En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiere acordarse el autor, no ha mucho tiempo que vivía el hidalgo don Quijote. (2) El cual de su tierra sale una mañana, antes del día, que era uno de los calurosos del mes de julio, al campo, y, apenas se halla en el campo, se da cuenta de que no ha sido armado caballero. Camina por el antiguo y conocido campo de Montiel... y caminará así todo aquel día. Hay quienes dicen que su primera aventura es la de Puerto Lápice y quienes que es la de los molinos de viento, pero lo único cierto es que en los anales de la Mancha se dice que anda todo aquel día y que al anochecer, cansados ya él y Rocinante, ve, no lejos del camino por donde va, una venta, en cuya puerta había dos mozas de partido que en compañía de unos arrieros iban hacia Sevilla. En todo aquel día no se ha desayunado y toda aquella noche se queda con la celada puesta. Acierta a ser viernes aquel día. (3) DQ pide al ventero que le arme caballero mañana en aquel día, y esta noche en la capilla —dice—«velaré las armas, mañana...»; y el ventero, por tener que reír aquella noche, accede a su demanda. (Resulta que el ventero había recorrido el mundo buscando aventuras, sin dejarse los Percheles de Málaga, las Islas de Riarán, el Compás de Sevilla, el Azoguejo de Segovia, la Olivera de Valencia, la Rondilla de Málaga, la Playa de San Lúcar, el Potro de Córdoba, las Ventillas de Toledo y otras diversas partes.). Cuando comenzaba a cerrar la noche, se pasea delante de las armas, y cuando acabó de cerrar la noche derriba al primer arriero que quiere abrevar sus mulas, y desde allí a poco derriba al segundo. Luego, aquella misma noche, es armado caballero. (4) La (hora) del alba sería cuando DQ sale de la venta y se dirige hacia su aldea, y no ha andado mucho cuando le parece que de su diestra salen voces y quejidos. Va hacia allí y se entra por el bosque, donde se encuentra con Juan Haldudo que está castigando a Andrés en aquellos momentos. Haldudo sugiere que Andrés «véngase... a mi casa», que debía estar en Quintanar de la Orden. Libre Andrés, DQ traspone el bosque y sigue hacia su aldea. Llega a un camino que en cuatro se dividía, deja que Rocinante escoja y Rocinante decide tomar el camino de su caballeriza. A las dos millas DQ se encuentra con los mercaderes toledanos que van a vender seda a Murcia, y que, por no perjudicar, en beneficio de Dulcinea como emperatriz de la Mancha, a las emperatrices y reinas de Alcarria y Extremadura, reciben la embestida de DQ. Pero Rocinante tropieza en la mitad del camino, DQ es apaleado y los mercaderes siguen su camino. (5) DQ es recogido por Pero Alonso, un labrador de su mesmo lugar, que lo encamina hacia su pueblo, y, dándose prisa por arribar al pueblo, llegan al lugar a la hora que anochecía. Cuando es ya la hora en que le pareció que no los verían, entra en el pueblo y luego en la casa de DQ. El ama dice que tres días ha que DQ no aparece. El cura había prometido quemar los libros de DQ mañana antes que llegue la noche, y, así, el otro día los queman. (6) Escrutinio de los libros, que son tirados al corral. (7) El ama los quema aquella noche, mientras DQ descansa en la cama. DQ se levanta de allí a dos días. Muy sosegado se está quince días en su casa. Durante estos días de sosiego habla con los suyos y hace trato con SP, al cual avisa el día y la hora de la salida y, luego, una noche se salen del lugar. DQ y SP empiezan por la misma derrota y camino que en el primer viaje, o sea, por el Campo de Montiel. Es hora de la mañana. (8) Aventura de los molinos de viento, tras la que DQ y SP siguen el camino de Puerto Lápice. Aquella noche la pasan entre robles, pero DQ sin dormir en toda aquella noche, y luego, con los rayos del sol del nuevo día, toman su comenzado camino del Puerto Lápice y a obra de las tres del día lo descubren. Aventura de los frailes benitos y la carroza de la señora vizcaína. DQ manda a los de la carroza que vuelvan al Toboso, que den vuelta al Toboso. Se interrumpe la historia por falta de fuentes y el autor lamenta que los ingenios de la Mancha no hayan escrito más. (9) Pero el autor no podía suponer que la historia de DQ no estuviera en la memoria de la gente de su aldea y de las a ella circunvecinas, y, así, hallándose un día en el Alcaná de Toledo encuentra el manuscrito y la historia puede continuar. (10) DQ se entra, seguido de SP, por un bosque que allí estaba y llegan solo junto a unas chozas de unos cabreros. (11) Los cuales los acogen y les dan de cenar aquella misma noche. (12) Llega del aldea otro pastor y se empieza la historia de Grisóstomo, de un lugar que estaba en aquellas tierras, muerto por amor a Marcela, hija de un labrador que vivía en nuestra aldea. El pastor Pedro acaba aconsejando a DQ que mañana asista al entierro, que será en sitio que no está de este lugar ni siquiera media legua. Finalmente, DQ se entra a dormir en la choza del cabrero Pedro, donde se pasa todo lo más de la noche pensando en Dulcinea. (13) Apenas comienza a descubrirse el día, se ponen todos en camino hacia el entierro de Grisóstomo y, habiendo andado un cuarto de legua, divisan al cruzar una senda a Vivaldo y otros pastores que también van al lugar del entierro y que se habían encontrado aquella madrugada. Mientras van hacia la sierra del entierro, Vivaldo sigue tirando de la lengua a DQ, el cual dice que la patria de Dulcinea es el Toboso, un lugar de la Mancha, y que su apellido, aunque no es de los antiguos y modernos romanos que se citan, ni de los también citados de Cataluña, Valencia, Aragón, Castilla y Portogal, bien podría ser origen de las más ilustres futuras familias. El caminante, que es de los Cachopines de Laredo, desconoce tal apellido. En esto, por la quiebra de dos altas montañas llegan Ambrosio y demás pastores con el cadáver de Grisóstomo para dejarlo enterrado en el pie de aquella montaña, ya que este es el lugar donde el muerto había dicho que había sido el de su desventura. «En este lugar había de ser enterrado». (14) Aparece Marcela, hace su discurso y luego «se entró por lo más cerrado de un monte que allí cerca estaba». DQ renuncia ir a Sevilla con los demás caminantes. (15) DQ y SP se entran por el mesmo bosque donde se ha refugiado Marcela y, tras dos horas de andar por este sin haberla hallado, llegan a un prado herboso con un arroyo, tan apacible y fresco que les invita a pasar las horas de la siesta. En aquel valle ocurre el episodio entre Rocinante y las jacas. Aventura de los yangüeses. DQ, herido, maltrecho y pesaroso por tener que pasar la noche en aquel despoblado, y SP, guiando, se ponen en camino y llegan al camino real y a menos de media legua hallan una venta o castillo, en la que entran. (16) Noche en la venta con Maritornes la asturiana, el arriero de Arévalo (amigo del autor) y el cuadrillero de la Santa Hermandad Vieja de Toledo, que aquella noche se encuentra en la venta. Sucesos en la venta. Pelea nocturna entre DQ, SP, el ventero, el arriero y Maritornes, por culpa de esta última. (17) Cuando ya comenzaba a amanecer, el cuadrillero abre la puerta de la venta. Diálogo de SP y DQ. Candilazo del cuadrillero. Elaboración del bálsamo de Fierabrás, de resultas del cual DQ duerme más de tres horas y SP vomita casi dos horas, tras las que DQ decide partir mientras le miran todos los que hay en la venta. Ya en la puerta de la venta o castillo, el ventero le reclama el gasto que esta noche ha hecho DQ. Mientras este se va, mantean a SP. (18) SP recomienda «volvernos a nuestro lugar, ahora que es tiempo de siega». Siguen hablando y por el camino que iban se encuentran con los dos rebaños o ejércitos de ovejas en mitad de aquella espaciosa llanura, y, como venían por aquel mesmo camino, levantaban mucho polvo. Para verlos mejor, se retiran a un altillo, o sobre una loma. DQ, en su fantasía, nombra personajes de diferentes países y razas. Después entra en batalla con las ovejas y es herido por las pedradas de los pastores. SP sobre la cuesta ha contemplado la escena; baja de ella y atiende a su amo. SP pregunta a ver si no es él al que ayer mantearon. No tienen qué comer, pero, dice SP, «no pueden faltar por estos prados las hierbas» que su amo dice conocer, y «procuremos dónde alojar esta noche», y así se encamina hacia donde le pareció que podía hallar alojamiento sin salir del camino real. (19) SP comenta las desventuras que estos días les han sucedido y hablando hablando les toma la noche en mitad del camino; siguen caminando porque, siendo aquel un camino real, a una o dos leguas habían de encontrar alguna venta. Así pues, yendo por la noche escura, ven que por el mesmo camino se acercan unos encamisados. Aventura del cuerpo muerto. Los figurados fantasmas tienen prisa porque la venta está muy lejos, pero, arremetidos por DQ, huyen por aquel campo, con las hachas encendidas en plena noche. Alonso López, que dice ser natural de Alcobendas, es lastimado por DQ y explica que vienen de la ciudad de Baeza y que va con los demás a la ciudad de Segovia. Temeroso SP de que por aquella fechoría les persiga la Santa Hermandad, propone a DQ esconderse en la montaña, que está cerca, y le ruega que le siga. A poco trecho que caminan por entre dos montañuelas, llegan a un espacioso y escondido valle donde, tendidos sobre la verde hierba, almuerzan, comen, meriendan y cenan a un mesmo punto de lo que SP había sustraído a los clérigos del cuerpo muerto. (20) DQ y SP comienzan a caminar por el prado arriba, a tiento porque la noche es oscura, cuando oyen ruidos de agua. Se entran por unos árboles altos y con la soledad, el ruido del agua, el viento y que ni la mañana venía, además de con la ignorancia del lugar donde se hallan, tiene miedo, menos DQ, al que las tinieblas desta noche y las demás circunstancias no le espantan. Dice a SP que si él lo tiene se vuelva a nuestra aldea y desde allí al Toboso. Pero SP quiere, ahora que es de noche y que nadie los ve, que se vuelvan los dos, pues dice «yo salí de mi tierra» ... no para llegar a lugar tan apartado; o, por lo menos, le pide a DQ que dilate la aventura hasta la mañana pues, según la posición de la Bocina (Osa Menor), para llegar al alba no faltarán más que tres horas, aunque a DQ le sorprenda que siendo la noche tan escura pueda SP ver la Bocina. SP pretende entretener a DQ con el cuento del pastor Lope Ruiz, de un lugar de Extremadura, que por culpa de Torralba se ausenta de aquellas tierras y por los campos de Extremadura se va a los Reinos de Portugal, pasando el río Guadiana. Por fin, pasan la noche amo y mozo y cuando el frío de la mañana ya venía, acabó de descubrirse el alba y DQ ve que están entre castaños, unos árboles altos, que hacen la sombra muy escura. Llegan después de haber andado una buena pieza por entre aquellos árboles a un pradecillo que se hacía al pie de unas altas peñas. A unos cien pasos, al doblar de una punta, descubren los batanes. (21) En esto comenzó a llover un poco, cuando, por no entrar en los batanes, torciendo el camino a la derecha mano dan en otro como el del día anterior, y aparece el barbero que hacía los servicios en dos lugares de aquel contorno y que, yendo de uno a otro, cuando comenzó a llover se cubrió la cabeza con su bacía; al verse embestido por DQ, comienza a correr a pie por aquel llano. Ya satisfecho DQ con el yelmo, comen de lo que SP ha saqueado y, sin tomar determinado camino, se dejan llevar por Rocinante y al fin salen al camino real, no sin quejarse SP por tener que ir por estos desiertos y encrucijadas de caminos.
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