Durante los meses que siguieron a la caída de Nathaniel los cambios en la estructura política y militar del reino se sucedieron a una velocidad vertiginosa. Con sus poderes, el apoyo de los BlackHawk y los cazadores y el consejo de Marina, Álam tomó el mando como rey indiscutible de todo el imperio creado por Nathaniel y comenzó un proceso de reforma cuya primera acción fue detener de inmediato la guerra. Aunque, tal y como Mariana había aconsejado, las tropas estacionadas en la frontera continuaron su vigilancia para prevenir cualquier ataque.
Internamente, el reino pasó de un régimen militar opresivo a un proceso de desmilitarización progresivo en el que la mayoría de ciudades quedaron al fin libres del control del ejército y las tropas se redujeron en un cuarenta por ciento del total y se concentraron en las bases de mayor importancia estratégica, principalmente los puntos más vulnerables de la frontera.
Terminados sus planes de reforma interna, Álam dirigió su atención hacia la alianza humana e inició los primeros contactos para establecer una paz oficial entre ambos reinos. Por desgracia, esto no dio fruto alguno y, ta como Mariana esperaba, los miembros del consejo humano rechazaron todas sus propuestas con diversas excusas a cada cual más extravagante. Lo que lo obligó a pasar al siguiente punto del plan que Mariana había trazado tiempo atrás.
Con la excusa de un último intento para alcanzar la paz entre ambas potencias, Álam propuso a la alianza una reunión entre él y su consejo y les concedió además la posibilidad de elegir dónde se realizaría. Algo que estos no esperaban sin duda y que, tal como Álam había supuesto, sí consiguió la aceptación por parte del consejo que respondió de inmediato escogiendo como punto de encuentro la antigua torre de los Hunters. El lugar estaba ahora en manos del ejército y era una verdadera fortaleza que además se encontraba en pleno territorio enemigo. Era el sitio perfecto para una trampa y Álam lo sabía, pero acertó de todas formas.
La reunión tuvo lugar una semana más tarde. Álam acudió con una sola nave como habían acordado, uno de los halcones negros de los BlackHawk que aterrizó frente a la torre sin más compañía que los dos aerodeslizadores del ejército que lo escoltaron desde la frontera. Una vez allí, Álam bajó de la nave acompañado por dos BlackHawk que se quedaron custodiando la puerta de la misma y entró en el complejo rodeado en todo momento por soldados totalmente armados.
La reunión tendría lugar en la última planta, en una sala de reuniones construida en la antigua sala de mando del comando. La puerta, como todo el edificio, estaba custodiada por soldados perfectamente armados, pero este no le dio importancia en absoluto y pasó al interior donde los doce miembros del consejo lo esperaban.
Todos parecían hombres de una edad considerable, probablemente de más de cien años en su mayoría, y estaban sentados alrededor de una gran mesa oval cuyo único asiento libre se encontraba en el lado más alejado de la puerta, algo que hizo sonreír ligeramente a Álam mientras rodeaba la mesa y se sentaba en su silla.
-Bien, veo que estamos todos. -Dijo con un tono ligeramente irónico mirando a los doce líderes de la humanidad. -¿Podemos empezar con la reunión?.
-Por supuesto. -Respondió uno de ellos. -En realidad ya tenemos preparado el tratado, solo falta su firma correspondiente.
Mientras decía esto, el miembro del consejo más cercano a Álam le entregó un papel y este lo miro durante unos segundos antes de sonreír de nuevo y mirar a los doce hombres que aguardaban sin duda una respuesta afirmativa.
-Supongo que esto ese una broma. -Dijo sin apenas creerse sus propias palabras. -Esto es un tratado de rendición, no de paz.
-Exacto, pero creemos que es más que justo dada la situación en que se encuentra. -Mientras el miembro del consejo decía esta frase, dos soldados aparecieron tras Álam abandonando la protección del camuflaje de sus armaduras y apuntaron sus armas hacia su cabeza. -Sinceramente, no esperábamos que fuese tan estúpido como para venir solo hasta aquí, sobretodo siendo alguien que sabe perfectamente de lo que es capaz nuestra tecnología. Pero no deja de ser conveniente.
Lejos de preocuparse, Álam dejó escapar un suspiro de resignación al oír esto y los miró a todos con una siniestra sonrisa sin prestar siquiera atención a los soldados que había tras él.
-Mariana tenía razón, no son diferentes de él. -Dijo mientras se ponía en pie ignorando la amenaza de los soldados. -Me alegra que hayan hecho esto, lo hace todo mucho más fácil.
Justo en el instante en que Álam decía esto, sus ojos centellaron con un brillante fulgor azul y los dos soldados salieron despedidos hacia la pared trasera de la habitación golpeados por una fuerza terriblemente poderosa que aplastó por completo sus armaduras acabando con sus vidas. Al ver esto, el resto de los presentes en la sala miraron con temor a Álam y este sonrió nuevamente mientras caminaba hacia la puerta sin dirigirles ya la mirada.
-Sé que les sorprende, supongo que esperaban que los inhibidores que han puesto en el edificio controlasen mis poderes. Pero olvidaron un pequeño detalle. -Mientras decía esto, Álam pulsó el botón de apertura de la puerta y dos gritos inundaron de pronto la sala segundos antes de que los cuerpos de ambos guardias cayesen frente a esta con el cuello cortado. -Esos aparatos tardan un tiempo en hacer efecto, mas que suficiente para que yo pueda hacerlos pedazos sin tener que acercarme a ellos. Además, parece que ustedes también han olvidado el "peligro" de su tecnología. Pero no se preocupen, sera el ultimo error que cometan.
En el momento en que Álam terminó esta última frase, dos BlackHawk aparecieron también de la nada a ambos lados de la puerta y el terror se hizo patente al instante en los rostros de los miembros del consejo que retrocedieron hacia la parte más alejada de la habitación, aunque esto no les serviría de nada.
Mientras salía de la habitación, Álam oyó los gritos de aquellos hombres cayendo uno tras otro ante las armas de sus hombres y se detuvo frente a la puerta observando el pasillo repleto de cadáveres. En esos momentos toda la torre debía haber caído ya en manos de las dos escuadras de BlackHawks y cazadores que lo habían acompañado en naves camufladas y lo único que le quedaba por hacer era abandonar aquel lugar. Sin embargo, antes de irse vio como otro de sus hombres aparecía a su lado y se detuvo un segundo reconociendo la armadura de Álfred.
-¿Crees que estamos haciendo lo correcto?. -Preguntó totalmente serio mientras este se quitaba el casco.
-No. -Respondió Álfred. -Estamos haciendo lo necesario. De ti depende hacer o no lo correcto a partir de ahora.
-No solo de mi. -Replicó Álam recuperando su sonrisa.
-Cierto. -Asintió Álfred con el mismo tono tranquilo y relajado que el nuevo rey. -Lo que me recuerda que no tenemos mucho tiempo para estar aquí hablando. Si no nos vamos pronto no llegaremos a tiempo, y no creo que te interese llegar tarde a tu propia boda. Dudo que Melissa te lo perdonase fácilmente.
-¿Tú crees?. -Preguntó burlonamente Álam. -Yo no lo dudo, sé que lo haría. Pero no pienso hacerla esperar, ella no se merece eso.
Dicho esto, Álam comenzó a caminar por el pasillo en dirección al ascensor y Álfred lo siguió unos pasos más atrás sin molestarse en activar de nuevo el camuflaje. Con aquella última acción, el plan de Mariana concluía y con él el equilibrio de poder establecido por el consejo. La larga guerra entre ambas potencias tocaba a su fin y un nuevo orden estaba a punto de nacer, un orden en que, por primera vez, ambas razas convivirían juntas bajo el reinado de un nuevo rey que no pertenecería a ninguna de ambas razas, sino al futuro de estas.