Robert Budd Dwyer, fue un corrupto político de Missouri que hubiese pasado a la historia como otro caso de político corrupto de no ser por su espectacular muerte. Asfixiado por la presión de la justicia por casos de corrupción, el día anterior a que se dictase sentencia sobre su caso convocó una rueda de prensa. En dicha rueda, se declaró inocente y que no renunciaría a su puesto. Sus últimas palabras fueron:
“Agradezco al buen Señor por haberme dado 47 años de apasionantes retos, vivencias estimulantes, muchas ocasiones felices, y sobre todo, la excelente esposa e hijos que cualquier hombre pudiese desear.
Ahora mi vida ha cambiado, sin razón aparente. Las personas que me han llamado y escrito están molestas y se sienten impotentes. Ellos saben que soy inocente y desean ayudar. Pero en esta nación, la más grande democracia del mundo, no hay nada que puedan hacer para prevenir que me castiguen por un crimen que no he cometido.
Judge Muir es conocido por sus sentencias medievales. Me enfrento a una sentencia máxima de 55 años en prisión y una multa de $300,000 por ser inocente. Judge Muir dijo a la prensa “me sentí revigorizado”, cuando me consideraron culpable y que planea encarcelarme como un desestímulo hacia otros funcionarios públicos. Pero no seré un factor disuasivo porque cada funcionario público que me conoce sabe que soy inocente; no será un castigo legítimo porque no he hecho nada malo. Desde que soy víctima de una persecución política, mi prisión simplemente será un gulag americano.
Pido a aquellos que creen en mí, que continúen manteniendo la amistad y recen por mi familia, para trabajar incansablemente por la creación de un genuino sistema de justicia en los Estados Unidos, y proseguir con los esfuerzos de exonerarme, para que mi familia y su futura parentela no sean manchados por esta injusticia que ha sido perpetrada en mi persona.
Confiamos que la razón y la verdad se impondrán y seré absuelto dedicando el resto de nuestras vidas en crear un sistema de justicia aquí en los Estados Unidos. El veredicto de culpable ha fortalecido esa decisión.”
Tras leer su discurso, llamó a tres colaboradores, dando a cada uno un sobre. Uno de ellos tenía una nota de suicidio para su mujer, otro contenía un certificado de donante de órganos y el tercero guardaba una carta para el recién nombrado gobernador de Pennsylvania.
Después de repartir los sobres, Dwyer abrió un cuarto sobre y sacó un revólver .357 Magnum, aconsejando a los presentes: "Por favor, abandonen la habitación si esto los agravia". Mientras la concurrencia le gritaba a Dwyer, suplicándole que bajara el arma. Algunos trataron de acercársele. "Retrocedan, o esta cosa lastimará a alguien", advirtió. Entre los sollozos "Budd, Budd, Budd," Dwyer puso el cañón del revólver dentro de su boca y apretó el gatillo, derrumbándose en el suelo, la sangre fluyó de su cabeza y nariz, frente a cinco cámaras de televisión que transmitían en directo.