Hola a quien lo lea.
En un restaurante donde los cubiertos de plata son el segundo hilo musical del local un caballero se levanta de su mesa. Comparten mesa con él una pareja joven, dos niños y una mujer mayor. El camarero sonriente le da un micrófono al hombre que se ha levantado y con un leve gesto le indica que puede comenzar.
El hombre sujeta el micrófono con ambas manos y comienza a hablar.
- Buenas noches. Me gustaría pedirles un momento de su atención.
El resto de comensales, dejando de lado una conversación, un trozo de filete o un sorbo de vino, le miran con curiosidad.
- Hoy, hemos venido aquí a celebrar un acontecimiento familiar. Algunos de ustedes compartirán con nosotros el cenar aquí para celebrar algo, otros vendrán simplemente a comer bien, otros a una cita... sea como fuere me gustaría pedirles un favor.
- Las personas que comparten mesa conmigo han tenido un papel crucial en mi vida, gracias a ellos he podido llegar a buen puerto y por eso hoy celebramos con alegría esta cena. Les pediría compartieran conmigo mi agradecimiento y les dieran un gran aplauso.
Y el hombre, mirando a los ojos a cada una de las personas que comparten mesa con él comienza a aplaudir. El resto de personas le siguen y al poco hasta los camareros aplauden agradecidos a los comensales de la mesa, que emocionados, sonríen al hombre que sujeta el micro y les mira agradecidos.
Los aplausos van cesando hasta que la atención vuelve al hombre que de pie, mantiene el micro en su mano, cerca de decir de nuevo alguna cosa.
- Muchísimas gracias por embellecer este momento, gracias, espero disfruten de su velada.
El hombre devuelve el micro al camarero y desliza su mano dentro del bolsillo interno de su americana, empuña un objeto y con una sonrisa se dispara en la sien.
Un saludo.