Era una tarde de marzo
junto al mar te vi pasar,
llevabas un vestido blanco
y un andar sensacional.
Sin dudar te dije...
¡eres un ángel!
Me miraste
y la vista bajaste en un instante.
Después de un rato de caminar,
apareciste de repente por detrás
yo quedé impactado,
parecías un ángel de verdad.
Nuevamente volví a decirte...
¡eres un ángel!
Y esta vez con una sonrisa me miraste.
Sin esperar tu nombre pregunté.
Me llamo GUM , dijiste...
Y asombrado me quedé.
Caminamos un rato largo
por la playa y descalzos,
caminamos un rato largo
y el ángel seguía a mi lado.
Tenías unos ojos celestes que hablaban por si solos,
un rostro perfectamente moldeado,
un pelo suavemente dorado
y la sonrisa de un ángel enamorado.
SALUDOS