El Guadian del Destino XVIII: ¿Allen, donde estás?

Aquella figura inmóvil, pero tremendamente intimidante dirigía una mirada oculta a los dos personajes a la expectativa de cualquier acción que emprendiesen ellos. Comenzó a avanzar lentamente hacia ellos y Karib comenzó a sentir la angustiosa necesidad de echar a correr, sin embargo, Bolgar le tenía sujeto por el brazo impidiendo cualquier huida del muchacho. Forcejeó un poco y entonces Bolgar se recompuso y habló con voz amenazadora al misterioso personaje de capa negra.
- No te acerques al muchacho o te arrepentirás. Primero deberás enfrentarte a mi, y sabes que ganaré – la capucha que ocultaba la cara de aquel individuo escondía cualquier reacción que pudiese tener éste, sin embargo, el guerrero empuñó su espada mientras que el encapuchado reaccionaba. Entonces se dirigió a Karib y le dijo con voz suficientemente alta como para que le escuchase su oponente -. Dirígete a la posada y recoge a Allen. Ya nos veremos de nuevo.
- No podrá huir – le dijo el encapuchado -. Antes le mataré – y en ese mismo instante se abalanzó contra el muchacho sorprendiendo a ambos, sin embargo, Bolgar con un movimiento casi despectivo y sin realizar aparentemente ningún esfuerzo interpuso su espada entre el muchacho y aquel hombre. Éste se detuvo y miró a Bolgar.
- Corre, Karib – gritó en ese momento Veldelar elevando su espada y golpeando la propia de su oponente -, y no mires hacia atrás o lo echarás todo a perder.
Karib corrió tanto como le permitieron sus piernas. Recorrió toda la calle en la que se encontraba y escapó por la primera esquina que tomó. El sonido que producían las espadas de los combatientes se podía oír aún cuando se encontraba bastante lejos de aquel lugar. Pero siguió corriendo hasta perderles de vista.
Deseaba volver a encontrar a su amigo. En ese momento se encontraba desprotegido, solo y en peligro. No sabía cuál era el motivo. Pero seguro que con su amigo se encontraría mejor. Deseaba irse de aquella ciudad que tantos problemas le había acarreado. Todo había ocurrido en tan poco tiempo que apenas había tenido tiempo para pensar. Sin embargo todavía le quedaba una desagradable sorpresa que presenciar.
Por fin llegó a la calle principal. Allí la gente se arremolinaba y pasaba alrededor suya sin pararse a pensar si quiera en qué le podría ocurrir al muchacho. Una vez se ubo orientado, volvió a correr en dirección a donde le había dicho Bolgar. Allí se encontraría con Allen y podrían... qué podrían hacer.
Karib tenía un inmenso dolor de cabeza. Decidió detenerse un momento a descansar de la carrera y recuperarse de aquel esfuerzo. Cuando se hubo desecho un poco del cansancio levantó la cabeza y se dispuso a volver al camino cuando vio por el rabillo del ojo una silueta moviéndose por los tejados. Llevaba una capa negra y una capucha. Podría ser de nuevo aquel personaje. ¿ Habría derrotado a Bolgar? Si así era, ahora estaría buscándole a él. Rápidamente se escondió como pudo entre unos tablones de madera que encontró en el callejón. El encapuchado se detuvo secamente y miró hacia el callejón donde se encontraba Karib como si hubiese escuchado algún ruido extraño. Se quitó la capa que le ocultaba el rostro y... ¡ era Dinás !
Pero, porqué quería aquel hombre matarlo. Más que nunca, contuvo la respiración mientras que Dinás inspeccionaba la zona. Después de lo que le pareció una eternidad, continuó su camino y Karib pudo respirar mucho más tranquilo, sin embargo no se movió de su escondite durante un buen rato.
Cuando por fin estuvo seguro de que Dinás se había alejado de allí, salió y se dirigó de nuevo corriendo hacia la posada, pero cuando lo hizo, descubrió que era el camino que había tomado su enemigo. Y ahora qué debía hacer. No conocía Bolgar, pero ya le había salvado la vida una vez, y tenía la sensación de que podía confiar en él. Pero, ahora no podría encontrarse con él porque si Dinás estaba vigilando la posada para atraparle, quería decir que había vencido al que parecía su único aliado en todo aquel tremendo embrollo en el que se encontraba.
Todo iba mal. Muy mal, para ser más exactos. Y él se encontraba solo en un ciudad que no conocía e intentando salvar la vida de unos enemigos que no conocía de nada. Volvió a sentarse en aquel escondite que tenía y cerró los ojos. Intentaba pensar algo que hacer. No podía caer ahora en la desesperación, pero cual sería su sorpresa cuando escuchó de pronto una gran explosión. El ruido provenía justo de frente suya. Había sido un sonido tremendo que había hecho vibrar todas las paredes de las casas cercanas. Luego pudo contemplar una inmensa columna de humo que se elevaba hacia el cielo justo desde donde provino aquel espantoso estruendo.
Entonces una terrible sensación se apoderó de su cuerpo. La posada. Su familia. Allen. Se puso en pie lo más rápido que pudo y corrió hacia la columna de humo tropezando con todo lo que encontraba a su paso. Sus ojos estaban anegados de lágrimas con sólo pensar en lo que podía haber ocurrido. No quiso pensar más en ello. Solamente corrió y corrió cuanto pudo para llegar hacia la posada, pero conforme se acercaba, la gente le impedía más el paso. La muchedumbre se apelotonaba entorno a una esquina, una esquina que Karib conocía perfectamente.