Hablar en caliente es sencillo.
Deportar, denegar la entrada, expulsar, denigrar, eliminar, extinguir, aniquilar...
¿Pero cuándo vamos a educar?
Y cuándo vamos a ser conscientes de que es inherente al ser humano vivir estados de excepción en medio de un sistema como el actual.
Las autoridades tendrán que trabajar en protocolos de seguridad.
Incluso nosotros como ciudadanos, deberíamos hacer lo mismo.
Un inmigrante-emigrante, ciudadano o no de aquí o de allí no representa a nadie más que a sí mismo o a la facción armada que alimenta y le alimenta. (en caso de pertenecer a alguna)
Hoy más que nunca hay que fomentar el diálogo y la comunicación.
Y por supuesto, no demonizar a ninguna comunidad por los actos cometidos por "muy pocos".