Leí el artículo hace un par de meses y en cuanto tuve oportunidad me pasé a hacerle una visita.
Como ha dicho alguien, la tienda, más que una tienda, parece un museo. De lo que viva Juan me importa más bien poco, aunque me atrevería a decir al haber visto el taller, que la mayoría de su trabajo se centra en la modificación y reparación de consolas.
Después de estar más de media hora mirando y escudriñando las estanterías, pregunté por el precio de un NBAJAM TE y un California Games de Mega Drive. Los dos estaban muy por encima de su valor habitual. Sin embargo, antes de decir nada, su señora, que es la que atiende, me hizo un precio por los dos que no pude rechazar. Eso sí, cuando le pregunté por el Soleil y el Story Of Thor, en seguida me dijo que además de caros seguramente no me los podría vender. Llamó a Juan, vino raudo y enseguida me soltó un "mmmmm, no te lo puedo vender por nada en especial, simplemente es que todavía no me los he pasado y de momento no me quiero deshacer de ellos". Tampoco los iba a comprar a esos precios, pero el comentario me resultó tan entrañable que no insistí más.
Tuve que volver a los pocos días porque el NBAJAM no funcionaba. Fue entonces cuando me invitó a pasar al taller. Revisó el cartucho y lo arregló en 10 min (tenía una soldadura fría). Me enseñó una Mega Drive y una Snes modificadas, incluso cartuchos personalizados mientras me comentaba que si quería, podía hacerle casi cualquier modificación/perrería a la consola que quisiera. Tenía, sin exagerar, 15 o 20 consolas destripadas y andaba trabajando simultáneamente en todas ellas diría yo...
Volveré a pasarme en un futuro para comprar, si es que le puedo convencer
, algún periférico que vi por allí y alguna repro que otra que me llamó la atención...
Como tienda, qué queréis que os diga, tiene los mismos precios de todas las tiendas físicas que he visitado. Y son unas pocas. Nunca van a poder igualar los precios de un particular, así que los que esperen encontrar gangas mejor que se queden en casa. Pero para mí, el simple hecho de cruzar la puerta y parecer que entraba en un Centro Mail de hace 20 años y charlar un rato con Juan y verle en los ojos ese entusiasmo por lo retro que reconocí enseguida, mereció la pena la visita.