Sobre todo esto haré una pequeña reflexión.
Entiendo la opinión de
@Rawrr16 y
@Kintama Sensei supongo que ambos somos hijos de los 80/90 (yo de los 90 exactamente). Es decir, formamos parte de una generación educada en la acumulación de bienes. Si son de generaciones previas, es aún más lógica esta visión por cuestiones culturales.
Y realmente me encanta ir a casa de mis padres y perderme entre las estanterías llenas de libros y películas de todos los formatos. Como no, la estantería de mi habitación de la infancia está repleta de videojuegos desde la primera PlayStation hasta la Wii.
Comprendo el valor del formato físico para algunas personas. El valor de lo tangible. Y tengo algunos físicos de Switch (claro, la gente no regala juegos en formato digital -no está socialmente aceptado), por lo que sé lo que es tener los cartuchos en un portacartuchos, y las cajas se van a mi habitación de la infancia.
Por lo tanto soy consciente de los pros del formato físico, que implican, tanto el orgullo de contemplar el fruto del esfuerzo tras una coleccion, como el posible “beneficio” (lo entrecomillo porque lo considero algo relativo) económico que puede dar la posibilidad de venderla más adelante.
Pero no es algo con lo que pueda empatizar ahora mismo. Como sabes, el plástico se puede reciclar hasta cierto punto, y así es también con muchos otros materiales sintéticos.
Para mí ya no es solo una cuestión de espacio (que lo es; llevo un año reduciendo paulatinamente la cantidad de ropa que poseo), y no porque no disponga del espacio en cuestión. También es una cuestión ética que aplicaré también cuando tenga mi propia casa en un futuro muy cercano. No quiero, como consumidor, formar parte de una cadena de producción masiva de plástico, papel (plastificado o no), y otra clase de materiales. Créeme que esto no convierte mi casa o mi espacio personal en algo diáfano. Existen los elementos decorativos con funciones prácticas como las lámparas, por ejemplo, o incluso un reloj o un despertador. Luego también tenemos los lienzos y las fotografías.
Quizá lo veo de otra manera ya que he sido un gran coleccionista de música. Y no creo que me timen si pago una suscripción a Spotify o Tidal. Lo mismo con Netflix. Lo mismo con Game Pass o incluso PlayStation Now (que con una conexión decente va bien en modo streaming, la verdad; y por decente me refiero a asequible por el consumidor medio). Quizá también he comprobado que es más cómodo tener la gran mayoría de catálogo musical mainstream en el móvil o tener grandes cantidades de libros en un solo dispositivo que pesa menos que un solo libro de 300/500 paginas. Lo mismo con la ropa, como ya he dicho. Lo mismo puedo decir de la cosmética, donde hay soluciones sin envase para casi todo ya, incluyendo geles o hidratantes corporales y faciales.
También podría hablar de los beneficios de lo digital en cuanto a la creación de un consumo responsable, consecuencia de la consciencia de que el producto no puede ser revendido.
No sé si entiendes hacia dónde quiero ir con todo esto. Pero lo que está claro es que para mí es una cuestión ética justificada por una situación personal. Y realmente no me falta el dinero, ni me falta el espacio, ni nada de eso. Si me falta algo es tiempo, y no quiero gastarlo yendo a una tienda o esperando al repartidor de Amazon, porque tocar el juego con mis manos no me hará sentir mejor ni saborearlo más. Eso es una cuestión personal, y un estado mental y relativo al individuo.
En resumen, lo importante aquí es el videojuego, hay muchas maneras de jugarlo. Respetemos la opinión de todo el mundo, porque igual lo disfrutarás tú que yo, sea en el formato que sea.