Tal y como comenté en
este hilo cada lunes pondré un capítulo nuevo de mi libro a disposición del que lo quiera leer. Sé que hoy es miércoles pero a partir de la semana que viene será cada lunes. Espero vuestras opiniones.
CAPÍTULO 1
Seis y media de la tarde de un magnífico día de primavera. Daniel subía por la ladera de la montaña hacia la cumbre; llevaba mucho tiempo deseando subirla y ese día se cumplía su deseo. Sus piernas tenían la fuerza necesaria para subir tres montañas seguidas, se sentía fuerte y estaba dispuesto a no descansar hasta llegar a la cima.
- Eh Dani, no vayas tan rápido –le gritó su amigo Alejandro desde más abajo.
Daniel y Alejandro eran dos jóvenes de veinte años, tenían una gran afición por el senderismo, alpinismo y, por regla general, por todas las actividades físicas relacionadas con la naturaleza.
- Ahora estoy en racha –respondió Daniel entusiasmado por el ritmo que llevaba–. Te espero un poco más arriba.
- Vale.
Daniel continuó con el ascenso hasta llegar hasta un pequeño llano desde el que se divisaba un bello paisaje. Bastantes metros más abajo se veía a Alejandro subiendo con más dificultad de lo normal en él. <
> se dijo Daniel. Comenzó a andar hasta el otro extremo del llano donde se divisaba el comienzo de un bosque lleno de maleza. <> pensó Daniel, al que siempre le gustaba analizar los detalles aunque parecieran insignificantes. La curiosidad le impulsó a entrar en el bosque; la parte por la que había subido no tenía árboles y ver vegetación siempre era motivo de curiosidad de parte de Daniel.
Daniel comenzó a andar por el poco sitio que quedaba entre las ramas de los árboles y la espesa maleza que había. Estuvo unos cinco minutos andando al paso más ligero que le permitía aquel bosque hasta que se detuvo de repente. Había llegado a un claro y allí había una especie de cueva. <> pensó, tras lo que se acercó a explorarla. Llegando a la entrada se dio cuenta de que más que una cueva era una sima ya que, a los pocos pasos había un gran agujero en el suelo del que no se veía el final. Daniel cogió una piedra y la lanzó para calcular la profundidad; esperó hasta dos minutos sin oír el ruido de la piedra; era increíble. Lanzó otra piedra y obtuvo igual respuesta: silencio absoluto. Daniel no se lo creía, se dio la vuelta dispuesto a avisar a Alejandro de semejante descubrimiento, sin embargo, al dar la vuelta perdió el equilibrio; lo que, unido a una fuerte bocanada de viento le hizo precipitarse en la extraordinaria sima.
Infinidad de recuerdos e imágenes llegaron a la mente de Daniel mientras caía por la oscura sima durante los primeros siete u ocho segundos de caída; después perdió el conocimiento a causa de la misma ansiedad producida por la, al parecer, cercana muerte que le aguardaba.