Teníamos muchísimas esperanzas puestas en el nuevo trabajo del equipo responsable de títulos como Eternal Darkness o Blood Omen, Sillicon Knights, que tras los discretos resultados obtenidos con Too Human para Xbox 360 tenían con este X-Men: Destiny una prueba de fuego para demostrar el talento que atesoran. Sin embargo, nada de esto se ve reflejado en este videojuego que parte de unas premisas muy interesantes entre las que destaca, lógicamente, el poder crear a un mutante a nuestro gusto para relacionarlo como deseemos con los personajes del universo Marvel. Por desgracia el título ha terminado convirtiéndose en un simple machacabotones con un desarrollo de la acción tan limitado como repetitivo.
El destino en tus manos
Destiny se nos vendió desde el principio como una aventura de acción con tintes del género rol, un juego en el que podríamos decidir el curso de los acontecimientos tomando decisiones trascendentales que modificarían a nuestro héroe y a los que le rodean; algo que en cierto modo se ha respetado aunque de una forma más limitada y simple de la que cabría esperar. Con tres protagonistas a elegir completamente nuevos en el universo X-Men, cada uno con su propia línea argumental que modificará muy levemente los fragmentos de la historia principal, esta obra de Sillicon Knights da inicio justo en el momento en el que un atentado terrorista rompe la paz que se había alcanzado en un acto público entre los representantes políticos de San Francisco y el nuevo líder de la Patrulla X, Cíclope, que ha asumido el mando tras la muerte del Profesor Xavier a manos de Bastión. Y justo en ese preciso momento en el que todo parece derrumbarse a nuestro alrededor, es cuando nuestro poderes mutantes latentes hacen acto de presencia.
Tres arquetipos bien diferenciados como son el guerrero-tanque especializado en la fuerza física y la defensa con movimientos algo más lentos, el luchador diestro en el combate a distancia gracias a su control de la materia, y el combatiente más ágil capaz de moldear su energía para convertirla en armas punzantes. Estas serán las bases sobre las que moldearemos al luchador que deseemos partiendo de estos estilos de lucha, pudiendo escoger entre una u otra vía cada vez que uno de sus poderes mutantes despierte en los momentos marcados por la trama. De este modo, nuestro tanque puede aprender a lanzar una especie de bombas capaces de petrificar a los adversarios, o usar barreras de roca para protegerse del fuego enemigo.
Cada una de estas habilidades podrá ser mejorada progresivamente con la experiencia que obtendremos tras cada batalla, pero las opciones son tan escasas y simples que resultan meramente anecdóticas por culpa de un sistema de combate que destaca por lo repetitivo que resulta a la larga. Y es que cuando te pasas las escasas cinco - seis horas de juego realizando una y otra vez los mismos movimientos de ataque contra el mismo tipo de rivales, sientes que las cosas se han planteado mal desde el principio. Y es que al final todo parece basarse en los mismos patrones jugables.
Las misiones secundarias nos plantean combatir contra rivales, las principales, más de lo mismo… Y los desafíos opcionales que podemos afrontar tampoco se salen de esa rutina. Así que si a esto le sumamos un sistema de combate divertido pero bastante desaprovechado y limitado, el resultado se nos antoja bastante pobre. Para colmo, las supuestas decisiones trascendentales se limitan a aceptar misiones por parte de un bando u otro, pero éstas suelen ser idénticas y no nos librarán de realizar el mismo tipo de combates contra los mismos jefazos o enemigos especiales (otros mutantes del universo Marvel), modificándose muy poca cosa el argumento (algunos diálogos, breves secuencias, etc.).
Como elemento destacable, nos hemos encontrado los X-Genes, que se suman a los poderes innatos de nuestro mutante para concederles habilidades adicionales muy interesantes. No en vano, se trata de muestras genéticas de los héroes y villanos de X-Men que podemos aplicar a tres niveles: defensa, ataque y utilidad. Dependiendo del equipo que hayamos seleccionado, y de las mejoras que les apliquemos (no todos permiten la mejora), podemos conseguir que nuestro héroe sea más fuerte, que adquiera habilidades como el poder lanzar por los aires a los rivales con las embestidas (en vez de esquivar, golpea), o que simplemente sea más rápido. Las opciones son realmente notables, y el dar con estos genes nos motivará a explorar a conciencia todos los escenarios, aunque no basta para cambiar esa imagen de monotonía.
Sobre todo porque la inteligencia artificial de nuestros rivales tampoco está a la altura, encontrándonos con unos simples peleles que irán a por nosotros esperando morir de la forma más digna posible. Además, sus rutinas de ataque suelen ser tan previsibles y el sistema de combates tan simple, que al final terminaremos usando la misma combinación de botones una y otra vez dejando muy de lado los poderes especiales, cuando éstos deberían ser la salsa del juego. Como decíamos, no deja de ser un título divertido porque en los momentos finales, y en dificultad elevada, puede llegar a ser un desafío sobrevivir ante las innumerables oleadas de enemigos que nos asaltarán, pero pese a ello, la sensación de que algo no funciona como debería no nos abandonará.
Esto sin contar con el pobre apartado audiovisual que muestra, con unos tonos de color demasiado grises que no ayudan a lucir unos modelados de personajes y animaciones que, por otro lado, tampoco sorprenden a estas alturas. Los escenarios, grandes pero muy lineales, tampoco cuentan con un nivel de detalle que pueda rivalizar con otros títulos de corte similar lanzados hace unos años, lo que no dice mucho en favor del motor gráfico. Pero estos aspectos podrían pasarse por alto si no fuera porque encima, sufriremos alguna que otra ralentización en los momentos de mayor intensidad, lógicamente entorpeciendo la jugabilidad. Por último, ni la banda sonora ni el doblaje al inglés, con textos en el mismo idioma, muestran un nivel de calidad digno de una producción como ésta, siendo un apartado que parece haberse descuidado más de lo deseado.
En definitiva, y pese a que X-Men: Destiny cuenta también con algunas virtudes, el resultado final nos ha decepcionado bastante. El desarrollo de la acción peca de ser demasiado repetitivo y las escasas secciones de plataformeo, muy encorsetadas al basarse en un sistema de salto-agarre automático, no cambian para nada esta impresión. La historia ha quedado desaprovechada y el sistema de elección resulta mucho más directo y simple de lo que esperábamos de un estudio como Sillicon Knights, que han demostrado su talento en la narrativa con otros juegos. Además, el que no se haya incluido un cooperativo cuando hay bastantes secciones en las que se combate junto a otros mutantes resulta incomprensible, porque al menos le habría dado algo más de gracia a rejugar la historia para explorar las otras vías argumentales –que tampoco varían mucho- y recoger los objetos ocultos.
Valoración de X-Men: Destiny
Repetitivo y con un sistema de combate demasiado simple, los X-Men han regresado con un videojuego bastante discreto que resulta moderadamente divertido de jugar de principio a fin, pero que está muy lejos de lo que cabría esperar de una licencia como ésta. Una lástima, porque una vez más las buenas ideas no se han plasmado de la forma más acertada sobre el juego.