Los costes de hacer un juego se han incrementado, mientras que los precios de los juegos se han estancado. Antes un juego de decenas de horas se hacía en un nivel de detalle gráfico inferior. Ahora por cada personaje hay que modelar hasta los poros de la mejilla izquierda. La industria, ante la imposibilidad de subir precios (70 euros es una pasada), ha optado por recortar duración y contenidos. Vamos a ver quiebras y reconversiones, de las grandes, pero eso no es novedad en este sector.
Afortunadamente, mientras los triple AAA siguen con sus presupuestos astronómicos, no paran de surgir proyectos indie y kickstarter que optan por la simplificación gráfica, que no jugable, para hacer la actividad rentable y menos arriesgada. Y luego está la 3DS y Vita, donde las limitaciones del hardware no obligan a gastar recursos sin medida en alcanzar la perfección gráfica.