Una de las costumbres más arraigadas de los niños (y de algunos adultos – que os lo juro que lo he visto) es la de hurgar la nariz en busca de mocos para extraerlos y comérselos.
A este acto se le ha asociado siempre una connotación negativa en forma de asco y es por eso que cuando vemos a alguien hacerlo a muchos se nos revuelve el estómago y tratamos además de educar a nuestros hijos para que no lo hagan.
Sin embargo, son muchos los niños que llevan a cabo esta acción y lo más curioso es que lo hacen por sí mismos, sin que nadie les haya enseñado a hacerlo. Esto pudiera hacer pensar que, al no ser una conducta aprendida, podría ser algo natural e incluso bueno para nuestro cuerpo.
Esta hipótesis se confirma en boca de Friedrich Bischinger, un afamado pneumólogo austríaco, que ha declarado que sacarse los mocos es un acto recomendable y que comérselos es aún mejor.
Manteniendo limpias las narices
Sacarse los mocos con los dedos es saludable porque con el dedo llegamos ahí donde un pañuelo no llega y porque de este modo podemos eliminar aquellas secreciones que hayan quedado pegadas en las paredes, por estar más secas, dejando las fosas nasales limpias.
Por esta razón el Dr. Bischinger anima a los padres a que no censuren en los niños el acto de sacarse los mocos, sino que lo traten con naturalidad e incluso que les insten a hacerlo.
Los mocos refuerzan el sistema inmunológico
La nariz funciona de filtro donde se concentran las bacterias, evitando que éstas entren en nuestros pulmones. De este modo, los mocos se convierten en auténticos vehículos de bacterias que, una vez ingeridos, funcionan a modo de vacuna.
En palabras del pneumólogo:
Comerse el modo es de sentido común y muy natural en el ser humano porque es una buena forma de reforzar el sistema inmunológico.
Bischinger compara también dicha práctica con las vacunas en la medicina moderna, que tratan de hacer lo mismo pero de una manera más complicada y costosa, ya que comerse los mocos es algo natural y gratuito.
Cambiemos la mentalidad
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Como he comentado antes, los niños se sacan los mocos y se los comen por instinto. Hay incluso quien subraya lo curioso que es que la forma de los orificios sea redonda y del tamaño casi exacto de la punta de los dedos, como si encajaran a modo de llave y cerradura.
Sin embargo, la presión social hace que poco a poco (algunos) dejen de hacerlo. Esto hace que se pierda la costumbre y que se pierdan, por lo tanto, los beneficios.
Citando de nuevo las palabras del pneumólogo:
Yo sólo pido que se vea de otra forma, que se anime a los niños a meter el dedo en la nariz porque es algo natural y, desde el punto de vista médico, es una idea maravillosa.
Lo cierto es que me parece harto difícil hacer cambiar dicha visión acerca de los mocos y más aún cuando algo se nos remueve por dentro al observar a alguien comérselos.
Por mi parte no haré que mis hijos se metan el dedo, ni les diré que no lo hagan ni que dejen de comérselos, pero sí les sugeriré que traten de hacerlo en la intimidad, porque aunque pueda ser muy saludable, seguro que daña la imagen de uno.