[Juego Relatos] Frase nº 4

"Nunca antes me había deshecho de un cadáver, no sabia por dónde empezar."


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Para los participantes, recordad publicar el relato durante los dos últimos días del plazo: el 9 y 10 de Agosto.

¡Suerte!
Nunca antes me había deshecho de un cadáver. No sabía por dónde empezar. Claro que lo más sensato hubiera sido no matarlo, pero a buenas horas.

Primero pensé en enterrarlo, pero hacía demasiado calor. La costa quedaba cerca, resultaría menos dificultoso empujarlo como una croqueta hasta dejarlo caer. Pero había que llevarlo hasta allí… Salí de la pequeña casa de madera y me dirigí al coche. Abrí el maletero y eché un vistazo. Bien, nunca he sido muy bueno con las proporciones, pero no me hacía falta una regla para comprobar que entero no cabría. Cerré y volví a la casita.

Ahí seguía el bribón. Empecé a hablar con él supongo que para sentirme menos solo.

-El calor te sienta mal, ¿eh?- se me ocurrió. –Bueno, alegra esa cara, tengo una sorpresa para ti. ¿Recuerdas que querías ir al mar? Bien, pues tengo todo listo para llevarte, ¡ya verás! Sólo tenemos que salir y montar en el coche, ven.

Hice ademán de abrir la puerta y me volví observándole.

-¿Qué pasa? ¿no te hace ilusión?... ah, claro… quieres que Ringo venga también.

Ringo era su perro, que estaba por ahí danzando con el rabo entre las patas, alrededor de su cuerpo. El tío era un fanático de los Beatles, uno de estos que consideran a un grupo la máxima referencia musical que ha habido y habrá en la historia. Me revienta esa clase de gente, encenegaos en no querer ver más allá de lo que conocen, siempre encerrados en su burbuja cultural.

Me acerqué al animal.

-Venga, Ringo… vamos al coche.- dije. –No te hagas el remolón, hombre, ¡si te va a gustar! Con el mar, las gaviotas, los… ¡Ringo! Me cago en Dios, venga, vamos.

Lo agarré del collar y lo saqué del rincón. No costó mucho, se dejaba llevar del miedo. Lo metí en la parte trasera del coche y volví.

-Bueno, Ringo ya está en el coche, ahora te toca a ti. Veamos…

Observé el alrededor. Eso era como un bricomanía en plan rudo, no me hizo falta un segundo vistazo para conseguir el equipo. Cogí la sierra.

-Espero que no te moleste, esto me va a doler más a mí que a tí, pero es que si no no vamos a caber en el coche, ¿comprendes?

Le miré poniendo una cara de estas que les pones a los niños cuando les explicas algo que no les gusta pero que tienen que comprender. Esperé una respuesta, un puchero, una negación o algo. Nada.

-Bueno- dije. –El que calla otorga.

Y comencé por el brazo izquierdo.

Increíble lo difícil que es rebanar un hueso, nadie que no lo haya intentado puede imaginárselo. Por suerte, allí había de todo. Pronto comprendí que lo de la sierra es un mito del mundo del cine. Agarré un hacha.

Cuatro golpes contundentes y secos y ya tenía el cuerpo dividido. Al observar el tronco pensé en lo poco bien que le quedaba una cabeza a un cuerpo sin brazos ni piernas, pero la dejé ahí. Separé los trozos en bolsas de basura. Luego me dirigí al coche.

-Qué tal, Ringo, cómo lo llevas- dije mientras me dirigía al maletero. –No te angusties, salimos en un periquete.

El tronco en el fondo del maletero, y los dos brazos encima. Las piernas eran un problema, tendrían que ir atrás.

-Bueno, Ringo, irás delante conmigo. ¿Qué te parece, eh? ¿Alguna vez has montado delante? Bueno, te gustará. Es como conducir pero sin preocuparte por ello, ¡aaaaaupa! Muy bien, ahí está. No te muevas, ¿eh?

Metí la bolsa con las piernas atrás. Cerré la puerta y di una vuelta alrededor del coche para comprobar que no se veía extraño. Todo bien. Volví dentro de la casa.

Menudo espectáculo, qué montón de sangre. Los golpes con el hacha habían dejado salpicaduras asquerosas, pero todas ellas juntas no llegaban ni de lejos a la que había organizado con la sierra en un solo intento. No tenía mucho control sobre aquello, lo único que podía hacer era llevarme los instrumentos para arrojarlos al agua también.

Salí y monté en el coche.

-Bueno… pues allá vamos.- miré a Ringo, que estaba sentado y sin hacer aspavientos, intimidado supongo. –Vaya, parece que no te encuentras bien… espero que no seas de esos perros que vomitan en los coches, ¿quieres un chicle?... no, supongo que no. Yo, en cambio, sí voy a coger uno. A ver si estaban por aquí…

Abrí la guantera. El paquete de chicles estaba debajo de un disco recopilatorio de los Beatles.

-¡Anda, no me acordaba! Qué bien, Ringo, supongo que será una bonita banda sonora de despedida. Pongámoslo, ¿te parece?

Coloqué el cd. Era uno de estos que reconocía la última escucha, comenzó a sonar “Ob-la-di, Ob-la-da”. Me puse las gafas de sol y arranqué.

El césped infinito corriendo hacia atrás mientras Ringo y yo nos dirigíamos hacia el mar. Mi antiguo amigo, callado atrás, parecía no tener objeción. Todo aquello tenía un punto liberador.

-¡Vamos, Ringo, no es una canción genial?! Jaja, nos lo vamos a pasar de rechupete. Obladiii, obladaaa, life goes oooon, bra! Naa na na nana na naaa, ¡canta, Ringo!
Nunca antes me había deshecho de un cadáver, no sabia por dónde empezar.

De pronto empecé a recordar todos esos capítulos del C.S.I que trasnochado y harto de porros veía reposición tras reposición sin hacerle demasiado caso. Recordé por todas las estupideces por las que acababan pillando al malo...umm, pillar al malo....no lo había pensado, pero en este capítulo yo soy el malo.

Lo asumo.

Necesito calmarme antes de ponerme a pensar friamente en todo esto, tengo tiempo, nadie pasará por esta casa rural Asturiana hasta el martes, y estámos a sábado.

Lo primero que hago es mirar bajo la fregadera y coger unos guantes de plástico...rosas...lógico, o rosas, o azules ¿Alguien ha visto alguna vez unos guantes de otro color debajo de un fregadero?

Abro la nevera y cojo una cerveza, la miro, vuelvo a abrir la nevera, dejo la cerveza, cierro la nevera, abro el congelador, cojo unos hielos y me pongo un "on the rocks".

Me recuesto en una mecedora, enfrente del cadaver, lo miro pensativo.

"No es tan grave" me digo "Seguro que no he sido el primero en hacer algo así, puedo alegar defensa propia, resultara creíble"
El cadaver, con el ojo que le queda sano mirando vidrioso, parece echar sobre mis espaldas el peso de todos sus antepasados.

Apuro el whisky de un largo y duro trago, antes de que se aguara mas. Me levanto y subo a la habitación dispuesto a hacer las maletas. Vaya mierda de vacaciones ¿Por qué cojones no me iría a la costa brava como todo el mundo? Bajo, dejo los bártulos en el asiento de atras del coche. Me meo, subo al baño y en las últimas gotas de orín se me enciende la bombilla. Arranco la cortina de plástico del baño y bajo al salón.

Con esfuerzo, cuidado, cinta americana y asco logro envolver el cadaver. Me lo echo al hombro como buenamente puedo y lo llevo hasta el maletero. Pesa mucho.

Vuelvo a la habitación y ordeno todo un poco. Cuando me deshaga del cuerpo, volveré, pagaré la casa y regresaré cagando leches a Zaragoza.

Arranco el coche, el volante quema, le lleva dando el sol un rato.

Conduzco hacia la costa, recuerdo un acantilado que ví al venir, cerca de Llanes.

Pongo un cd de pink floyd, y conduzco olvidandome del tema que va dando tumbos en el maletero.

Mentira, no lo olvido.

Llego al acantilado, saco el paquete de cortina de baño (curiosamente es del mismo rosa que los guantes) y lo empujo rodando.
Cae al mar y pasado un rato golpeando las rocas se deshace el paquete dejando ver el cadaver que lentamente se hunde.

Allá va, probablemente el último lince ibérico macho del mundo.
- Nunca antes me había deshecho de un cadáver. No sabía por dónde empezar.
-Ya tío. Pero, joder, esto es un puto estropicio. Cortes sin sentido, has parado al llegar al hueso y en algún caso ni siquiera has cortado los tendones. Joder tío, esto es una puta mierda, una mierda enorme joder.
- Lo siento -traté de balbucear-. Yo...
- ¡Calla! ¡Cállate si no quieres acabar como este desgraciado. Joder, algo se me ocurrirá. ¿Cuánto tiempo tenemos?
- Su mujer sale de trabajar en dos horas... tardará una más en llegar. Tal vez más.
- ¿Tal vez más? No, hijoputa, no ¡tal vez menos! ¿O te piensas estar aquí esperando para comprobarlo? Joder -se giró pero pude entender o que mascullaba- malditos novatos de mierda ¡joder! odio limpiar la mierda de otro... -volvió a dirigirse hacia mi-. A ver, chaval, coge fregona y un cubo... o no, deja, joder, esto no lo limpias ni de coña y supongo que te necesito para quitarnos esto de en medio.
- No sé... yo no sé que hacer...
- Ya, lo has dejado claro, capullo...
Caminó esquivando las piernas medio cortadas del muerto, mirando las paredes salpicadas de sangre sin esconder su gesto de incredulidad y seguramente pensando en cómo iba a putearme desde este momento.
- A ver, cambiate de ropa, ponte algo de este pobre hombre. Ve, busca su armario.
Hice lo que me mandaba pero pronto deseé ser yo el fiambre.
- Tío -traté de decir sin sollozar- no hay ropa de hombre. Este tipo no vive aquí...
- ¿Cómo que no vive aquí? Joder, has dicho que luego viene su mujer. ¿Está casado y no vive con su mujer?
- No sé tío, no lo entiendo...
- No me jodas... no me jodas.
- Yo...-traté de hablar pero las lágrimas me obligaron a callar.
- Tú, maldito gilipollas, vas a coger entonces ropa de ella.
- ¿Cómo?
- Lo que oyes niñato. Y no me toques los cojones: tú con esa ropa ensangrentada no vas a ningún lado, por mis huevos que así no sales de aquí.
Cuando volví a bajar a la sala me temía un disparo entre ceja y ceja. Optó por reirse de mí:
- Joder, guapa, ¿te has puesto también el tanga? No me jodas el niñato... gilipollas y travesti... En fin, mientras te acicalabas he limpiado un poco al tipo este y lo he colocado mejor.
Comprobé sus palabras: sí, "colocado" era la palabra. Había atado, literalmente, las partes del cuerpo entre sí usando los tendones sueltos y la ropa. Lo ayudé a meterlo en una bolsa de basura. Dos en realidad, que la cabeza medio asomaba por encima de la primera.
- A ver, preciosa - su cara mostraba una extraña alegría cuando me intentaba putear- coge y carga. Yo te voy abriendo las puestas. Atento al vecindario, disimula y haz como que no pesa...
Yo empecé a caminar.
- ¡Pero serás gilipollas! Tápate la cabeza, joder, que se ve que eres un tío, un puto tío vestido con el mejor conjunto de la señora!! Tomá -rió... el hijoputa es que se descojonaba- ponte esto.
Y así, con la pamela y este conjunto cargué hasta el coche, empujé, metí el muerto y así, con la pamela y este conjunto, ESE HIJODEPUTA SE FUE y me dejó tirado en la calle.
Agente, voy preso, pero ese hijoputa no se reirá de mi nunca más, joder, por mis muertos que no.
Nunca antes me había deshecho de un cadáver, no sabía por dónde empezar.
Pero siempre hay una primera vez para todo y más valía que lo hiciera bien si quería conservar el trabajo.
Bueno, ya tenía puesta la ropa que me habían proporcionado para no manchar la mía y presumiblemente debería deshacerme del cadáver con cierta rapidez. Antes de que trajeran el próximo.
Lo más sencillo sería trocearlo, así ocuparía menos y sería más fácil transportarlo.
¡Ecsss!
Está más frio de lo que pensaba, y tiene un tacto extrañamente peguntoso.
Venga va; Valor y al toro.
Primero abrirlo en canal, de la entrepierna hacia arriba.
Joder, primer problema, no puedo cortar la parte del pecho con el cuchillo. Pues usaré estas enormes tijeras que tienen aquí, así podre hacer mucha más presión.
Clac, clac.
Ya está. Vaya, la poca sangre que se ve esta coagulada, a saber la de tiempo que lleva muerto el pobre. Menos mal que no apesta, sino no habría quien aguantara este trabajo.
Ahora a cortarlo. Esta especie de hacha pequeña me puede ir bien, un golpe y le separo la cabeza.
Tac.
Bien, no ha sido muy difícil y eso que lo he hecho sin mirar pero separar la el torso me va a resultar mas complejo, como mínimo necesitara dos o tres golpes
Tac, tac…
Tac.
Que desastre de corte, parece que lo hayan partido estirando a ¡bocaos!
Y sino me equivoco, ahora he de cortar transversalmente los músculos para…
— ¡Pero niña! ¿Aun estas así? Venga date prisa en deshuesar ese pollo, que pronto empezaran a llegar los clientes y tienen que estar listos para servirse.

Humm, quizás el truco consistía en pensar en ellos como pollos/comida a pesar de que sean cadáveres. Cadáveres de pollos, claro.
Nunca antes me había deshecho de un cadáver, no sabía por dónde empezar. Lo estaba dejando todo perdido. Fuego… cavar… trocear… menudo marrón. En buen momento se me ocurrió matar a aquel gilipollas. Yo ya estaba muy cansado, ya tendría tiempo después. Puse la tele a ver qué echaban. Me quedé dormido.

Desperté sobresaltado. Mire si el cadáver estaba realmente ahí… sí estaba. Parecía tranquilo. Empezaba a oler mal. Miré la tele. Mar. ¡Mar! ¡Agua!. Eran las 4 de la mañana, monté a Julián en el coche y marchamos al puente del pueblo. Fue bastante divertido.

Por fin volvía a ser hijo único, después de tanto tiempo.
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