Depresión

De vuelta del adoquinado camino,
triste de faz y de rostro.
Vestida de negro grisáceo,
con risa que sufro y soporto.

En mi casa de viejos muros
te me filtras por los tabiques.
Asaltando mi lecho de rosas
que secaste con calores de agosto.

¡Pero no, negando digo
que no soy tu hijo.
Aquel que busca amamantar
tus pechos ya arrugados!

Pezones secos por mis labios.
Que tantas veces succionaron
amargo y blanco líquido.
Agua bendita del desespero.

Sin preguntar siquiera
te encuentro a mi lado.
Te ríes sin dientes...
¡Y yo me acelero!

Me veo caer deprisa
¡Mis versos no tienen freno!
vas acelerando mi poema
conforme penetra tu veneno.

¡DEPRESIÓN!
Te fundes conmigo.
Torrente de penas.
Me mientes...
¡ME ENFERMAS!

Me das un abrazo
rozándome el vientre.
Entonces reflejas
cañón en mi frente.

Comprimes mi dedo
rozando el gatillo
lo dejas al filo
jugando a mi muerte

Me quitas la vida
sin pedir permiso.
Me lavo... me visto
de negro improvisto.