Tras un largo trayecto corriendo, Karib y Allen habían llegado a la posada donde se hospedaban. Sus familias se encontrarían seguramente en el río, disfrutando de las fiestas. Ellos, y sobre todo Karib, estaban bastante emocionados después de lo que habían visto, Hacía tiempo que no se lo pasaban tan bien, aunque tenía que reconocer que hubo un momento en el que sintió miedo de aquellos individuos, pero después de que Allen mintiera sobre los guardias para permitirle escapar se convirtió en un juego para ellos dos. Había llegado a su cuarto jadeando después de una carrera a lo loco en la que había ganado, como de costumbre, Allen. Entraron en ella y se tiraron sobre las camas para descansar de su caminata.
La habitación era algo pequeña para tener que albergar a cuatro personas, aunque se la habían dejado a un buen precio. Tenía una pequeña ventana que daba a la calle principal de la ciudad, que en esos momentos tenía mucha actividad. Tras un silencio producido por el cansancio de los chavales, Karib comenzó la conversación.
- Gracias por haberme ayudado Allen. Sin ti me hubiesen cogido
- Bah, no hay porqué darlas
- Jajajaja. Menos mal que no me vieron
- Pues no sé cómo no lo hicieron porque se te veía a la legua.
- Pero si estaban como locos buscándome
- Jajajaja. Eso es que eran muy torpes porque poca búsqueda tuve que hacer para encontrarte
- No lo sé, pero es bastante extraño, ¿no?
- Lo que pasa es que eres una nenaza y no te atreviste a luchar contra ellos.
- Tú tampoco.
- No tenía tiempo. Estabas en apuros y tenía que sacarte de allí
- Sí claro. Por supuesto – el tono de Karib se volvió un tanto irónico
- ¿Me estás desafiando?
- ¡No!
El cansancio les hizo dormirse pronto. Querían levantarse temprano al día siguiente para no perderse los primeros combates del torneo. Ya se habían perdido demasiado aquella mañana y no querían volver a repetirlo.
Por fin llegó la mañana, y con ella una sensación de disposición. El sol entraba por las ventanas dejando ver, de nuevo, un magnífico día para las fiestas. Allen llevaba ya levantado un buen rato cuando Karib lo hizo. Había estado entrenando con la espada larga. Estaba dispuesto a darle un escarmiento a ese tal Faern que le había dejado en ridículo delante de aquellos guardias. La cabezonería de su amigo irritaba a veces a Karib, sin embargo tampoco podía hacer mucho contra él. Estaba totalmente seguro de que tarde o temprano recibiría un escarmiento debido a su arrogancia, pero él no sería quien se atrevería a hacerlo. En cierta manera deseaba que llegase aquel momento, pero no deseaba que fuese una persona extraña a Allen. Sabía que en Aucus nadie le podía hacer frente, por eso ahora tenía ese problema de sobrevaloración hacia sí mismo. Pero debía ser él mismo quien le diese esa lección de humildad que necesitaba, por el simple hecho de que era su mejor amigo. El problema se le presentaba al pensar que cada persona es de una manera y que si Allen no fuese tan arrogante como es, quizá no serían como hermanos. Por un motivo o por otro siempre había optado por dejarle ser. “Quizá sea otro el momento” solía pensar Karib para calmar su conciencia.
Bajó las escaleras de la posada y se dirigió hacia el patio donde se entrenaba su amigo. Él también necesitaba entrenamiento o nunca le podría dar esa lección que a veces deseaba. Una sonrisa se dibujó en su cara con ese pensamiento. Luego, cogió su espada e intentó sorprender a su amigo, cosa que, por supuesto, no consiguió.
Tras unos pocos asaltos entre ellos, desayunaron. La verdad era que, aunque la posada era un poco sucia, la comida estaba buenísima. Los huevos y el bacon que tomaron les sentó a las mil maravillas y les preparó de nuevo para el largo camino que les separaba de palacio. Tras engullir rápidamente el delicioso desayuno salieron corriendo de nuevo hacia el torneo con la esperanza de llegar a tiempo de coger un buen lugar para ver el espectáculo, sin embargo, y para su desilusión, el campo de entrenamiento estaba repleto de gente. Por lo visto una noticia revoloteaba de boca en boca creando cada vez más y más expectación. Los dos compañeros preguntaron a uno de los hombres que se encontraba por las últimas filas movidos ya por una gran curiosidad ante la movilización de gente que había por la zona.
- Perdone señor –preguntó Karib -. ¿Podría decirnos qué es lo que pasa?
- Va a dar comienzo un buen combate.
- ¿Cuál?
El campeón del año pasado y un forastero algo peculiar. Van a luchar Dinás y Debial
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aqui se acaba el 2º capítulo de la historia ( el 11º post) a ver si alguno se atreve a decirme que le ha parecido

( anda porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa) jajajajaja
nos e ves