[Portada a cargo de “dedos-magicos” Biti, conocído colaborador y victima amigo del autor. ]
Os presento esta novela corta donde un mundo cambiará para siempre tras la caida de un “Angel”…
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Capitulo DOS:
El menudo niño subió el camino con premura y se introdujo en la casa calentándose con las manos, ahogo un grito al ver como la prominente figura de Ángel se levantaba perezoso.
-¡¿Tata?!- Gimió el niño escondiéndose tras una estalactita- ¿Dónde estas? ¿Te ha comido ese monstruo?- grito asustado-
-No seas bobo Néstor –hablo la anciana caminando con la trémula luz de una vela artesanal desde el interior de la cueva, donde guardaba sus quesos- No te asustes… ¿no ves que es un Ángel?, ¡alégrate!, no se ve un ángel todos los días-
Con cierto temor, pero con aun más curiosidad, el niño asomo la cabeza para mirarle. Sin duda no era un hombre, su cuerpo era extrañamente delgado, sus piernas parecían troncos de árboles jóvenes y su rostro apenas podía adivinarse por las brillantes líneas
De sus múltiples ojos y de su afilada quijada.
-Buenos días señor Ángel- musito el niño-
-Dile los buenos días Ángel- ordeno la anciana palmando la mano del otro para que lo comprendiera- “buenos días Néstor”-
-Buenos.. días… Nes..tor- gorgojeo Ángel-
-¡Si habla y todo! –grito el niño retrocediendo un nuevo paso-
- ¡Pues claro que habla Néstor! ángel no es mudo, es muy listo… solo es que como es lógico en el Cielo no hablan, no lo necesitan, no esta acostumbrado y ha tenido que aprenderlo…- dijo la anciana en reprimenda-
El niño la escuchó con atención, Tata siempre había conocido todas las plantas, todos los valles y las curas a todas las enfermedades por ello estaba acostumbrado a aceptar las palabras de la anciana como la mayor de las verdades de su existencia.
-¿Por qué no lo llevas a pastorear?- sugirió la anciana- ¿No te gustaría caminar un poco Ángel?-
Con su habitual silencio Ángel siguió al niño campo abajo, donde en un amplio claro del valle casi un centenar de ovejas les recibieron con nerviosos validos al notar el nuevo olor.
-Ángel, espera aquí un momento, las ovejas tienen siempre miedo a las personas que no conocen…-
-¿Miedo?- Musitó Ángel- ¿que es miedo?-
-El miedo es… si creen que puedes hacerles daño, las ovejas son unas cobardicas…-se puso dos dedos en los labios y emitió un corto silbido, una de las ovejas se acercó diligente junto a ellos- Está es Maria, es de las mas mansas… acércale la mano – Néstor espero unos instantes y ante su indisición le tomo la mano, sorprendiéndose al notar solo tres dedos, y la acercó al hocicó del animal- Así… ¿ves Maria como no es una mala persona?… puedes acariciarla un poco, les gusta- le dijo a ángel-
Con cierto titubeo Ángel acerco sus manos a la lana y la palpo sin ejercer apenas presión.
-¿Es suave verdad? – Dijo Néstor sonriendo- ¿De verdad eres un Ángel?- preguntó inocente-
El otro necesitó unos momentos para reflexionar y entender la respuesta finalmente contestó:
-Tata dice que soy un ángel-
-Si lo dice Tata entonces seguro que lo eres - sentenció el niño sin necesitar más pruebas y continuaron su camino.-
Pasaron gran parte del día atravesando los valles llevando las ovejas a los frescos prados. Los animales descubrieron pronto que Ángel no se cansaba nunca de acariciarlas y hacerles carantoñas, además apreciaron que sus duros dedos les transmitían una agradable sensación contra sus lanas, unas chispas de estática, pronto corrieron en torno suyo pidiendo su atención.
-¿Ellas ya no miedo? –Preguntó a Néstor de improviso-
-No, claro que no… ¡les gustas mucho! –Dijo sorprendido por la pregunta-
-Yo les gusto… – Musitó Ángel-
Néstor se detuvo un instante mirándolo, sabia que el liso rostro del otro no había cambiado en absoluto pero habría jurado que Ángel sonreía mientras acariciaba las ovejas.
Anochecía ya cuando Ángel volvió a traspasar la puerta de la cabaña. La anciana le recibió con un plato de estofado caliente. Terminados de cenar la anciana, que apenas podía encubrir su excitación, abrió un paquete de suave piel y acunó su contenido entre sus manos con devoción.
-Este es el libro sagrado, seguro que ya conoces, ¡que digo!, claro que lo conoces si vives allí arriba con San Mateo incluso el hijo del señor -se santiguo- pero pensé que te gustaría ver uno -Dijo poniendo el libro en sus manos-
Ángel acarició las apergaminadas hojas y admiró los intrincados dibujos.
-¿Qué es leer? –Preguntó desconcertado al cabo de un instante-
La anciana no había previsto esto y una asmática carcajada brotó de su garganta.
-Claro que no sabes leer, que tonta soy… ¿para que necesitáis libros allá arriba aparte del que tiene San Pedro en la puerta del cielo? Pero no es problema sin solución. Te enseñaré a leer -Afirmó sentándose junto a el y poniendo el libro entre los dos- Estas son letras y tiene significados…-
Durante las semanas siguientes se estableció una irrompible rutina, a la mañana Néstor pasaba a recoger las ovejas de Tata y a ángel. Y juntos recorrían las montañas mientras el niño le enseñaba los nombres de las plantas y los animales que se cruzaban. Casi al anochecer a su regreso la anciana leía algunos versículos nuevos de la Biblia y resolvía a Ángel sus dudas acerca del vocabulario. Durante la noche mientras la anciana dormía Ángel, que no necesitaba luz para ello, releía los pasajes una y otra vez. Algunos días Néstor llegaba sin aliento buscando a la anciana por petición de una mujer que necesitaba los servicios de la comadrona.
Un día que le parecía a ángel como cualquier otro, la anciana le anunció que bajarían al pueblo.
-Hoy es la fiesta más importante de la semana santa, ¡tenemos que bajar al pueblo! –exclamó la anciana preparando su ajuar-
-Tata… yo no quiero ir…- musito ángel cruzado de brazos en el fondo de la cueva-
-¿Por qué no ángel? – Pregunto la anciana- ¿Temes que la gente se asuste de ti?-
Ángel asintió y miro al suelo.
-Entiendo… pero iras disfrazado ¡mira! – La anciana corrió hacia un rincón y saco un habito de tela marrón de la enorme talla de ángel- lo he cosido durante la ultima semana mientras estabais con las cabras -admitió orgullosa- con las telas de unas cortinas que tenía guardadas, con esto puesto parecerás únicamente un monje algo grande. Les diré que eres un familiar mío que ha venido a visitarme y al que llevaba sin ver muchos años-
-Tata eso es mentir…- argumentó ángel haciendo que fruncía el ceño aunque era incapaz de ello-
-Es una mentira piadosa ángel, además tu ya eres como un hijo para mí… ¿Dónde está la mentira?… ¡vamos póntelo o llegaremos tarde a la fiesta de la torre y no veremos a Néstor actuar!-
A pesar de salir temprano, apenas había despuntado el sol, al ritmo de la anciana tardaron casi dos horas en llegar al pueblo. La plaza se encontraba llena y por todas partes se podían oír las risas de los aldeanos y sus improvisadas músicas. Los edificios del pueblo eran en su gran mayoría glorias de otros años que a duras penas se mantenían en pie. La plaza desembocaba en un largo paseo empedrado que fuera muelle en la antigüedad y que con el retroceso del mar se había convertido en una importante fuente de piedras para la construcción de cercados y caminos.
No tardó en correr la voz acerca del misterioso familiar de la anciana y durante un rato todos se quisieron acercar a el para saludarlo. Ángel abrumado por todo lo que veía
apenas prestaba atención y siguió a la anciana a una esquina donde se limito a contemplar la fiesta mientras ella atendía a todos los curiosos, asegurando que Ángel había pasado los últimos años en un monasterio de clausura y que necesitaba espacio para acostumbrarse.
En un momento dado el centro de la plaza se despejó y una docena de jóvenes, vestidos con ropa corta y blanca, se colocaron en círculo portando unas largas varas de madera. En unos segundos usando las varas como soportes crearon una enorme torre humana que se alzaba contra el cielo. De uno de los extremos de la plaza salio una figura menuda portando junto con tres jóvenes la vara mas larga.
-¡Ese es Néstor! –le indicó la anciana señalándole la figura menuda-
Los tres jóvenes alzaron la larga vara y la apoyaron contra el cielo junto a la torre. Néstor se encaramó a la vara y con simiescos movimientos trepo hasta el extremo quedando justo sobre la torre humana donde se sentó a más de diez metros de altura.
En ese instante el pueblo entero reventó en vítores, para gritar aterrorizados cuando una de las varas de la base se rompiese y la torre humana cayese como una torre de cartas, sin mucho peligro para los jóvenes que caían con pericia sobre los que formaban la base. Excepto Néstor que sin poder lanzarse, había quedado enganchado al extremo de la larga vara con la que había subido desde la torre, mientras sus tres compañeros apenas podían mantenerla, amenazando con hacerle chocar contra una de las paredes de los edificios vecinos.
Finalmente la fuerza de la palanca pudo con sus esfuerzos y la vara cayó con Néstor precipitándose hacia la pared que nunca tocaría. ángel se había movido, aunque casi había sido imperceptible, un instante estaba en el extremo de la plaza y al siguiente estaba a casi tres metros de altura sujetando a Néstor en sus manos mientras de su espalda brotaba un cegador resplandor blanco y azulado.
La plaza entera contenía la respiración mientras Ángel descendía y dejaba con cuidado a Néstor en el suelo ante la atónita mirada de todos.
-Gracias Ángel- jadeó Néstor que se había quedado sin respiración por el brusco movimiento y luchaba por volver a llenar de aire sus pulmones-
-¿Es uno de ellos?… ¡¿Cómo es posible aquí?! –Musito uno de los jóvenes que había corrido a ver el estado de Néstor-
El rumor se extendió entre las gentes y las miradas se cargaron de terror mientras señalaban a Ángel y murmuraban. Algunas personas se hicieron a un lado cuando la anciana entro en el centro de la muchedumbre junto a Ángel.
-Escuchadme todos –dijo sin alzar la voz, pues estaba segura de que todos la escucharían- No hay nadie aquí, al quien yo no haya asistido a su nacimiento, sacado algún diente podrido o curado de algún mal, todos me debéis algún favor que nunca os he reclamado pues lo hago aquí y ahora… -con su huesuda mano palpó la mano de Ángel que temblaba de miedo ante la mirada de todos- Este es San Gabriel, un ángel que lleva poco en la tierra y al que yo he dado cobijo desde hace semanas … os pido que le tratéis con el merecido respeto …-
Los aldeanos intercambiaron miradas y susurros, finalmente unos de los jóvenes alzo el puño y grito a pleno pulmón “Viva el ángel San Gabriel”, convirtiéndose al poco en un grito unánime.
Los aldeanos habían querido que Ángel visitara la iglesia y tocara el cáliz. Además una larga cola de personas se había puesto en fila para que les impusiera las manos sobre ellos. ángel no había entendido muy bien el fin de esto pero les veía llenarse de felicidad y pensó que no hacia nada malo haciéndolo.
Era casi el anochecer cuando volvieron a la choza de la montaña. Pese a las iniciales quejas de la anciana ángel la había cargado sin esfuerzo sobre sus hombros durante el tramo mas duro de la subida. Al poco estuvieron junto al fuego y degustando la cena calentada.
-Tata…- inquirió Ángel mirando el suelo cuando finalmente quedaron solos- ¿Por qué me has llamado San Gabriel?
-Por que estoy seguro de que lo eres, eres el mismo ángel que anuncio la venida de Jesús y quien fue voz de dios en muchas ocasiones -dijo sonriente- ¿Te molesta el nombre?-
-No Tata… soy muy feliz -
La anciana coloco sus manos sobre las enormes extremidades de Ángel y sonrió con ternura.