74 - lodis reta a Campanilla : escribe una historia sobre la conquista del mundo, pero no puede ser a manos de extraterrestres ni personas. (Tiempo límite, hasta el: 2/10/2006 20:20)
Medea jadeaba, cansada, al frente de su pequeño ejército. Era la líder, la mejor de todas, pero allí estaba, peleando codo con codo con sus hechiceras. Se habían tenido que entrenar duramente desde que empezaron su conquista, no en el arte de la brujería, que manejaban a la perfección, sino en el de la espada y el arco, pues los hombres de esta tierra combatían así, y sólo con sus conjuros no podían ganar.
Aquella fortaleza presenciaría la última batalla. El enemigo se había reagrupado allí para recobrar fuerzas durante unos pocos días que de poco o nada les estaba sirviendo. Si había una posibilidad de que los bárbaros las ganaran, era con la lucha cuerpo a cuerpo, pero ellas aprendieron a combinar sus poderes con la espada y el enemigo tuvo que retirarse al castillo e intentarlo con el combate a distancia.
A pesar de sus catapultas de rocas ardientes, de sus tinas de aceite hirviendo y de sus buenos arqueros, algunas hechiceras atravesaron los muros con su magia y abrieron el paso a las demá s. Iban ganando terreno, regando el suelo que pisaban con la sangre de sus contrincantes, sin piedad.
Medea, ya dentro del castillo, subió a las almenas corriendo, acuchillando a los arqueros que había apostados allí, para tenderle a sus hechiceras algunas escalas. Tenían que guardar los hechizos para momentos realmente importantes, porque usarlos las debilitaba bastante.
Salió disparada a la torre, allí tenía que estar el monarca escondido, cuando le dominara, todo se acabaría: sus compañeras dejarían de morir a manos del enemigo. Parecía una flecha que, a toda velocidad, atravesaba enemigo tras enemigo por las escaleras de la torre, arrancándoles sus últimos gritos con el acero. Algunas brujas salieron detrás de ella, sabían que podría necesitar apoyo.
Gracias a sus compañeras videntes no dudaba en girar hacía un lado u otro en los cruces de aquella torre enorme, y como es lógico, cada vez encontraba más guardias encargados de defender al tirano. Sin las hechiceras de apoyo no podría haberlo conseguido.
Ya frente al rey, arrojó su espada y comenzó a pronunciar el hechizo. El monarca, lejos de achicarse, lanzó certeramente su daga contra Medea, que, mientras se arrodillaba en el suelo de dolor, dejó escapar con un suspiro la última palabra del conjuro. "Se acabó" pensó Medea, "el mundo es nuestro".
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Bueno, que quede claro que las hechiceras no son humanas
Espero que os guste al menos como para darme el puntico