencia. Lo único capaz de apaciguar su corazón es Catherine, a la que ama de la única forma que sabe: con toda su alma y todo su corazón huracanado. Catherine le corresponde, pues ambos poseen la misma naturaleza salvaje, pero...la historia es triste amigos. Aunque el amor de Heathcliff (amor redentor de su espíritu) perdura hasta la última página de la novela.
Un apunte para terminar: la infancia de la autora, Emily Brönte, guarda una semejanza muy sospechosa con la de Catherine. Ambas se criaron en un páramo, en un hogar ajeno al propio; ambas fueron enseñadas por personajes crueles y despiadados, ambas podían ver las cruces del cementerio desde la ventana de su habitación; incluso la propia Emily nos habla de un amigo especial; alguien que conoció en el mismo hogar tormentoso, cuando era pequeña, y que le ayudó a pasar aquellos días oscuros, un niño del que desconocemos su nombre. Cumbres Borrascosas fue la única obra de la autora, como si se tratara de una pulsación necesaria que debía arrancarse de su pecho. ¿Era ese niño Heathcliff?, yo me inclino a pensar que sí. Me gusta creer que desde la amargura puede surgir la salvación, aunque ésta venga envuelta en mantos de tristeza; me gusta soñar que personajes tan puros hayan podido pisar, una vez, esta tierra.
Vale, ya está, perdonad por el rollo, pero es que este libro hace que se me revuelva la sangre. Un saludo.