Era enjuague que a veces sabía mejor y otras peor, pero siempre nos decían que no lo tragáramos. A mí me gustaba que durante un rato estábamos mareando con los vasitos (muy ecológicos no eramos, no) y haciendo el tonto. Pero sí, siempre se le llamaba el flúor. Pero vamos, ¿tanto os encandalizaría que los niños echaran un enjuague de listerine un día a la semana? No serviría para nada, pero tampoco sería tan drama.
A mí me tocó sabor fresa mentolada.