Álfred se despertó horas después de que todo hubiese terminado, o al menos eso fue lo que él pensó en aquel momento. El olor a quemado que impregnaba el aire lo hizo ponerse en pie con rapidez a pesar del dolor que todavía sentía en el pecho y su primera reacción fue mirar inmediatamente a su alrededor buscando a su princesa y a los demás. Pero lo que vio entonces lo preocupó todavía más.
En un principio había supuesto que el disparo con el que lo habían abatido provendría de una nave humana que habría venido en busca de Álam y la cazadora que lo acompañaba, lo que le había dado ciertas esperanzas de que ambos se encontrasen a salvo si este había conseguido hacerla pasar también por humana como pretendía. Sin embargo, esta esperanza se vino abajo de golpe en el momento en que sus ojos se encontraron con el desolador paisaje que lo rodeaba y pudo ver la destrucción ocasionada por lo sucedido allí aquella noche.
Los radares que franqueaban la cima estaban destrozados, las enormes antenas que los formaban eran ahora simples montones de chatarra humeante y una débil humareda lo cubría todo como una tenue mortaja que tratase de ocultar aquel horror. Algo curioso teniendo en cuenta que no se veían más marcas de fuego en toda la colina, aunque si había otras marcas que dejaban claro que allí había sucedido algo peor que un simple incendio.
Sangre, restos de cuerpos y armaduras, extrañas marcas en el suelo de la propia colina que parecía haber sido abierto de lado a lado como si un enorme cuchillo raspase su superficie... demasiadas cosas para que Álfred pudiese siquiera hacerse una idea de lo que había podido pasar allí. Sin embargo, en el centro mismo de todo aquello había algo que sí comprendía y que lo sobrecogió más de lo aterró aún más que toda aquella destrucción: ¡Una tumba!.
Justo en el centro de la colina, la hierva había desaparecido por completo formando un gran círculo yermo de más de cuatro metros de diámetro y sobre este descansaban cinco enormes bloques de piedra colocados a modo de un tosco sepulcro cuya lápida se elevaba más de dos metros sobre el suelo.
-No puede ser.
Nada más ver esto, Álfred corrió inmediatamente hacia él temiendo lo peor y se detuvo frente este para mirar la inscripción de la lápida. La roca no estaba pulida y sus bordes y aristas eran ásperos y afilados, cómo si hubiesen sido arrancados unos de otros por una fuerza brutal y no cortados por algo, y la inscripción no era menos impresionante.
Las letras aparecían gravadas a fuego en la roca, impresas con la profundidad y precisión que solo un láser habría podido hacer, pero rodeadas por un aura de cristalización que denotaba un incremento brutal de temperatura en el momento en que se habían grabado. Cómo si un rayo hubiese labrado una a una las palabras de aquella única frase: ¡Aquí yace Alys, la última esperanza de la humanidad!.
-¿Alys?.
Repitió para sí Álfred desconcertado, más sorprendido por las palabras que por el aspecto de la tumba. Saber que no se trataba de su princesa lo aliviaba, pero aquella frase resultaba inquietante y la única a la que podía imaginar que perteneciese aquel nombre era la cazadora que había visto aquella noche con Álam, pero si se trataba de ella aquello tenía todavía menos sentido. ¿Quién había podido matarla si habían sido los humanos los que habían venido a buscarlos y por qué aquel extraño epitafio?. Las respuestas a estas preguntas vendrían mucho antes de lo que él imaginaba, y también de una fuente de la que jamás las habría esperado.
Cuando al fin desvió su mirada de la tumba y la dirigió de nuevo hacia los Urales, pudo ver una pequeña silueta entre la humareda justo en el borde occidental de la colina y no tardó en reconocer a la pequeña que él mismo había traído hasta allí esa noche. Sin perder un solo segundo, Álfred echó a correr una vez y vio como la niña se giraba hacia él al oírle acercarse, pero, curiosamente, en los ojos de esta no había miedo ni nada parecido y la pequeña lo saludó con una tranquila sonrisa que lo desconcertó aún más.
-Ana, ¿qué estas haciendo aquí sola?. -Preguntó arrodillandose frente a ella para poder mirarla a la cara. -¿Dónde están los demás?.
-Se han ido. -Respondió tranquilamente la pequeña sin perder su sonrisa.
-¿A donde?. -Insistió Álfred. -¿Qué ha pasado aquí esta noche pequeña, qué es todo esto?.
-Unos hombres vinieron y se llevaron a Melissa. -Explicó la niña en un tono ahora un tanto triste. -Fueron los mismos que te dispararon, primero cogieron a Melissa y luego intentaron matar a Álam, pero aquella chica se puso en medio y...
-Entiendo- -La interrumpió Álfred consciente de que aquello no era fácil para la niña y comprendiendo ya perfectamente lo que esta intentaba decir. -¿Pero y lo demás, quién ha hecho todo esto?.
-Álam. -Afirmó casi de inmediato Ana recuperando la sonrisa. -No sé qué pasó, solo recuerdo una luz muy fuerte y a Álam abrazándome para que no me pasara nada. Cuando desperté todo estaba así ya.
-¿Y Álam, donde está el ahora?.
-Ha ido a buscar a Melissa. -Respondió la pequeña hablando de nuevo con la misma tranquilidad que la principio. -Cuando terminó la tumba de su amiga me dijo que iba a buscarla y que yo tenía que quedarme aquí, que tú me llevarías con una amiga de Melissa cuando te despertases y que él volvería también en cuanto la encontrase.
-Así será pequeña, no te preocupes. -La animó Álfred cogiendola en brazos. -Solo espero que tengas razón y volvamos a verles. Ahora Álam está solo, ni yo ni la reina podremos seguir ayudándole.
-Álam no necesita ayuda. -Sonrió despreocupadamente la pequeña. -Ahora ya no.
-¿Que quieres decir pequeña?.
En respuesta a esta pregunta, la niña señaló hacia el otro lado de la montaña y Álfred se dirigió hacia allí atravesando la humareda que el viento arrastraba por encima de la colina. El humo parecía proceder de aquella dirección y el olor a quemado se hacía cada vez más intenso conforme se acercaba a la pendiente que descendía hacia el valle, lo que le hizo suponer que el incendio debía estar justo detrás de la colina, pero lo que jamás habría imaginado era que no se tratase de un simple incendio.
Cuando al fin se acercó lo suficiente como para ver más allá del borde de la colina, los ojos del vampiro se abrieron de golpe al contemplar el horrible paisaje que ocupaba ahora parte del valle y del bosque que antes cubría la ladera de la colina. El mismo paisaje que ya había visto en otro lugar antes y que, ahora, sabía al fin a qué era debido.
Frente a él se extendía un descomunal círculo de tierra yerma y humeante, de cenizas que se arremolinaban con el viento sobre rocas oscurecidas por el fuego y agrietadas por otras fuerzas que Álfred no podía ni imaginar en ese momento. Exactamente el mismo círculo de destrucción que no hacía mucho había visto cerca de la costa de Kara, la misma extensión de tierra muerta y destrozada, de rocas peladas y cristalizadas que hacía años había aparecido en medio de aquel bosque y todos habían tomado por el resultado de una pequeña erupción volcánica, pero que ahora sabía con certeza que era debido a algo muy distinto. Y esto resultaba realmente aterrador teniendo en cuenta en manos de quién estaba ahora el poder para crear semejante destrucción y la ira que aquel muchacho debía sentir en aquel instante hacia los humanos.
-Dios mio... no saben lo que han hecho. -Murmulló observando atónito la yerma y humeante llanura que tenía frente a él al fondo de la cual podía verse una multitud de patrulleros que rodeaban la zona sin atreverse todavía a acercarse más. - Si ella sigue viva Álam volverá para acabar con la guerra, pero sino... Eso es lo que significa lo que grabó en la tumba... si ella muere la humanidad desaparecerá con ella, él mismo la extinguirá para siempre.
-Melissa está viva. -Aseguró de pronto la pequeña mirándolo todavía con aquella tranquila sonrisa. -Álam me dijo antes de irse que ella estaba bien, no sé cómo lo sabía, pero yo le creo.
-Yo también pequeña. -Sonrió Álfred cansado de darle vueltas a algo que ya había escapado por completo a su control. -Después de ver lo que ha hecho... yo también le creo. Solo espero que siga así hasta que él pueda llegar a ella.
Dicho esto, Álfred comenzó a caminar de nuevo en dirección al lejano cordón de seguridad formado por las naves y soldados de la fortaleza entorno a la zona, seguro ya de que no podía hacer nada más allí salvo cumplir con lo que Álam le había pedido y cuidar de aquella pequeña hasta que él regresase.
Mientras tanto, en el lejano cuartel general de los Hunters, a varios cientos de kilómetros de aquella colina, el comandante en feje de la unidad regresaba también a su lugar tras una larga y poco provechosa reunión con el consejo. Todo lo que hacía parecía irritar a sus superiores y sabía que no tardarían en destituirle por alguien más... manejable, aunque no era algo que le preocupase demasiado. Nada de lo que había hecho ni de lo que le permitirían hacer serviría realmente para sus propósitos y ya estaba cansado de aquella farsa. Aunque todo esto cambiaría de golpe ese mismo día al entrar de nuevo en la sala de control central del edificio.
La sala estaba en silencio, algo poco habitual en un lugar de tal importancia. Toda la parte norte era una enorme pantalla semicircular tras la que se agrupaban escalonadamente pequeños puestos menores de control con sus respectivas pantallas flotantes que ofrecían datos en tiempo real de todas las operaciones que el comando estaba llevando a cabo en aquel instante, pero en aquel momento ninguno de los oficiales parecía prestarles atención y solo el ordenador central del edificio se ocupaba de monitorizarlas. Tanto los oficiales como los propios soldados que se encontraban allí como guardias y franqueaban en parejas las dos puertas de la sala permanecían en el más completo silencio, observando con una mirada extrañamente sombría y preocupada a su comandante que los miró a todos con cierta sorpresa.
-¿Qué ocurre?.
La voz del comandante sonó tan autoritaria como de costumbre a pesar de la sorpresa y uno de los Oficiales se puso en pie para responderle acercándose al borde del pequeño foso en que se encontraban los puestos del control.
-El teniente desea verle señor. -Comunicó con voz nerviosa el oficial. -Lo espera en su despacho, es un asunto de gran importancia.
-¿Cómo de importante?.
-Ha... capturado a nuestro objetivo.. señor. -Titubeó el oficial cuyos ojos apenas podían sostener la fría y dura mirada de su superior. -La hija de Nathaniel está ahora en nuestro poder.... cómo usted deseaba.
El capitán permaneció impasible a pesar de aquellas palabras, su mirada se desvió del oficial hacia la puerta al otro lado de la habitación y este comenzó a caminar de nuevo ignorando el nerviosismo de sus hombres sin decir una sola palabra más. Sin embargo, cuando al fin llegó frente a la puerta, uno de los Hunters que la custodiaban lo detuvo antes de que pulsase el botón de apertura y se acercó a él para decirle algo al oído al tiempo que le entregaba algo con su mano.
-Entiendo. -Dijo secamente el comandante en respuesta a las palabras de su soldado mientras este volvía a su sitio. -Ya ha empezado... suponía que no tardaría en pasar.
Mientras decía esto, el comandante observó durante un instante el diminuto disco de datos que aquel Hunter acababa de entregarle y su mente repasó mentalmente aquellas palabras mientras la superficie dorada del disco centelleaba frente a él convirtiendo la luz de la habitación en multitud de destellos multicolor. Sabía que aquel momento llegaría algún día, aunque no esperaba que fuese tan pronto y menos de alguien tan cercano a él, pero si lo que el Hunter le había dicho era verdad el contenido de aquel disco supondría un gran cambio en los acontecimientos.
Sin pensarselo más, guardó el disco en uno de los bolsillos de su uniforme y entró en la habitación donde lo esperaba su teniente. El despacho no era muy grande comparado con la sala de control, un escritorio de madera de roble con forma de media luna ocupaba en solitario la parte central de la habitación junto a una vieja silla de cuero negro y la única señal de tecnología que podía verse eran las pequeñas pantallas semitransparentes que flotaban sobre el escritorio formando una semiesfera entorno al puesto que este debería estar ocupando. Tras esta, una enorme cristalera que ocupaba toda la pared Este de la sala dejaba ver las ciudades a las que aquella torre servía como guardián y llevaba a un pequeño balcón que el comandante solía frecuentar para estar solo y pensar. Sin embargo, en esta ocasión su atención no se dirigió a nada de esto, sino al pequeño diván que ocupaba el rincón a la derecha de la puerta y junto al que se encontraba su teniente vigilando a su prisionera.
Ignorando el saludo de su suboficial, se acercó con calma al diván y dirigió su mirada hacia la joven que allí descansaba. Su aspecto distaba mucho de ser el que había imaginado para la hija de Nathaniel, pero todavía estaba dormida a causa del somnífero y no notó nada raro, aunque tampoco lo necesitaba. Lo que le preocupaba no era aquella chica y ya iba siendo hora de aclarar las cosas.
-¿Qué significa esto?. -Exigió saber sin molestarse siquiera en mirar al teniente, hablando casi con desprecio hacia este.
-Hemos capturado a la princesa de los vampiros señor, tal y cómo usted deseaba. -Informó orgulloso. -Suponía que esto le complacería.
-Yo no he ordenado nada de esto. -Negó el comandante. -¿Por qué no se me informó de nada?.
-Todo sucedió demasiado deprisa señor, usted estaba fuera y temíamos perder esta oportunidad. -Explicó el teniente. -Esperaba que le agradasen estas noti...
-¿Cómo la habéis capturado?. -Cortó secamente el comandante, sin el menor interés por las posibles intenciones de su oficial.
-Recibimos una comunicación de Alys, señor. -La voz del teniente titubeó un instante al decir esto, aunque apenas fue un segundo y este continuó con su explicación. -La chica parece no ser una vampiresa corriente y consiguió convertir a Álam en uno de ellos para que la trajese a la frontera. No sabemos con qué intenciones, pero cuando intentamos capturarla Álam mató a Alys y tuvimos que deshacernos también de él.
Esta vez el comandante si reaccionó. Al oír aquello los ojos del comandante se abrieron de golpe y se giró bruscamente hacia su teniente mirandolo con una expresión de furia terrible que hizo que este diese inmediatamente un paso atrás.
-¡¿Qué ha dicho?!. -Exigió saber el comandante. -¡Repita lo que acaba de decir!.
-Álam está muerto... señor. -Titubeó el teniente visiblemente sorprendido. -Tuvimos que...
-¿Está seguro?. -Insistió sin dejar siquiera que este se explicase. -¡¿Está completamente seguro de que está muerto?!, ¡¿Vio su cadáver?!.
-N..no señor. -Respondió a duras penas el teniente. -Pero recibió el impacto de cuatro de los cañones de la nave, ni siquiera un vampiro resistiría eso. Además, su inhibidor se rompió y vimos como sufría un ataque, no ha podido sobrevivir.
-¿Un ataque?.
Justo en el instante en que decía esto, el comandante dejó escapar una pequeña carcajada y el teniente se tranquilizó un poco, sin embargo, antes de que este pudiese hacer nada, su superior se giró bruscamente hacia él y lo golpeó violentamente en la cara con el puño arrojándolo al suelo.
-¡Si Álam hubiese sufrido un ataque estarías muerto ahora mismo!. -Gritó ahora visiblemente furioso. -No tienes ni idea de con qué has estado jugando verdad, pues bien, ¡Ahora lo sabrás!.
Mientras decía esto, el comandante hizo un gesto hacia su escritorio y una de las pantallas voló hacia él junto a un pequeño teclado en el que este introdujo el disco que acababan de darle.
-Tal vez tus jefes crean que estoy ciego, pero no soy tan estúpido como creen... teniente. -Dijo con voz despectiva mientras este se ponía en pie y se limpiaba la sangre del borde de su labio. -Sabía desde el principio que el consejo tenía a alguien vigilandome, tan solo me preguntaba cuando se mostraría. ¿Por qué cree que insistí tanto en que fuese Álam y no otro el que iría a esa misión teniente, cree que fue solo una casualidad que yo mismo afirmase que sería un fracaso desde el principio?.
-Señor, no sé de qué me habla. -Trató de decir el teniente cuyos ojos miraban ahora con miedo a su superior, consciente de que si lo que este decía era cierto las cosas no iban muy bien para él. -Siempre le he sido leal, soy un Hunter como los demás, no un títere del consejo.
-¿Usted cree?. -Al tiempo que decía esto, el comandante pulsó un botón en el teclado y en la pantalla apareció de pronto una grabación de lo que había sucedido aquella noche en la colina al oeste de los Urales. -Entonces supongo que podrá explicar esto. No se sorprenda demasiado, ni siquiera sus superiores saben de la existencia de estas cámaras en nuestras naves, solo yo y algunos de mis oficiales de confianza. Y por si no se había dado cuenta, usted no es uno de ellos.
Ante los sorprendidos ojos del teniente, todo lo sucedido aquella noche durante la captura de Melissa desfiló de pronto por aquella pantalla y vio con horror como el comandante ni siquiera se molestaba ya en mirarla. Sabía perfectamente lo que vería en aquella grabación y solo el sonido era suficiente para que lo comprendiese todo.
-Álam preferiría morir antes que tocar a Alys, para él era mucho más que una simple compañera y fue lo único que impidió que cayese en la locura durante todos estos años, por eso la asigné como su compañera. -Explicó el comandante sonriendo sombríamente. -Pero eso ahora es solo una simple anécdota comparado con todo lo demás.
-¿Qué quiere decir?. -Preguntó esta vez el teniente en un tono mucho menos respetuoso que antes.
-Le mentí... teniente. -Respondió su superior. -Sabía que enviar a alguien que no tuviese posibilidades de éxito era la única forma de conseguir que el consejo aceptase esta misión, ellos no se arriesgarían a romper el equilibrio que han conseguido, no les interesa acabar con la guerra. Pero Álam si tenía posibilidades, más que eso, era probablemente el único que podría haber conseguido cumplir con la misión porque era el único al que su vida no le importaba en absoluto. Y como ve lo ha conseguido, aunque los resultados son muy distintos a los que esperábamos.
-Ha estado jugando con nosotros. -Replicó furioso el teniente, hablando ahora como lo que realmente era y no como un Hunter. -¿Cómo se ha atrevido?. El consejo es quien gobierna la alianza, usted no es nadie, ¡No tenía derecho a hacer esto!
-Tal vez. -Respondió tranquilamente el comandante. -Pero eso ahora carece por completo de importancia. No sé que pensaban conseguir capturando a la hija de Nathaniel, probablemente usarla para hacer algún trato con ese monstruo a cambio de su vida, pero todo eso ahora carece por completo de importancia.
-¿Qué quiere decir?. -Preguntó desconcertado. -Espero por su bien que no pretenda acabar con la vida de la muchacha comandante, ahora es propiedad del consejo y le aseguro que no se lo tomarían a la ligera.
-¿Matarla?. -El comandante no pudo evitar reírse al oír esto y pulsó un botón parando la grabación justo en el momento en que el torbellino de fuego creado por Álam alcanzaba su máxima expansión. -Maldito imbécil, todavía no ha comprendido lo que ha hecho ¿verdad?. Esa muchacha es lo único que se interpone entre Álam y nosotros, sin ella ya estaríamos todos muertos. El que intente siquiera ponerle una mano encima morirá, yo mismo lo mataré si es necesario. Y esto incluye a su precioso consejo... teniente.
-¡Está loco!.
-Es posible. -Afirmó el comandante sonriendo. -Pero a diferencia de usted yo sí sé lo que está apunto de pasar. Esta muchacha ha conseguido vencer incluso el odio que Álam sentía por los vampiros, algo que el simple encanto de una vampiresa no habría conseguido nunca. No, aquí hay algo más, algo lo suficientemente fuerte como para que alguien como Álam la trajese hasta aquí y se arriesgase así para defenderla. Y ahora usted se la ha quitado, más que eso, ha matado a Alys acabando así con todo lo que Álam tenía. Puede que aún no lo sepa, pero usted ya está muerto teniente, nada en el mundo podría interponerse ahora entre ese muchacho y lo que ha vuelto a arrebatarle a todo aquello que amaba, NADA. La pregunta es, ¿será usted solo el que morirá o desapareceremos todos con usted?.
-¡Álam está muerto!. -Aseguró el teniente cada vez más nervioso.
-Si es así no tiene nada que temer. -Sonrió el comandante. -Pero por desgracia para usted... no lo es. Lo que usted vio en esa colina no fue cómo sufría un ataque, sino cómo sus poderes despertaban después de años adormecidos. No sé cómo ha sucedido ni por qué Álam sigue con vida, pero sí puedo asegurarle una cosa, si él estuviese muerto y hubiese sufrido un ataque en ese momento, ahora estaría tan muerto como esos dos Hunters.
-¿Por qué está tan seguro de que sigue con vida?. -Insistió el teniente. -Ya ha visto lo que sucedió, su inhibidor estalló. ¡Tiene que estar muerto!.
-Deje que le muestre algo.
Mientras decía esto, el comandante apagó la pantalla y la envió de vuelta hacia las demás mientras él mismo se dirigía a su escritorio. Una vez allí, dirigió su mirada hacia la red de pantallas que tenía enfrente y habló directamente con ellas cómo si estuviese tratando con uno más de sus subordinados.
-Ordenador, carga el archivo de datos cero, guión, doce, guión, cero, guión, trece. Quiero que lo pases a todas las pantallas.
-Enseguida, comandante. -Respondió al instante una voz suave y modulada, similar a la de una mujer joven pero carente por completo de emociones. -Archivo cargado, códigos de desencriptación de nivel alfa necesarios para su ejecución.
Tal como el ordenador le pedía, el comandante acercó su mano a la mesa y la colocó sobre un delicado panel de cristal que adornaba uno de los lados y en ese preciso instante se iluminó con un brillante color rojo. En cuestión de segundos, el ordenador había analizado tanto las huellas dactilares como las demás claves biológicas del comandante y respondió de nuevo.
-Códigos aceptados, ejecutando archivo.
Con un pequeño destello, todas las pantallas se encendieron de golpe mostrando un claro mapa del reino de Nathaniel, concretamente de la parte que este ocupaba en Asia y en cuya zona superior izquierda podía verse un brillante punto rojo que tan solo el comandante parecía identificar.
-¿Sabe lo que es eso?. -El comandante esperó a que el teniente negase con la cabeza y continuó. -Es el pueblo de Álam, o lo era antes de que él lo destruyese.
Dicho esto, el comandante hizo un gesto al ordenador y este inició el programa contenido en el archivo. Al instante, el mapa hizo un rápido zoom hacia la zona del pueblo hasta mostrarlo con todo detalle dibujando incluso los árboles y el relieve de las colinas que lo rodeaban y se detuvo allí durante unos segundos. Pero el programa no había terminado, justo cuando el teniente estaba a punto de decir algo más, una brillante luz roja brotó en medio del pueblo hasta formar una enorme columna escarlata en medio del bosque y creció devorándolo todo a su paso hasta formar el descomunal cráter que en la actualidad ocupaba aquella zona.
-Eso es lo que sucedió hace diez años. -Dijo con tranquilidad el comandante. -No fue un simple incendio, yo estaba cerca de allí y pude ver el torbellino que arrasó ese pueblo, es algo que nunca olvidaré.
-¿Qué tiene que ver eso con todo esto?. -Trató de comprender el teniente. -Álam sufrió un ataque entonces y se salvó gracias al inhibidor, ¿Por qué cree que ha sido distinto esta vez?.
-Entonces Álam era solo un niño. -Explicó el comandante. -Tenía doce años y su mente ni siquiera se había desarrollado por completo. Ahora es un hombre, si eso sucediese ahora...
En lugar de seguir explicándoselo, el comandante se giró de nuevo hacia el ordenador y habló una vez más con él.
-Añade a la simulación el coeficiente de desarrollo mental de un humano entre los 12 y los 22 años. -Ordenó. -Superpónlo a los datos existentes y reinicia el programa.
El ordenador obedeció de una vez más. El mapa ajustó el zoom de nuevo mostrando esta vez la región a una escala tres veces mayor que la anterior y en el centro el mismo resplandor rojo de antes volvió a devorar el pueblo. Sin embargo, esta vez apareció algo más en la simulación. Justo cuando el primer resplandor se desvanecía, un brillo anaranjado brotó en el centro del mismo y se expandió de pronto cubriendo el pueblo y las colinas que lo rodeaban hasta formar un gigantesco cráter de más de veinte kilómetros de diámetro que dejó al teniente totalmente aterrado.
-Eso, teniente, es lo que sucedería ahora si Álam fuese un humano normal. -Se burló el comandante disfrutando aparentemente con la aterrada mirada de su subordinado que empezaba a comprender con horror sus palabras.
-No... no es posible, no puede existir algo así.
-Tiene razón, no existe. -Afirmó el comandante cuya sonrisa se desvaneció de pronto. -Porque Álam no es un humano corriente: ¡es un psíquico!. Su desarrollo cerebral está muy por encima del nuestro.
Acabada esta frase, el comandante habló de nuevo con el ordenador introduciendo exactamente la misma orden que antes aunque cambiando esta vez el coeficiente de desarrollo humano por el de un psíquico y los dos dirigieron su mirada hacia las pantallas.
Las dos primeras simulaciones se cargaron de nuevo sin problemas y el mapa redujo una vez más su zoom hasta mostrar toda la costa de Kara y parte de la frontera. En ese instante, un brillo púrpura brotó de nuevo en el centro del pueblo de Álam y se extendió velozmente sobre el mapa destruyendolo todo a su paso hasta dejar un gigantesco cráter del tamaño de un pequeño país.
-Im... imposible. -Tartamudeó el teniente. -Ese poder de destrucción no puede pertenecer a un humano, no... no puede ser cierto.
-En realidad no lo es. -Sonrió de nuevo el comandante. -Lo que ha visto es solo una estimación, pero no he introducido los datos referentes al inhibidor. Esos aparatitos tienen un doble efecto sobre los psíquicos, por un lado anulan sus ondas cerebrales manteniendolos con vida, sí, pero también hacen algo más. El control que ejercen sobre las ondas cerebrales genera una presión sobre su cerebro contra la que este está constantemente luchando. El resultado de todo esto es similar al que se obtiene ejercitando cualquier músculo del cuerpo, sus cerebros sufren un sobredesarrollo a causa de ese esfuerzo constante y su capacidad e intensidad mentales están muy por encima de las estimadas originalmente. Me encantaría mostrarle los resultados de una simulación con esos datos, pero por desgracia nuestros ordenadores ni siquiera son capaces de calcularlo, excede la capacidad de computación de nuestros equipos.
El teniente no respondió a esto, su cuerpo temblaba pegado a la pared del despacho mientras sus ojos observaban aterrados la última simulación y no sabía ya qué decir ni qué esperar. El comandante, por el contrario, pareció tomarselo todo con más calma y se acercó tranquilamente a él.
-Eso sería lo que habría sucedido si hubiese sufrido un ataque, pero como supongo que ya habrá comprendido Álam sigue con vida en alguna parte. -Explicó. -Y estoy convencido de que pronto vendrá a buscar a esa chica.
-Jamás lo conseguirá. -Trató de decir el teniente. -No podrá atravesar la frontera ni todas nuestras defensas, hay demasiados fuertes y puestos de avanzada entre esta torre y las montañas como para que pueda llegar aquí.
-¿En serio cree que nuestros soldados podrán hacer algo contra él?. -Dijo con sarcasmo el comandante. -Imagínese a alguien capaz de moverse a la velocidad del pensamiento, capaz de dominar el fuego y los rayos, de controlar las corrientes de energía del propio planeta como si formasen parte de su propio cuerpo y modelar la realidad a su voluntad como un simple sueño. ¿Es capaz de imaginarselo teniente?. ¡Eso es a lo que nos enfrentamos!.
Cómo para confirmar lo que el comandante acababa de decir, las pantallas del escritorio cambiaron de pronto la imagen de la simulación por una brillante señal de alerta y los dos giraron inmediatamente la cabeza hacia allí justo a tiempo para ver cómo el rostro preocupado de uno de sus oficiales de comunicaciones aparecía reclamando su presencia en la sala de mando.
-Ha tardado menos de lo que esperaba. -Sonrió irónicamente el comandante al tiempo que miraba hacia el teniente. -Acompáñeme, creo que esto le interesará más que cualquiera de esas simulaciones.
Dicho esto, el comandante abrió de nuevo la puerta y salió por ella seguido apenas un metro más atrás por el teniente cuyo rostro se había vuelto en aquel instante tan pálido como el de los propios vampiros. Una vez en el centro de la sala de mando, el comandante buscó a su oficial entre los pequeños puestos de control y vio como este se giraba hacia él para informarle de lo que sucedía.
-Señor, hemos captado una comunicación de emergencia entre varios de los fuertes de la frontera. -Dijo en un tono visiblemente preocupado. -Creo que debería escucharla.
-Adelante. Pásala a la pantalla principal.
Obedeciendo la orden de su comandante, el oficial ocupó de nuevo su puesto frente a su pantalla y tecleó los comandos adecuados para pasar la comunicación a la gran pantalla que ocupaba el fondo de la sala. Al instante, la multitud de diagramas y datos que la ocupaban desapareció por completo y en su lugar apareció la imagen sudorosa y visiblemente nerviosa de un soldado que miraba con desesperación a la pantalla buscando una ayuda que sabía ya no llegaría a tiempo.
-Aquí el puesto de avanzada 27 de la frontera, -Gritó hacia la cámara el soldado mientras la pantalla parpadeaba con el eco de lo que parecían ser explosiones y la estática entrecortaba la comunicación. -Nos están atacando, necesitamos ayuda... envíen a todos los refuerzos disponibles... no podemos detenerlo... los cañones... destruidos.... nada funciona contra él... no podemos contenerlo. Ha destruido la muralla... hay sangre por todas partes... los soldados... todos muertos... por favor... ayudennos... ¡Necesitamos ayuda!.
Justo en el instante en que decía esto, una nueva explosión sacudió la pantalla y una parte del muro estalló a la derecha del soldado llenándolo todo de humo mientras la cámara se apagaba por completo.
-¡No!.... ¡Socorro.... nooooarghhhhhhhhhhhhhh...................
Aquellas fueron las últimas palabras del soldado. Lo único que se oyó después fueron los disparos de un arma y el golpe de algo chocando violentamente contra el muro mientras la voz de aquel soldado se apagaba lentamente. En ese instante, la transmisión llegó a su fin y todos los oficiales se giraron hacia su comandante. Asombrados, desconcertados y, sobretodo, aterrados ante lo que acababan de ver y oír.
-Eso es todo... señor. -Anunció el oficial de comunicaciones. -Creí que querría verlo.
-Has hecho bien muchacho. -Lo felicitó el comandante mirando todavía a la pantalla llena de estática e interferencias. -Pero necesito algo más que eso. Quiero una imagen del exterior del fuerte, ¿Podemos interferir una de las cámaras de vigilancia del exterior?.
-Dudo que estén todavía en pie señor. -Dijo no muy convencido el oficial. -Además, para interferir una de esas cámaras necesitaría los códigos de control del ejército. Sus comunicaciones y sistemas de vigilancia tienen seguridad propia.
-¿Los mismos códigos que necesitarías para intervenir esa llamada de socorro?. -Preguntó el comandante totalmente consciente tanto de lo que este había dicho cómo de las "habilidades" de su oficial.
-Sí, los mismos. -Respondió el oficial esbozando una ligera sonrisa. -Déme un minuto señor, si alguna de esas cámaras sigue operativa tendrá esas imágenes..
Nada más decir esto, el oficial de comunicaciones se giró de nuevo hacia su panel y una cascada de datos lo inundó de pronto mientras este comenzaba a trabajar en él. Al cabo de tan solo un minuto como este había dicho, se giró de nuevo hacia su comandante con una triunfal sonrisa en el rostro y asintió con la cabeza.
-Cuando usted quiera, señor.
-Adelante.
Una vez más, el oficial obedeció las órdenes y la pantalla principal cambió de nuevo substituyendo la estática por una imagen panorámica del fuerte. La descomunal muralla frontal del fuerte estaba destruida, dividida en dos como si un gigantesco haz de plasma la hubiese atravesado e incluso sus cañones yacían en pedazos a sus lados. La destrucción había seguido una linea recta partiendo de aquella hendidura y no había tocado siquiera los arsenales o las barracas, pero había atravesado el puesto de mando y el otro muro formando un reguero de destrucción a su paso. Los cuerpos de los soldados se amontonaban alrededor de aquella imaginaria línea trazada entre las aberturas de ambos muros, formando un macabro espectáculo sobre el enorme charco que su propia sangre había formado ya, con las armaduras aplastadas o totalmente destrozadas como sus propios cuerpos hubiesen estallado. Pero en ningún caso con las marcas típicas de un arma de plasma.
Por todos lados podían verse las señales de los disparos marcando las paredes, la muralla, el suelo, ¡todo!, pero ni rastro del objetivo hacia el que habían sido dirigidos. Sin embargo, había algo que sí identificaba al causante de todo aquello y que llamó inmediatamente la atención del comandante.
-¡Dirige la cámara hacia el muro y amplía la sección izquierda!. -Ordenó bruscamente.
El oficial cumplió inmediatamente las órdenes y la cámara giró hacia aquel lugar para mostrar a continuación una imagen ampliada de la base de la muralla, justo a la izquierda de la hendidura. Fue en ese momento cuando todos comprendieron lo que el comandante había visto, pero aquello los aterrorizó aún más y un escalofrío recorrió de pronto la espalda de los oficiales y los cuatro Hunters que miraban la pantalla al ver aquello.
Lo que había en aquella pared era una inscripción, una única palabra grabada sobre el hormigón de la misma con enormes letras sanguinolentas hechas con la sangre de los propios soldados, cómo si alguien hubiese utilizado los miembros de aquellos hombres a modo de grotescos pinceles para poner una única y amenazadora palabra: ¡DEVOLVEDMELA!.
Tan solo uno de los presentes en aquella sala fue capaz de hablar tras ver esto. A diferencia de los demás, él ya sabía quién era el responsable de aquel ataque antes de ver aquellas imágenes y miró con una diabólica sonrisa hacia el teniente cuyos ojos observaban aterrados aquello.
-¿Tiene miedo teniente?. -Preguntó en un tono sombrío y casi burlón. -Yo también lo tendría si estuviese en su lugar.
-¡Es usted un maldito loco!. -Rugió de ira el teniente perdiendo por completo la compostura ante la pasmosa tranquilidad con que el comandante parecía aceptar todo aquello. -¡Usted lo sabía!, ¿Cómo ha podido proteger a ese monstruo durante todos estos años?.
-Yo no era el único que lo sabía. -Replicó el comandante sin apenas inmutarse. -¿Cree realmente que fue solo una casualidad qué yo encontrase a Álam ese día y que acabase siendo uno de los nuestros?. Su querido consejo estaba tan al tanto del peligro que Álam suponía como yo, es más, fueron ellos quien me desviaron hacia ese pueblo aquel día mientras regresaba de mi misión y me ordenaron llevar de vuelta al muchacho.
-¿Q...qué?. -Tartamudeó incrédulo el teniente. -No, está mintiendo, eso no puede...
-Sabe que es la verdad. -Cortó bruscamente el comandante. -Álam es el primer psíquico en alcanzar los doce años sin sufrir un colapso y el consejo estaba más que interesado en él, esperaban poder usarlo para sus fines si demostraba tener las habilidades que esperaban. Aunque, cómo usted mismo sabe, eso no fue lo que sucedió. Nuestro pequeño "experimento" demostró no ser diferente a los demás psíquicos y la necesidad del inhibidor lo hizo inútil a ojos del consejo, aunque conseguí que no lo matasen de todas formas y me permitieron "usarlo" como uno más de mis hombres. Pero como ve, las cosas han cambiado ahora, parece que nuestra joven prisionera ha conseguido resolver ese problema y Álam se ha convertido en lo que sus superiores esperaban. Una lástima que ya no sea un simple peón y no puedan controlarlo, ¿Verdad?.
-¡Queda usted relevado de su cargo!. -Le advirtió furioso el teniente incapaz de aguantar por más tiempo las palabras del que hasta entonces había sido su superior. -No sé si lo que ha dicho es o no verdad, pero si es cierto entonces estoy seguro de que el consejo sabrá como manejar a ese... monstruo. -Dicho esto, el teniente se giró hacia los puestos de control de la sala y miró hacia el oficial de comunicaciones. -¡Oficial!, envíe una comunicación a la sede central de la alianza, solicite una comunicación inmediata con el consejo.
Lejos de obedecer, el oficial permaneció inmóvil mirando completamente serio al teniente y giró la cabeza hacia su comandante cómo si no lo hubiese escuchado. Sin embargo, para sorpresa de este el comandante asintió con la cabeza y el oficial decidió hacerle caso.
-Haga lo que quiera. -Dijo el comandante mientras se daba la vuelta y la pantalla se llenaba con los códigos de desencriptación de la comunicación. -La muerte de los soldados que envíen a detenerle pesará sobre su conciencia, no sobre la mía. Aunque supongo que no es algo que deba preocuparle demasiado, no vivirá lo suficiente como para llegar a lamentarlo.
Dicho esto, el comandante comenzó a caminar alejándose en dirección a su despacho y dejó al teniente solo en el centro de la sala. Sabía que este no permitiría que se acercase a la chica ni le dejaría deambular a sus anchas tras todo lo que había dicho, pero también sabía qué todo lo que había estado haciendo durante los últimos años no había sido una simple pantomima para el consejo y ya era hora de comprobar si todo su esfuerzo había servido o no de algo al entrenar y preparar a sus hombres.
-¿A dónde cree que va?. -Dijo de pronto a su espalda la voz del teniente acompañada por el sonido característico de una espada al activarse. -No crea que he terminado con usted, ex-comandante, tendrá que rendir cuentas ante el consejo por todo esto.
-No olvide donde se encuentra teniente -Respondió sin molestarse siquiera en mirar hacia atrás ni aminorar su paso. -El consejo estará demasiado ocupado con la ruptura de la frontera cómo para prestar demasiada atención a un simple "espía" en peligro, y si espera que mis hombres le ayuden... simplemente inténtelo, seguro que le sorprenderá el resultado.
-¿Qué demonios cree significa eso?. -Preguntó visiblemente sorprendido el teniente al tiempo que señalaba hacia los dos Hunters que vigilaban la puerta del despacho. -¡Detenedle!.
Los Hunters ni siquiera se movieron, los dos permanecieron en sus sitios apostados a ambos lados de la puerta y dirigieron su mirada hacia el comandante sin intentar en ningún momento detenerle. Algo que, a diferencia de a su antiguo subordinado, no sorprendió en absoluto al comandante que se detuvo frente a ellos y los miró sonriendo a ambos.
-Si no le obedecéis también tendréis problemas. -Los advirtió. -El consejo acabará mandando a sus soldados tarde o temprano a tomar el control de este lugar.
-No somos soldados ni servimos al consejo, señor. -Respondió tranquilamente uno de los Hunters. -Somos cazadores y usted es nuestro comandante, no le fallaremos ahora.
-Lo sé. -Afirmó el comandante abriendo la puerta y dirigiendo una última mirada hacia su más que sorprendido teniente. -Ahora espero no fallaros yo a vosotros.
Tras decir esto, el comandante entró en su despacho y la puerta se cerró tras él una vez más dejando al teniente solo en el centro de la sala. Para bien o para mal, todo estaba ya en marcha y lo que aquel hombre pudiese hacer con aquella comunicación ya no le preocupaba en absoluto. Lo verdaderamente importante era la joven que descansaba todavía en aquella habitación y de ella dependería ahora el futuro de todos ellos.