Biografia
Su éxito es un corte de mangas al sistema. Ayer, Robe Iniesta era un tirado. Nadie daba un duro por él. Hoy, el líder de Extremoduro despierta pasiones entre los jóvenes españoles. Detrás del fenómeno del año en el rock nacional se esconde un poeta callejero rescatado de los infiernos. Todavía le queda alma de demonio.
La generación que empieza a escuchar música no se identifica ni con el pop convencional ni con los grupos indies que cantan en inglés. Y ahí es donde surge Extremoduro: en un panorama tranquilo, complaciente y poco arriesgado, ellos combinan una actitud muy transgresora con unas letras descarnadas y sinceras. Desde Leño, en el rock español no había existido nada igual. Mezcla de trovador, rockero y maki, Robe escribe textos muy personales que hermanan el lenguaje callejero y la crítica social con imágenes poéticas y citas de Machado, Miguel Hernández, Pablo Neruda y otros poetas más underground, como Manolillo Chicato. La lucha por la supervivencia, el sexo y las drogas, retratados con tremenda crudeza, son sus temas más recurrentes. "Me revuelco por el suelo y me revienta la polla de pensar en ti; /me desangro y riego tu jardín", canta en Prometeo. "Probaré la droga, una de cada, / pa encontrar la que más me degrada y abrazarme a ella hasta morir", reza su Cabezabajo. "Hay cosas de las que nadie habla, pero que las tienes tan enfrente que, para mí, es imposible no tratarlas", explica Robe. "Las drogas, por ejemplo, están ahí. No creo que sean malas ni buenas, depende de cómo las uses. No animo a nadie a tomarlas, ni hago apología de nada. Sólo intento hacer pensar, y defiendo la libertad de cada uno de hacer lo que quiera."
Los ochenta agonizaban, y Robe, empeñado en dedicarse a la música, tuvo una idea genial. Fabricó unos vales de 1.000 pesetas, que vendía a la gente con la promesa de entregarles a cambio su futuro primer elepé. Consiguió 250.000 pesetas, grabó una maqueta y consiguió su primer contrato discográfico con la independiente Avispa. Pronto la ilusión fue aplastada por la cruda (y cutre) realidad del negocio. "Tuvimos la peor suerte. Nos engañaron con el contrato, y con el primer disco hasta tuvimos que pagar pelas para el estudio. En el segundo disco, todo era leonino. Cuando tuvimos que venir a grabar, nos daban 10.000 pelas de dieta al día para los cuatro, contando con hotel y todo. Yo les dije: Mandadme todas las pelas al pueblo y me voy para allá. Y me dijeron que no, que me las irían dando cada día allí. Entonces les mandé al peo". Extremoduro fichó por otra independiente, Area Creativa. Su segundo disco, "Somos unos animales", vendió 8.000 copias sin ninguna promoción. Nuevas desgracias (no vieron un duro de derechos de autor por este disco) les llevaron a fichar por DRO en 1991.
El bajista del grupo, conocido en los tiempos de la movida madrileña como Charly Melodías tras entrar en Extremoduro cambió su nombre de guerra por Carlos el Sucio. El Sucio conocía a dos históricos de la discográfica, José Carlos Sánchez y José Antonio Gómez. "él nos convenció de que era un grupo al que el público prestaba mucha atención", recuerda Gómez. "Acabábamos de fichar a Celtas Cortos, y vimos que Extremoduro podía ser un fenómeno parecido". Los años con DRO, compañía en la que aún militan, han dado de sí cuatro elepés (Deltoya, ¿Dónde están mis amigos?, Rock transgresivo y Agila), un extraño disco con una sola canción de 29 minutos (Pedrá) y varios instrumentistas perdidos por el camino. "Lo más truculento y excesivo que recuerdo de la historia de Extremoduro no tiene que ver con Robe, sino con sus músicos", asegura Gómez. "Las actuaciones eran demenciales: el batería se dormía, el guitarra tenía que hacer tres o cuatro descansos A veces, algunos pasaban de aparecer porque se estaban picando, y le dejaban tirado". El ambiente de Plasencia tampoco animaba a Robe a decir no. "Es un sitio para gente mayor, un lugar desfasado, de pensamiento retrógrado y lleno de fascistas. Lo único que tiene son sitios bonitos, y de eso hay en todos los lados.
En un momento dado se podían llevar allí todas las centrales y los cementerios nucleares, todas las cárceles de seguridad, todos los sitios chungos. Sacar a toda la gente de allí y poner esto". Iniesta se mudó primero a Madrid y más tarde a Granada, donde encontró la "gente joven y abierta" que necesitaba a su alrededor. Poco después de establecerse allí, Robe decidió parar el carro y sentar la cabeza. La calma y el éxito llegaron juntos, y hoy el poeta goza de cierta estabilidad vital y económica. "Yo nunca he tenido problemas de dinero: los camellos me han fiado siempre" , chulea. "Antes tenía menos pelas. Bueno, en realidad ahora tampoco tengo, porque me las gasto. Para lo único que me sirve el dinero es para ir más a mi rollo. Si antes hacía lo que me daba la gana, ahora mucho más. Me da más libertad. Pero no estoy obsesionado con el dinero". Tampoco parece despreciarlo: no para de pedir a la representante de su discográfica que anuncie sus conciertos para recuperar las pelas que ha metido en ellos.
Bien es cierto que, por ahora, Robe no parece nadar en la abundancia. Acompañado siempre por su bulldog Angelito, viaja a los bolos en una motocaravana, en la que pernocta dentro del cámping de turno. "No me molan los hoteles. Tienen las sábanas más frías del mundo". Vive sin opulencia en un barrio granadino, acompañado por sus dos hijos de siete y ocho años. Sus únicos lujos son un teléfono móvil y el coche que se acaba de comprar. "Es grande y color verde picoleto, para que crean que soy un señor mayor y no me paren".
Dicografia
ROCK TRANSGRESIVO
SOMOS UNOS ANIMALES
DELTOYA
¿DONDE ESTAN MIS AMIGOS?
PEDRA
AGILA
IROS TODOS A TOMAR POR CULO
CANCIONES PROHIBIDAS
YO, MINORIA ABSOLUTA
Fotos
Salu2