Tras salir de nuevo del monasterio, se detuvo un segundo mientras sus ojos se reajustaban a la luz del exterior y observó con cierta sorpresa que los jardines ya no estaban tan vacíos. A diferencia de cuando habían entrado, ahora podía verse a varios monjes paseando por ellos e incluso un grupo de niños aparentemente no mayores que la propia Ana sentados junto a un pequeño grupo de árboles. Algo un tanto extraño dado que los niños a aquella edad no solían estarse demasiado tiempo quietos y menos en compañía de otros, pero teniendo en cuenta el comportamiento de los adultos Álam supuso que sería normal y no le dio más importancia.
A la derecha de la entrada, justo bajo uno de los enormes arcos que sostenían el puente entre el monasterio y una de las torres, parecía haber un pequeño rincón en el que no había nadie y se dirigió allí para estar tranquilo. Hacía calor en el domo y su ropa no era precisamente la más adecuada para aquel clima, pero no era algo que lo preocupase demasiado.
Una vez bajo la sombra de aquella imponente construcción, se quitó la cazadora dejándola sobre la hierba y cogió su espada con la mano derecha extendiendo por completo el brazo hasta que este pareció una parte más de aquella afilada hoja negra. Ya no recordaba la última vez que había practicado de aquella forma, pero las enseñanzas del comandante seguían allí y su espada pronto comenzó a moverse guiada por su brazo y el resto de su cuerpo, trazando lentos y perfectos arcos en una acompasada danza mortal cuyos pasos habían sido grabados a fuego en sus propios músculos durante años de entrenamientos. Y mientras tanto, al compas de aquellos movimientos, su mente fluía también intentando ordenar sus pensamientos.
A diferencia de Melissa y Nicolai, él no estaba tan seguro de que los planes de Mariana se hubiesen detenido con aquello. El incidente con Álfred en la cueva, la destrucción del pueblo de Ana, aquellos también habían sido grandes obstáculos para los planes de la reina y nada los había detenido. Cada aparente fracaso en sus planes parecía guiarlos todavía más directamente hacia el siguiente paso y no podía evitar pensar que todo aquello ya había sido previsto por la astuta mente de Mariana. Pero la verdadera pregunta era, ¿Con qué fin?. Todo aquello lo había llevado a pensar durante aquellos días habían sido tan solo un simple juguete en manos de la reina y que su viaje hacia la frontera era tan solo un plan secundario para ella que había seguido adelante tan solo porque sus verdaderos planes se estaban retrasando. Y esto empezaba a preocuparle.
Sin embargo, en aquel momento había algo que lo preocupaba todavía mas y que era el verdadero motivo por el que había dejado a Melissa y a Ana en el interior. Sabía que antes o después tendría que decirselo, pero la mirada de aquella niña y el cariño que Melissa le había tomado le hacían más daño del que él había podido imaginar y no sabía que hacer. Desde el primer momento había esperado que su segundo destino fuese un pueblo como el primero y poder dejarla allí al cuidado de otros vampiros como ella, pero ahora las cosas habían cambiado por completo. Aquel refugio no le parecía en absoluto un buen lugar para nadie y menos después de ver la forma en que se comportaban aquellos niños. Además, por más que intentase negarlo, el mismo le había tomado cierto cariño y ya no era solo el decirselo a Melissa lo que le resultaba difícil.
Lo que él no sabía, sin embargo, era que Melissa no era tan ingenua como él había supuesto y que sus preocupaciones no pasaban tan desapercibidas para ella como él creía. Nada más terminar su recorrido por el monasterio con Nicolai, esta había salido de nuevo con la niña todavía cogida de la mano y al verle practicando con su espada se había dado cuenta inmediatamente de lo que le pasaba. Por eso, y a pesar de que esta no estaba del todo de acuerdo en separarse de ella, envió a la pequeña con los demás niños del jardín esperando que estos jugasen con ella y se acercó a Álam.
-Eso no te ayudará. -Dijo desde su espalda, mirandolo con una extraña sonrisa que hizo que Álam se volviese al instante y clavase la espada en el suelo. -¿Cuantas veces tendré que decirte que confíes en mi y me cuentes lo que te preocupa?. Si te lo guardas todo siempre no puedo ayudarte.
-¿De qué estás hablando?. -Preguntó Álam un tanto sorprendido.
-No soy tonta Álam. -Respondió Melissa cruzando ambas manos tras ella y cambiando su sonrisa por una expresión un tanto seria. -¿Crees que no me he dado cuenta de lo que pasa?. Todo esto es por Ana, ¿Verdad?.
Al oír esto, Álam bajó la mirada y en su rostro apareció de nuevo la misma expresión seria que Melissa había visto en el interior del monasterio cuando este había mirado a la niña.
-Sí. -Asintió finalmente mientras se acercaba a una de las columnas que formaban el arco y apoyaba en ella su hombro. -Y si te has dado cuenta de eso, entonces supongo que también sabrás porqué me preocupa.
En respuesta a aquellas palabras, Melissa asintió con la cabeza y este pudo ver como sus ojos se entristecían de golpe. Pero esta vez era algo que ya esperaba y sabía que no podía hacer nada por evitarlo.
-Lo siento, por extraño que suene a mí tampoco me gusta la idea. -Continuó. -Pero ella no puede venir con nosotros, es un verdadero vampiro y jamás conseguiríamos hacer que pasase por humana al otro lado de la frontera. Su sitio está aquí, con los suyos.
-Entonces... ¿Vas a dejarla aquí?. -Preguntó apenada Melissa. -Dijiste que este sitio no era más que una jaula, ¿De verdad crees que es un buen lugar para ella?.
-No. -Admitió Álam. -Pero por más que pienso no encuentro otra solución. Aquí estaría a salvo y tendría siempre a alguien que cuidase de ella, pero fuera... es imposible saber que futuro tendría. Además, sería demasiado peligroso acercarnos a alguno de los pueblos de la frontera, no podríamos asegurarnos de que alguien se hace cargo de ella ni saber qué tipo de gente la cuidará.
-A mi no me importa arriesgarme. -Aseguró Melissa en cuyos labios se dibujó de pronto una dulce sonrisa mientras se acercaba a él y lo miraba fijamente. -Pero si tú crees que eso es lo mejor para ella, entonces yo también lo creo. Me da mucha pena separarme de ella, pero sé que tú también le has tomado cariño y que esto tampoco es fácil para ti, siento haberte insistido tanto.
-Tú solo has dicho la verdad. -Respondió Álam. -Todo lo que has dicho es cierto, pero no sé que otra cosa hacer. Ojalá todo fuese más fácil y supiese con seguridad qué es lo mejor para esa pequeña.
-No te preocupes, decidas lo que decidas, estoy segura de que eso será lo mejor para Ana. -Afirmó Melissa acercándose más a Álam hasta que pudo coger con su mano una de las suyas y tirar de él hacia el Sol junto a ella. -Ahora por qué no dejamos todo eso a un lado por un momento e intentamos que estas últimas horas sean al menos lo más felices posible para ella. Los demás niños de este lugar no parecen querer jugar con ella y seguro que con nosotros estaría más contenta.
-Ya lo he notado, en realidad ni siquiera parecen jugar entre ellos. -Dijo cediendo ante la poco fuerza con que esta tiraba de su mano y devolviendole la sonrisa. -Tienes razón, estará mejor con nosotros.
Satisfecha con esta respuesta, Melissa soltó la mano de Álam consiguiendo que este la mirase un tanto sorprendido y se acercó todavía más a él colocándose justo a su lado y rodeando su cintura con uno de sus brazos. Lo que no hizo sino arrancar una nueva sonrisa de este que rodeó sus hombros con su brazo deslizando su mano entre la seda dorada de sus cabellos y se dejó llevar por ella al otro lado del jardín donde la niña los estaba esperando.
Así pasaron el resto de aquel día, paseando juntos con Ana corriendo alegremente a su alrededor como cualquier niña de su edad y preguntando una y otra vez sobre todo aquello que veía en aquel lugar y no conocía. Por un momento, las preocupaciones quedaron atrás para los tres y ni Álam prefirió no pensar en nada salvo aquella joven cuyo cuerpo sentía ahora pegado al suyo y la niña que los acompañaba. Tan solo al final del día, cuando los cristales del domo empezaron a oscurecerse tapando el en esa época permanente Sol del ártico y regresaron al monasterio, los dos se soltaron al fin y se separaron para dirigirse a sus respectivas habitaciones.
Pero el día no había terminado todavía para ellos. Una vez en su habitación, Álam dejó su espada a un lado de la cama y se tumbó un rato sobre esta con la intención de pensar todavía un poco más antes de dormirse, pero el cansancio acumulado tras su pelea con Nathan pudo con él y no tardó en quedarse dormido. Sin embargo, su sueño se vería interrumpido apenas un par de horas después por el crujido de una de las puertas cercanas a su habitación al abrirse y cerrarse de nuevo. Fue un sonido débil, apenas audible fuera del propio pasillo, pero para Álam fue más que suficiente y se sentó al instante sobre la cama consciente de que aquella podía ser la puerta de Melissa o de la niña.
Durante una breve décima de segundo, la idea de que alguien pudiese haber intentado entrar en sus habitaciones cruzó su mente como un relámpago y sus ojos centellearon brevemente en la oscuridad con un débil fulgor verdoso, pero esta idea pronto desapareció al oír el débil sonido de unos pasos alejándose por el pasillo. Y dado que en aquella zona del monasterio solo estaban sus habitaciones, no le fue difícil darse cuenta de que debía tratarse de una de sus dos compañeras.
Más por curiosidad que por preocupación, Álam se levantó de la cama y salió también de su habitación para seguir aquellos pasos. Era evidente que la pequeña Ana no se levantaría sola a esas horas en un lugar que no conocía, por lo que sólo le quedaba la posibilidad de que se tratase de Melissa y le intrigaba cual podría ser el motivo de aquel paseo nocturno.
Con cuidado para que esta no notase nada, siguió el sonido de sus pasos por los pasillos del monasterio hasta llegar de nuevo al jardín frontal del domo y observó todavía con mayor sorpresa como la silueta de Melissa se alejaba en la oscuridad hasta desaparecer por la puerta de entrada del mismo.
Todavía más desconcertado y ahora en parte preocupado por todo aquello, Álam cruzó rápidamente el jardín una vez seguro de que ella se habría alejado lo bastante de la puerta como para no oír el sonido del mecanismo de esta cuando este pulsó el botón de apertura y salió también fuera.
El Sol brillaba todavía alto en el cielo cómo cuando habían entrado y la helada brisa de Kara le recordó inmediatamente el cambio entre el microclima del interior del domo y el verdadero clima de aquel mar helado, pero nada de esto le importaba en absoluto y este buscó inmediatamente a Melissa con la mirada hasta que al fin dio con ella junto al borde del acantilado Norte de la isla.
Estaba de espaldas a él, con la mirada fija en el blanquiazul mar helado que los rodeaba mientras el viento se arremolinaba alrededor de su delicada silueta haciendo flotar su larga melena dorada a un lado y levantando ligeramente su falda por encima de sus medias de forma que, a cada pequeña ondulación de esta, dejaba entrever la desnudez de sus piernas.
Al verla así, de pie y completamente inmóvil en el borde mismo de uno de los salientes rocosos que formaban el acantilado, Álam se dio cuenta de lo que le sucedía y se aceró lentamente a ella cómo si temiese que aquella hermosa criatura se desvaneciese de pronto frente a él cómo si de un simple espíritu se tratase.
-No pierdas la esperanza. -Dijo posando suavemente su mano sobre uno de sus hombros de forma que pudo notar el pequeño estremecimiento que recorrió de pronto el cuerpo de Melissa. -Este mar es mortal para los humanos, pero él es un vampiro, tú misma lo dijiste. Qué no haya aparecido todavía no significa necesariamente que esté muerto.
-Gracias. -Susurró ella dejando que el viento llevase sus palabras mientras inclinaba la cabeza hacia un lado hasta rozar con su mejilla la mano de Álam. -Creo que necesitaba oír algo así.
-Todos lo necesitamos a veces. -Continuó Álam acercándose más a ella y abrazándola suavemente por la espalda hasta pegar su cuerpo al suyo. -Y tú deberías intentar seguir más tus propias consejos.
-No siempre es fácil hacerlo. -Respondió dejandose llevar por los brazos de Álam y cerrando durante un segundo los ojos mientras poyaba su espalda en su pecho. -No quería preocuparte aún más con algo así, además... no es solo Álfred lo que me preocupa.
-Entonces qué te ocurre. -Insistió Álam. -¿Por qué veo esa tristeza en tus ojos cada vez que los miro?.
Melissa tardó unos segundos en responder a esto. En ese instante, su mente y su propio corazón eran un mar de confusas emociones en el que tan solo una cosa prevalecía por encima de todo lo demás, el cariño que en aquel instante sentía por Álam.
-Podías haber sido tú -Dijo al fin, su voz apenas un susurro de nuevo. -Álfred ha estado siempre a mi lado desde que era pequeña y me duele mucho pensar que pueda estar muerto, pero eso no es nada comparado con lo que sentiría si fueses tú el que estuviese ahora en su lugar. Y si él no hubiese aparecido...
Mientras decía esto, Melissa cruzó sus brazos sobre los de Álam y este notó como sus manos aferraban su camisa haciendo patente la fuerza de las emociones que acompañaban aquellas palabras.
-No quiero que eso te pase a ti. -Continuó. -Yo no puedo hacer nada, no sé luchar y no podría haberte ayudado si Álfred no hubiese aparecido. Por eso tengo Miedo, miedo a que algún día pase algo parecido y solo pueda mirar mientras te pierdo para siempre. Y si eso llegase a pasar yo... ya no me veo capaz de vivir sin ti, preferiría...
-Melissa... -Al oír esto, Álam la soltó de pronto y la obligó a girarse cogiéndola por los hombros hasta que los dos quedaron mirándose de nuevo y sus ojos se encontraron una vez más con los suyos. -Sé perfectamente cómo te sientes, y por desgracia no puedo prometerte que eso no llegue a suceder, pero sí quiero que recuerdes algo. Soy un Hunter, más que eso, ahora gracias a ti mi fuerza es incluso superior a la de los BlackHawk y puedo asegurarte que sea quien sea quien intente detenernos no le será fácil hacerlo. No ahora que tengo una verdadera razón para luchar y no perder la vida inútilmente. Y esa razón... sabes cual es, ¿Verdad?.
-¿Es eso lo que soy realmente, una razón para luchar?. -Preguntó Melissa bajando la cabeza y dirigiendo su mirada hacia el suelo. -Puede que tengas razón. Yo soy la culpable de todo esto, si me hubiese quedado en la fortaleza mi padre no te estaría persiguiendo de esta forma y no tendrías que estar luchando constantemente. Si yo no hubiese sido tan egoísta, Álfred no habría desaparecido así y tú...
-Yo estaría muerto. -La interrumpió bruscamente Álam hablando con tal seriedad que ella levantó al instante la cabeza de nuevo. -Tú no eres mi razón para luchar Melissa, ¡Eres mi razón para vivir, por eso no me importa arriesgar mi vida si es para proteger la tuya!. Si tú te hubieses quedado en la fortaleza habría dejado que tu padre me matase, eres lo único que tengo, lo único que me hace seguir adelante cada día desde que te he conocido. Y si tú te arrepientes de eso... entonces ya no me queda nada.
-Álam, eso no es lo que quería decir. -Negó inmediatamente Melissa sacudiendo la cabeza de forma que sus cabellos se arremolinaron movidos por el viento hasta cubrir en parte su cara. -¿Cómo podría arrepentirme de lo mejor que me ha pasado en toda mi vida?. Por favor, no pienses eso, yo solo...
-Lo sé. -Dijo interrumpiendola de nuevo y sonriendo para tranquilizarla al ver las dos pequeñas lágrimas que empezaban a formarse en los bordes de sus ojos. -Pero ya no sé que decirte para qué dejes de culparte así. Tú no tienes la culpa de nada Melissa, ni de esto ni de lo que sucedió con Gústav, y me duele no poder hacer nada para que lo comprendas y dejes de torturarte de esa forma.
Estas palabras bastaron para Melissa. Comprendiendo al fin lo que Álam intentaba decirle, ella sonrió igualmente alejando al instante la tristeza de su rostro y, antes de que este pudiese decir nada, se movió hacia adelante zafandose de entre sus manos y se acercó aún más a él al tiempo que deslizaba ambos brazos alrededor del cuello de Álam.
-Lo siento. -Dijo mientras tiraba de sus brazos para acercarlo más a ella, hablando de nuevo con aquella voz débil y suave pero cargada ahora no de tristeza, sino de ternura y cariño. -Supongo que en el fondo sí soy un poco tonta.
-No es algo que me importe demasiado. -Respondió Álam olvidando ya por completo todo lo demás y rodeando su cintura con sus manos mientras su mirada se perdía en el cálido océano de sus ojos. -Pero creeme, no lo eres, si fuese así no estarías diciendo eso ahora.
-¿Tú crees?.
Álam ya no pudo responder a su pregunta, antes de que su mente fuese capaz de formular la respuesta, los labios de Melissa sellaron su boca uniendose a los suyos y todos sus pensamientos se desvanecieron durante unos instantes mientras cerraba los ojos al igual que ella y sus cabellos se arremolinaban entorno a ambos como un delicado velo dorado. Por primera vez sus labios fueron incapaces de transmitir todo el amor que sentían en aquel instante y sus respiraciones se entremezclaron mientras sus lenguas se acariciaban dulcemente en un largo y apasionado beso que no terminaría hasta que la falta de oxígeno los obligó finalmente a soltarse.
-Estoy completamente seguro. -Consiguió responder al fin Álam mientras ella aflojaba sus brazos y lo miraba con una maravillosa sonrisa, sin rastro ya de pena o preocupación en sus ojos o su rostro. -Y esto lo demuestra aún más.
Ella no respondió a esto, tan dejó escapar una pequeña risilla mientras él la dejaba de nuevo en el suelo y, tras apartar sus brazos de su cuello, lo abrazó cariñosamente pegandose completamente a él hasta apoyar su cara sobre su pecho.
-Te quiero. -Susurró cerrando los ojos y olvidándose de todo lo demás por un instante. -Por eso me preocupo tanto. Te quiero tanto que ya no me imagino el mundo sin ti, solo quiero estar así, a tu lado... para siempre.
-Y lo estarás. -Aseguró Álam acariciando sus cabellos con una de sus manos mientras la rodeaba con su otro brazo manteniendola junto a él. -Ya falta poco para llegar a la frontera, aguanta solo un poco más y todo esto habrá acabado.
-Ojalá tengas razón.
-La tengo, ya lo verás. -Insistió. -Pero ahora será mejor que volvamos dentro, aquí hace frío y creo que los dos nos merecemos un descanso después de todo lo que ha pasado hoy.
-Yo no tengo frío. -Dijo Melissa sin abrir todavía los ojos ni aflojar su abrazo. -Prefiero quedarme aquí un poco más, estoy bien así.
-Cómo quieras.
Nada más decir esto, y sin dar tiempo a Melissa a hacer o decir nada, Álam la soltó haciendo que esta lo mirase un tanto sorprendida y la cogió en brazos dejandola todavía más desconcertada.
-Álam ¿qué estás haciendo?. -Preguntó mientras se sujetaba la falda con una mano para evitar que el viento acabase levantandosela por completo y se sujetaba a él con su otro brazo.
-El viento de Kara es dañino para los humanos, no es buena idea que estemos aquí mucho tiempo. -Explicó este sonriendo. -Asique si tú no vas por ti misma no me queda más remedio que llevarte yo al domo.
-Podría ir caminando yo solita. -Replicó Melissa tratando de disimular su sonrisa. -Pero reconozco que esto es mucho más cómodo que ir andando.
-Lo suponía. -Admitió sin dejar de sonreír al tiempo que se giraba hacia el domo y empezaba a caminar hacia allí. -En ese caso no hay más que hablar, volvamos dentro.
Dicho esto, Álam aceleró el paso y Melissa se limitó a poyar su cabeza en su hombro y no dijo nada más mientras este entraba en el domo y se dirigía hacia el monasterio. El brazo izquierdo de Álam rodeaba sus hombros manteniendola cerca de su pecho y el derecho sujetaba sus piernas bajo su falda rozando de vez en cuando con la parte desnuda de estas de forma que ella podía notar el cálido contacto de su piel, pero no era desde luego algo que la molestase y se dejo llevar hasta que al fin este se detuvo frente a las puertas de sus habitaciones.
-Bien, aquí estamos. -Dijo girandose hacia la habitación de Melissa. -¿Vas a soltarme ahora o también quieres que te deje en tu habitación?.
Para sorpresa de Álam, en respuesta a su pregunta Melissa negó con la cabeza sin soltarle todavía y lo miró completamente seria.
-No quiero irme todavía. -Respondió ella, hablando con un extraño tono de voz en el que sus emociones eran difícilmente distinguibles. -Quiero quedarme contigo esta noche, como aquel día... ¿lo recuerdas?.
Aquellas palabras sorprendieron a Álam que se quedó mirándola un instante sin decir nada, pero su mente tardo apenas un segundo en recordar el día en que se había despertado con ella entre sus brazos y en sus labios se dibujó inmediatamente una cariñosa sonrisa.
-Claro que sí. -Afirmó apartándose de la puerta y dirigiendose esta vez hacia su propia habitación. -Cómo iba a olvidarlo.
Sin más palabras que aquellas, Álam se acercó lo suficiente para que esta pudiese abrir la puerta y pasó al interior donde pudo al fin dejarla en el suelo. La habitación era pequeña, apenas del tamaño de la celda en que había estado en la fortaleza de Nathaniel y con tan solo una estrecha cama y un pequeño ropero, auque era más que suficiente para ellos. Después de todo, habían pasado las últimas noches en el minúsculo espacio de la cabina del interceptor y aquello resultaba mil veces más cómodo.
Una vez dentro, Álam se quitó la camisa y las botas sin darle aparentemente importancia a la presencia allí de Melissa y se acercó a la cama para acostarse. Sin embargo, para ella las cosas no eran en absoluto tan fáciles y se quedó donde estaba mirándole con una cara un tanto curiosa.
-¿Ocurre algo?.
Lejos de responder, Melissa siguió mirándole de la misma forma durante unos segundos cómo si estuviese tomando una decisión y, al fin, sacudió la cabeza para responderle y comenzó tímidamente a desabrocharse la blusa. Lo que hizo que este se diese cuenta inmediatamente del por qué de aquella pequeña parada y se diese la vuelta sonriendo.
-Perdona, no me había dado cuenta. ¿Quieres que salga mientras te cambias?.
-Álam... -Al ver esto Melissa sonrió sorprendida por su reacción y continuó quitándose la ropa ahora mucho menos nerviosa. -Claro que no. He sido yo la que he querido estar aquí, ni siquiera tenías que hacer eso.
-Prefiero hacerlo. -Respondió Álam todavía de espaldas, esperando pacientemente mientras oía como cada prenda caía suavemente al suelo tras dejar el cuerpo de Melissa. -Te temblaban las manos cuando te estaba mirando y creo que estarás más tranquila así. No te preocupes, a veces es mejor que las cosas vayan despacio.
Animada por estas palabras, Melissa continuó quitándose la ropa hasta dejar solo su ropa interior y, tras un rato pensando en qué ponerse para dormir puesto que no llevaban nada apropiado con ellos, cogió una de las camisas de Álam de la mochila de este y se la puso por encima.
-Ya he terminado. -Dijo al fin mientras se abrochaba el último botón de la parte inferior de la camisa. -Puedes darte la vuelta cuando quieras.
Siguiendo lo que ella le decía, Álam se volvió de nuevo hacia Melissa y no pudo evitar cierta sorpresa al ver la peculiar forma en que esta se había vestido. La camisa le quedaba grande y tal como ella había esperado le llegaba mucho más abajo de la cintura cubriendo en parte sus caderas, pero sus piernas ahora desnudas quedaban por completo al descubierto apenas centímetros más abajo y esta jugueteaba nerviosamente con los botones superiores de la misma dejando entrever el insinuante valle entre sus pechos en una pose involuntariamente sexi que atrajo irremediablemente la mirada de Álam cuyos ojos permanecían fijos en su silueta cómo si la estuviese mirando por primera vez..
-Álam no... no me mires así. -Acertó a decir mientras sus mejillas se enrojecían rápidamente al ver la forma en que este la miraba.
-Lo siento, pero dudo que pueda evitarlo. -Respondió Álam sin apartar los ojos de ella. -Eres demasiado bonita para que pueda dejar de mirarte, y esa ropa no ayuda mucho ¿sabes?.
Esto no hizo sino acentuar el rubor en el rostro de Melissa y esta no supo que decir para responder a sus halagos, tan solo se acercó a él sonriendo y le dio un pequeño beso que lo sorprendió bastante dado que aquella no era ni de lejos la forma en que esta reaccionaba habitualmente.
-Gracias. -Dijo mirandolo a los ojos, sin preocuparse en absoluto por el color de sus mejillas o la forma en que este la miraba. -¿Nos acostamos ya, ahora si empiezo a estar un poco cansada?.
-Cuando quieras.
Dicho esto, Álam apartó las sábanas y se acostó en el lado derecho de la cama dejando sitio para Melissa que se acomodó lo mejor que pudo en el lado izquierdo mientras este los cubría de nuevo a los dos con las sábanas y la manta de la cama. Dada la estrechez de esta, los dos permanecían totalmente pegados el uno al otro, pero esto no era en absoluto un problema para ninguno de los dos.
Lejos de quedarse en su lado, Melissa se acercó todavía más a Álam apretando suavemente su cuerpo contra el suyo y pasó uno de sus brazos sobre su pecho abrazándolo cariñosamente al tiempo que reposaba la cabeza sobre su pecho de forma que podía oír incluso los latidos de su corazón y sus largos cabellos dorados los cubrían a ambos como una delicada cortina de seda que caía por igual sobre su espalda y el pecho de Álam. Y al igual que ella, este la abrazó rodeando sus caderas con uno de sus brazos para mantenerla junto a él y posó su otra mano sobre la suya dejando que el arrullo de su respiración lo adormeciese lentamente mientras sentía el cálido contacto de su cuerpo y el insinuante roce de sus caderas y sus suaves pechos pegados a su costado mientras se movían al compas de su cálida respiración.
A decir verdad, en aquel instante otras sensaciones se agolpaban en su corazón y durante unos segundos su cuerpo había ardido bajo los ancestrales instintos de la pasión, pero el amor y el cariño que sentía por ella eran más que suficientes para acallar aquellos instintos hasta que supiese con certeza que ella estaba preparada y desaparecieron lentamente dejando tras de sí tan solo una débil sensación que lo hizo abrazarla con más fuerza mientras se deslizaba poco a poco en el mundo de los sueños.