Capitulo 2
LAS LLANURAS DE FUEGO Y LA NAVE CRISTALINA
La ciudad donde residía Icarus estaba protegida por un escudo transparente. Dicho escudo servía para proteger a la gente de las duras condiciones climáticas que existían por todo el desierto. El escudo también servía para mantener una temperatura media de veinte grados.
Pero todo esto no se podría haber conseguido si los cristales azules. Esos cristales que nacían de la propia tierra de ese planeta.
Corriendo a gran velocidad con la moto deslizadora, avistaron un edificio en ruinas. Un edificio que delimitaba el final de la ciudad.
-¡Tenemos que salir de aquí!-gritó Kalis a Icarus-¡Mis sueños ya me lo advirtieron! ¡Se avecina una gran guerra!
-¿Qué está ocurriendo?- Icarus preguntó asustado mientras Kalis estaba agarrada con fuerza a su cintura-¿Qué esa nave cristalina que ha aparecido?
-Es una nave de los Orz’én-cuando contestó Kalis, Icarus le dio un vuelco el corazón-La revolución a llegado.
Un trozo de techo del ruinoso edificio hizo de una provisional rampa. La moto atravesó el escudo ante miles de disparos de las naves ligeras.
Mirando por uno de los retrovisores de la moto deslizadora, vio con horror que toda la ciudad estaba en llamas, al igual que en su sueño. La extraña y hermosa nave cristalina desapareció en los cielos, al igual que todas las naves ligeras que destruían cada edificación de la ciudad.
En las lejanías, unas cuantas naves despegaban y ascendían a los cielos con gran rapidez. Era de suponer, que esas naves eran la de evacuación, unas naves medianas que podían viajar a la velocidad de la luz. Aunque en verdad, con ayuda de los cristales azules de este peculiar planeta, no es la nave la que se mueve por el espacio, si no es el espacio el que se mueve.
Al salir del escudo de la ciudad, el clima era asfixiante. En las afueras, hacía una temperatura seca y de 40 grados. El viento era como si hubiera perdido todas sus fuerzas, la arena solo hacía que calentar todavía más el ambiente. Para colmo, donde la vista alcanzaba solo se observaba montañas de arena.
La arena era muy ligera, conforme pasaba la moto dos grandes olas se formaban en los laterales, apartando las arenas como si molestarán.
-¿Tú sabías todo esto?-preguntó Icarus-¿Sabías que esto iba a pasar?
-No…y si-Kalis dudó un instante-No estoy segura…los de mí raza no harían algo así.
-Ni tan siquiera si os esclavizamos y os robamos la energía-dijo Icarus mordazmente-Desde que llegamos a este mundo, nos hemos pasado. Hemos creído que éramos Dioses y hemos jugado a crear mezcla de razas para nuestro propio beneficio.
-…-Kalis no dijo nada, porque sabía que en el fondo tenía razón.
-Ahora que medito…-Icarús meditó unos segundos-Es extraño que la raza de los Orz’én nos atacará. Vosotros sois una raza apacible, quizás debe de haber algo más, algo más oscuro.
-Icarus…-aunque Kalis sabía que estaba prohibido hablar mal de los humanos, ella ya no estaba en la ciudad-Icarus, somos una raza apacible pero no estúpida.
-Nunca he dicho nada de eso-Icarus habló seriamente-Solo digo que es extraño, nada más.
La ciudad ya no se veía por el retrovisor de la moto, ahora solo era una extensión grande de arena roja. Poco a poco, el calor sofocante del sol, hacía mella en Icarus. Unos grandes chorretones de sudor le cubrían toda la cara, sabía que no podía aguantar mucho tiempo.
Kalis que estaba sujeta en la cintura de Icarus, comenzó a tener una sensación de humedad por encima de la camisa de Icarus. El cuerpo de Icarus perdía agua peligrosamente, podría darle una onda de calor y caerse de la moto.
-¡Icarus!-gritó Kalis al darse cuenta de que estaba empapado-Debemos buscar un refugio para ti. Si continuas así, es posible que mueras deshidratado.
-Lo siento Kalis, pero no encuentro una piscina para darme un chapuzón-dijo Icarus irónicamente-Tampoco sé si encontraré un refugió.
Como si un espejismo se tratase, unas ruinas antiguas aparecieron de la nada en mitad del desierto. Unas ruinas de gran extensión y con mucha vegetación. Algo tremendamente imposible porque en el desierto no hay agua para que hiciera crecer la vegetación.
-¡Icarus mira!-señaló Kalis-¡Unas ruinas!
-¿Las ves también?-preguntó Icarus dudoso-Creía que a vuestra raza no os afecta este clima.
-En efecto es así-afirmó Kalis-Pero nunca creí que había unas ruinas tan extensas en este desierto.
-Entonces no tenemos más remedio que visitar esas ruinas-Icarus suspiró con fuerza-Tengo mucho calor, a este paso me dará un síncope.
Ellos llegaron a las ruinas. Icarus bajó de la moto primero y ayudó a Kalis a que bajara.
-Esto es impresionante-dijo Icarus mientras tocaba una columna lisa de las ruinas-¡Esto es real!
Los dos se adentraron un poco entre la vegetación, Icarus notó una corriente de aire fresco que le hizo recuperarse un poco. Las grandes hojas y los arboles que habitaban en esta ruinas, tapaban el sofocante calor del desierto. Pero Icarus se encontró con una agradable sorpresa al llegar a una pequeña explanada asfaltada en piedra.
-¡No es posible!-a Icarus se le abrieron los ojos de par en par-¡AGUA!
Un gran lago de agua cristalina y amurallado por un pequeño muro de piedras, se rellenaba continuamente gracias a una pequeña cascada que atravesaba un pequeño muro.
-¡Icarus sé que estás sediento!-Kalis cogió el brazo de Icarus para pararle-¡No sabemos si esa agua es potable!
-Es verdad…-Icarus tenía en una de las muñecas un pequeño aparato de plástico con una pequeña pantalla-Miraré a ver si es potable-se acercó al lago y recogió una pequeña muestra de agua, abrió el aparato para colocar la muestra dentro-Mmmm.
-¿Qué pasa Icarus?-Kalis preguntó dudosa-¿Es potable?
-Si-dijo Icarus sonriente-¡Esto es real!
Sin pensárselo más veces, Icarus tomó varios tragos del lago. Aunque Kalis no estaba segura, también vebió un par de tragos. El agua estaba fresca, tan fresca que hizo recuperarse a Icarus del golpe de calor.
Bromeando, Kalis salpicó con un poco de agua a la cara de Icarus.
-Me has pillado desprevenido-Icarús devolvió el salpicón.
Comenzaron a jugar dentro del lago. Riendo y gritando hasta que llegó un momento en que sin darse cuenta, Kalis estaba en los brazos de Icarus. Los dos se miraron fijamente mientras las risas de ellos dos se calmaban, poco a poco los labios de Icarus querían llegar, en un momento de debilidad, a los brillantes y húmedos labios de Kalis. Pero un gran rugido les hizo separarse rápidamente.
Salieron con las ropas completamente chopadas, Kalis olvidó que se habían dejado las armas en la moto y no podían defenderse. Un sonido de pasos dirigiéndose a donde se encontraban ellos dos, se hizo cada vez más agudo. Kalis se sujetó en el brazo de Icarus muy asustada.
Mí aportación al capitulo 2
hala ya he cumplido