A la mañana siguiente Allen seguía quejándose de algunas magulladuras que tenía del día anterior. Para su suerte, Karib era bastante discreto y consiguieron pasar a la posada con discreción. Luego, el bajó solo y se encargó de despedirse de los allí presentes sin mencionar para nada el mal estado de su amigo.
El día se presentaba soleado y totalmente azul. Ninguna nube merodeaba el cielo de la ciudad ni el de las inmediaciones, por lo que parecía que la fiesta continuaría. Todavía quedaban más de tres días para el fin de las celebraciones y el ambiente era totalmente festivo. Por las calles la gente iba y venía, aunque esto era menos frecuente q los otros días, pues el torneo empezaba en tan solo unas cuantas horas, y los más previsores salía temprano para poder encontrarse en un buen lugar para ver las peleas.
El concurso duraba los cuatro últimos días de las fiestas, siendo el primero de ellos la ronda eliminatoria, donde sólo pasaría al día siguiente veinte de los guerreros y caballeros que empezaban. Luego se dejaba un día de descanso y la final se realizaba el día de la Luna. Los combates comenzaban tras el almuerzo y finalizaban tras la puesta de sol, aunque no mucho más tarde, pues la iluminación, aunque era buena cerca del castillo, no era lo suficiente como para poder disfrutar de un buen combate.
Por supuesto, las continuas quejas de Allen eran provocadas por la cabezonería, ya que no quería ir al torneo. En contra de ello, Karib le insistía, aunque en vano.
- Vamos Allen, no seas niño chico. Puedes andar perfectamente, y apostaría mi cabeza a que también puedes correr sin ningún problema.
- ¿Y tú qué sabrás? Ese tal Faern era muy fuerte y me dejó los brazos y las piernas heridas
- ¡Pero si no te llegó a tocar!
- Claro que no. Faltaría más. Lo que pasa es q sus golpes... eh... repercuten en el resto del cuerpo.
- Ah – la cara de Karib se mostraba hirientemente risueña -. No lo sabía. Entonces no tendré más remedio que ir sólo.
- ¿Es que estás dispuesto a ir solo? Quiero decir que... la ciudad es muy grande, y te podrías perder. Lo digo por tu propia seguridad
- Menos mal q eres tan amigo. Jajajaja. Pero no te preocupes, en serio, el camino hacia el palacio es todo recto por la calle principal. No tiene pérdida, además casi toda la gente se dirige hacia allí. ¿No?
- Pero, ¿y si me pasa algo?
- ¡Oh, vamos Allen! Soy yo, Karib, no un desconocido. Te conozco lo suficiente como para saber que lo que ti dolor reside en que ayer perdiste contra ese como se llame. A ti las heridas no te paran. Y por cierto, mientes peor que un niño de cuatro años. Deberías de practicar algo antes de hacerlo.
La cara de Allen reflejó el intento de contestarle a eso último, pero prefirió callarse. Después de todo tenía razón, así que acabó por levantarse y vestirse para salir a la calle al poco tiempo.