-el golpe
Aquel hombre era un autentico hijo de puta, de esos que no quieres que sea tu compañero de bote en un naufragio. Pues yo estaba en un bar y no se porque (por motivos de la providencia quizás.) y como me senté al lado de aquel tipo, entonces él a traición y con el único motivo de haberme sentado al lado de el , me asesta un puñetazo en mi nariz. El golpe fue rápido, veloz, certero, directo al blanco . Mi nariz frágil como todo mi ser, se rompió y empezó a sangrar. Primero un hilo fino por un orificio luego un canalillo y después un chorro de sangre roja, oscura y espesa. Todo eso en décimas de segundo mientras yo, noqueado, caía para atrás y mi mente trabajaba catalizada por impulsos eléctricos con miles de recuerdos y pensamientos inconexos. Primero un zapato atado a un perro que entonaba una canción conocida por todos, una piedra botaba y caía sobre un vaso con hielo (sabia a J.B.), el vaso estalla en un millón de fragmentos, que en vez de clavarse como afilares se convierten en la espuma de las olas que rompen contra el acantilado, el vecino del quinto gritaba algo ininteligible en un idioma que no conocemos “ella lo sabia”., ella, una chica, una mujer, dos silabas, Eva. Yo no la conocía asta ese momento pero lo tuve claro en ese instante; vivía con Eva en una casa de campo al lado de un acantilado, donde escuchaba el ruido de las olas romper. Mientras ella, Eva, tendía las sabanas donde nos habíamos acostado la noche anterior. Yo desde el porche sentado la miraba sin otra cosa que hacer que observarla, algunos dirán que perdida de tiempo, pero os puedo asegurar que fueron los mejores momentos de mi vida .Era lo único que tenia sentido, mucho sentido, hasta que alguien me dijo “¡Despierta!, no estas a gusto aquí en la realidad que te has creado”. Entonces toque el suelo volviendo a la realidad; triste realidad de donde me encontraba y me correspondía; el triste suelo, mas bien sucio, de un bar del que ya no me levante, pues no quería recibir otro golpe como ese. Tenia lagrimas en los ojos, me dolía toda la cabeza, mi nariz sangraba copiosamente, mi camisa, (me mire la camisa) llena de sangre, “como mancha la puta sangre”, roja, oscura, pringosa y espesa. Todo eso con un intenso sentimiento de frustración y de ira que me embargaba. Y no contra el hombre que me había golpeado a traición(sin venir a cuento), si no porque sabia que había perdido a Eva para siempre.
El sujeto agresor se fue por la puerta de salida del bar, que da la casualidad que es por donde se entra.
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by #41