Sentado en el vacío del salón se descubrió abrazado a una foto añorando su cuerpo. Sobre su rostro marcaban sus facciones las lágrimas que derramaba impotente sintiendo en su pecho el frío recuerdo de no vivir sus caricias. Sobre el suelo narraban sus vidas las cartas que a través de los años habían compartido y que ahora releía consciente de que no volverían a llenar su buzón.
En sus pálidas mejillas una lágrima impregnada de recuerdos se detuvo un instante rescatando de la memoria los besos que tantas noches había recibido, sobre sus labios robó el sabor de los versos recitados y de las mas ocultas confesiones, resbaló hacia el mentón y cayó llenando la estancia de la tristeza que inundaba su alma. En su mente los recuerdos afloraban reviviendo cada segundo compartido, la veía sentada en sus rodillas mientras susurraba los sentimientos mas inconfesables, la sentía de nuevo sobre su pecho desnudo y anhelaba a cada instante el sabor de sus labios. Recordaba noches interminables junto a ella, y con el brillo de cada estrella veía reflejada la mirada de quien no necesita pronunciar una sílaba para estremecer a quien ama.
Todos sus recuerdos se repetían una y otra vez y sin embargo lloraba preso de rabia al recordar su ausencia… Cada día vivido junto a ella se mezclaba ahora en su memoria con el dolor sufrido en sus últimos días. Mirando de nuevo su foto le vio tumbada en la camilla mientras luchaba por no parecer enferma, la dureza que demostraba al no querer que nadie sintiese su dolor contrastaba con la fragilidad que denotaba un cuerpo marchito sostenido artificialmente. Recordó sus últimos momentos en el hospital. Cómo a pesar de su debilidad siempre guardaba un aliento para estrechar apenas sin fuerza la mano de que hoy sostenía su retrato. Cómo el frío de su cuerpo no conseguía apagar la calidez de un beso suyo. Como en el último suspiro aún tuvo fuerzas para susurrar un te quiero un instante antes de su muerte… Recordó estremecido como mientras cerraba los ojos su mano perdía fuerza… la fuerza de quien quiso seguir viviendo y no pudo.
Abrazó el marco con tal fuerza que partió el vidrio. Sobre su pecho los cortes emanaban la sangre que su corazón no bombeaba y en cada trozo de cristal se reflejaba un trozo de su alma partida en mil pedazos, Al caer la foto sobre el suelo, lloró tendido mientras dejó brotar la sangre de sus muñecas, a cada gota que perdía la sentía mas cerca, hasta que, finalmente, con su último aliento pronunció su nombre y con un te quiero corrió esperanzado en su busca…